Las zonas erógenas de los pies

¿Sabías que a través de los pies podemos alcanzar altas dosis de placer? Toma nota de los puntos erógenos que debes estimular en una zona frecuentemente olvidada en el juego sexual.

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Son miles las terminaciones nerviosas que se concentran en nuestros pies. De hecho, si observamos el mapa en el que se basa la reflexología podal podemos observar que prácticamente cada órgano de nuestro cuerpo tiene su reflejo en un punto determinado de la planta del pie. Desde la antigüedad, especialmente la cultura asiática, ha utilizado técnicas de relajación e incluso métodos curativos basados en las altas cualidades sensitivas de los pies humanos. Es precisamente la concentración de esas terminaciones nerviosas la que convierte a esta zona del cuerpo en uno de los puntos más sensibles de nuestra anatomía y en receptor perfecto de estímulos y caricias con las que alcanzar todo un universo de nuevas sensaciones.

Muchas veces olvidados durante los preliminares del sexo, los pies pueden convertirse en el preámbulo perfecto si saben descubrirse y estimularse sus puntos erógenos, aquellos de “alto voltaje” en los que una simple presión, roce o caricia provoca una mezcla de relax, desinhibición y deseo de “algo más”.

Después de un día duro de trabajo en el que los pies han aguantado una larga jornada, nada mejor que un relajante baño y un buen masaje que alivie tensiones. Una agradable fórmula para despertar vuestro deseo a través de ellos es acariciarlos con ayuda de un aceite esencial que permita a las manos deslizarse suavemente recorriendo todas las zonas: empeine, talones, tobillos y por supuesto la planta, donde se esconden algunas de esas terminaciones conectadas directamente no sólo con los órganos genitales sino también con el cerebro, que será el que reciba esas sensaciones tan agradables y estimulantes.

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Puntos “clave”

Después de un masaje general, utiliza tus dedos pulgares para despertar sus sentidos. Presiona con suavidad toda la planta del pie, de dentro hacia fuera y desde el talón hacia los dedos. Estos últimos pueden resultar muy eróticos. Juega con cada dedo, estirándolos, haciendo pequeños círculos e introduciendo los de tus manos entre los huecos (¡cuidado con las cosquillas!). Además, uno de los puntos más sensibles del pie es justo la línea que forma la base de los dedos. Pasa tu índice por ella y verás su reacción.

Algunos de los estudiosos de este tema aseguran que el punto erógeno por excelencia de la planta del pie se puede encontrar doblando los dedos (hacia abajo), observando la línea que se forma en la base y presionando, a continuación, con la palma de tus manos los laterales para marcar otra segunda línea vertical. El punto de intersección entre ambas líneas resultará irresistiblemente estimulante si se presiona con suavidad (¿te animas a probar?).

El talón y los tobillos son otras de las zonas erógenas más excitantes (directamente relacionados con los órganos sexuales). Acariciar tanto la cara interna como la externa de los tobillos proporciona sensaciones placenteras al igual que jugar con los talones, realizando movimientos circulares, y avanzando con la palma de la mano desde ellos hasta los dedos. Rozar con la yema de los dedos el empeine alternándolo con ambos tobillos pondrá en alerta todos los sentidos y además supondrá un excelente inicio para continuar “subiendo” por la cara interna de las piernas hasta las rodillas… o más.

Por último, sólo hemos hablado de masajes con manos y dedos pero no hay que olvidar lo placentero que puede ser besar o pasar la lengua por puntos determinados de los pies, rozarlos con tu cabello o chupar los dedos si a los dos os apetece. Se dice que ya en Japón, hace cientos de años, las geishas podían conseguir el orgasmo masculino con sólo chupar el dedo gordo del pie (¿será verdad?).

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