Cómo discutir sin llegar a enfadarse

Las claves para fomentar el diálogo y evitar que las discusiones se conviertan en una batalla campal...

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Gtres

Discutir y debatir sobre cualquier tema es una forma de diálogo posible y necesaria, pero hemos de evitar que se convierta en una batalla campal entre interlocutores. Aclarar lo expuesto, saber escuchar y suavizar los gestos, son algunas de las claves principales para reforzar el diálogo como vía de comunicación sin llegar a enfados, es cuestión de "aprender a discutir".

No tardará en llegar el momento en que nos veamos sumergidos en una discusión, en ese momento será muy positivo recordar algunos trucos y claves para evitar enfados innecesarios y obtener un beneficio para ambas partes implicadas en la discusión:

Posponer

Con frecuencia las diferencias de opinión son lo que desencadena muchas veces una discusión. Si ésta se convierte en una discusión acalorada poco provechosa y negativa, lo más conveniente sin duda será dejarla en ese momento y reanudarla en otro más propicio.

Centrar el tema

Es importante concretar, centrar el tema y aclarar siempre lo expuesto, permitirá de esta forma seguir el hilo de la conversación y nos ayudará a avanzar en ella. Igualmente, la búsqueda de afinidades entre las partes evitará rupturas y reforzará el diálogo.

Conviene elegir las palabras concretas y adecuadas para evitar malentendidos que lleven a la ruptura de la conversación, sobre todo cuando son temas delicados que afectan a una o ambas partes.

Evita provocar

Alzar la voz en exceso o por el contrario hablar demasiado bajo, gesticular frunciendo el ceño o no mirar a los ojos del interlocutor, son factores que pueden dificultar el diálogo y desencadenar una fuerte discusión.

Respeto

Sobre todas las cosas, una discusión debe partir de la base del "respeto", con descalificativos personales no conseguirás nada positivo, exponer tus necesidades y opiniones desde un lenguaje correcto y con una actitud serena es la vía de diálogo más productiva.

¿Un buen motivo para no enfadarse?

Una discusión acalorada se traduce en una serie de alteraciones orgánicas, la presión sanguínea aumenta, el corazón bombea con más rapidez y se libera más grasa en el torrente sanguíneo. Esta descarga interna perjudica la salud del corazón.

Según un estudio llevado a cabo en la Universidad de Carolina, aquellas personas que se enfadan con frecuencia tienen un riesgo cinco veces mayor de sufrir un ataque al corazón o padecer enfermedades de tipo cardiovascular.

Conserva la calma, tu corazón te lo agradecerá.

¿Cómo evitar las discusiones en la pareja?

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"Los culpables de todo como de costumbre son tus padres y hermanos". "Siempre me dejas sola y abandonada". "Si me quieres de verdad, sabrás lo que necesito sin que te lo diga".

Si no quieres que las conversaciones con tu pareja se vuelvan tormentosas y naufraguen sistemáticamente en medio de grandes y agitadas olas de descalificaciones e improperios, antes de pronunciar una de estas frases u otra similar, ¡muérdete la lengua, cuenta hasta diez o haz lo que sea, pero evita que salgan de tu boca porque te arrepentirás casi de inmediato.    

Si deseas que tus discusiones dejen de convertirse en intercambios de opiniones, e intercambios de gritos y resentimientos, deja de lado las expresiones que puedan resultar ofensivas o manipuladoras para la persona a quien van dirigidas, porque lo único que conseguirás es cortocircuitar la comunicación y aumentar la distancia emocional con tu pareja.

Es lo que aconseja la terapeuta de pareja y profesora de yoga Francisca Cuenca, quien afirma que "algunas de las discusiones más frecuentes y encarnizadas se producen por una serie de frases que lanzamos de forma automática e irreflexiva, casi sin darnos cuenta de su contenido e implicaciones".

Según la experta, "nadie que las escuche suele quedar indiferente, porque en el fondo suponen un ataque muy directo contra la persona que las escucha, a la que se suele atribuir un comportamiento o característica negativa, que parece fija e inamovible y anula a todos los demás aspectos positivos de la persona, como un árbol que oculta al bosque".

Este tipo de expresiones -señala la terapeuta- a menudo suelen ir precedidas de los adverbios "siempre" (me dejas de lado) o "nunca" (tienes detalles conmigo) o de las palabras "tú eres" (frío, distante, poco expresivo o de una determinada manera), todas las cuales "le niegan al otro la posibilidad de cambiar, de ser o actuar de una manera diferente, lo encasillan, lo reducen a una sola faceta de su personalidad".

Según Cuenca, pocos términos resultan tan nocivos para la comunicación como "siempre", "nunca" o "tú eres", los cuales son indicadores de que se entra en el terreno del blanco o negro, del todo o nada, del bueno o malo, de culpable o inocente, en definitiva en el terreno de los opuestos y los extremos.

Pero lo cierto es que "tanto la vida como las relaciones humanas, son un juego de luces y sombras, de matices, de términos medios y continuos cambios, ajenos a la rigidez y el encasillamiento", asegura esta terapeuta de pareja.
 
Según la experiencia de esta especialista, una de las frases más irritantes y habituales, que hacen que la persona que la recibe se ponga a la defensiva y reaccione de manera hostil, contraatacando ante lo que percibe como un ataque, es "tu familia tiene la culpa, es la responsable", frase cuyo efecto explosivo se ve multiplicado si se la adereza con un "siempre".

En lugar de soltar una andanada contra los familiares de nuestro ser querido, los cuales son lo más importante para éste, la terapeuta aconseja parar, respirar profundamente y preguntarse sobre qué se está discutiendo realmente y que hay detrás.

Por otra parte -prosigue- "cuando le decimos a nuestra pareja cosas como siempre me dejas sola o de lado, la estamos acusando de ser predecible y no atender nuestras necesidades. Aunque ello pueda ser cierto en parte, si se lo recriminamos no ayudaremos a que cambie su actitud".

Mejor expresarse que recriminar

"Si me quieres, sabrás lo que quiero; si me amas, no hará falta que te diga lo que necesito", son otras frases incendiarias, según esta experta, que admite que es habitual suponer que la persona que nos quiere tiene la capacidad de leernos la mente.

"Aunque a veces sea posible esa conexión, es más eficaz pedirle al otro lo que uno necesita de forma clara y directa, en lugar de ponerle a prueba, y recriminárselo, a cada momento. Si uno se expresa abiertamente, sabrá si su compañero es o no consciente de nuestra necesidad o simplemente no puede satisfacerla", señala la terapeuta.

"También vale la pena analizar la razón de que no pidamos lo que queremos: ¿nos resulta difícil, tememos que nos rechacen? A menudo el problema está en uno y no en el otro", finaliza.