Ante una propuesta de matrimonio es absolutamente normal que en escasos segundos tus sentimientos y pensamientos cambien y sean capaces de pasar de la euforia y la felicidad total al pánico irracional, de manera que las ganas de besarle y las de salir corriendo pueden, en un momento determinado, no ser incompatibles.
Si él ha dado el paso se supone que mantenéis una relación estable, profunda y madura y que por supuesto espera que le des el sí. Tú sabes que le quieres y en ese momento eres inmensamente feliz, pero también eres consciente que tu respuesta cambiará radicalmente vuestra vida, ¿cómo no vas a sentir ese vértigo inexplicable?
Pedirte en matrimonio será sin duda uno de los momentos más bonitos y románticos de los que vais a compartir. No es cuestión de estropearlo, pero si te asaltan las lógicas dudas no te precipites. Piensa que éste es sólo un primer paso para decidir el destino de vuestra relación. Las prisas no tienen sentido y tienes que estar absolutamente segura de que quieres casarte y compartir tu vida con él.
Estás contenta, feliz y te sientes amada por un hombre al que quieres pero… ¿qué ocurre? No es exactamente miedo; cuesta definir lo que pasa por tu cabeza y por tu corazón. Piensa si esa extraña sensación que te produce pensar en el matrimonio encaja o se aproxima a alguna/s de estas ideas:
Muchas personas consideran que al casarse se "atan" para siempre. Por supuesto, si tu amor es verdadero no verás el matrimonio como una atadura. Se trata de compartir, no de renunciar, pero no cabe duda que, en la convivencia diaria, tendréis que ceder mutuamente y tomar decisiones de manera conjunta ¿estás dispuesta?
No tiene porqué salir mal. El matrimonio es una apuesta pero si os queréis y estáis seguros, no os dejéis influir por las malas experiencias de otras personas que pudierais conocer (divorcios problemáticos entre vuestros amigos o familiares, malas relaciones, rupturas a los pocos meses…). Pese a todo, el amor para siempre, sigue existiendo.
Eso sólo lo sabes tú y es la pregunta del millón. Hablar de matrimonio son palabras mayores, por lo que tendrás que asegurarte de que lo vuestro es amor y no una mera atracción pasajera. Piensa en si le conoces bien, con sus virtudes y sus defectos, y no te engañes, si hay algo que no te gusta de su forma de ser, ten muy en cuenta que no podrás cambiarle por mucho que pienses que sí, que con el tiempo lo "moldearás" a tu manera (nunca ocurre). ¿Le aceptas como es?
Aunque comparado con otros aspectos que conlleva una boda éste parezca una tontería, no lo es tanto. A muchas personas lo que realmente les agobia ante la idea de iniciar una vida juntos como casados son todos los preparativos del enlace (invitaciones, banquete, vestido…). En otras ocasiones, lo que preocupa es el proyecto de vida en común, con los temas legales y económicos como protagonistas (futura vivienda, trabajos, llegada de hijos…).
En el primer caso, intenta disfrutar del momento, pensando que ése será el uno de los días más felices de tu vida. En el segundo, tal vez lo que te angustie sea la falta de información. Habla con tu pareja de los temas importantes (la confianza es la base de vuestra relación) y si tenéis dudas (por ejemplo sobre matrimonio civil o religioso, separación de bienes, etc) dejaros asesorar y buscad juntos las respuestas que necesitéis.
Este pequeño "autotest", tal vez te ayude a entender que el paso al matrimonio "impone", que las dudas son normales y que debes darles solución antes de decidirte con total seguridad. Un periodo de reflexión y la confianza absoluta para compartir con tu pareja todos esos temores que te preocupan son la mejor baza para que vuestra relación sea una apuesta firme de futuro.
Se va acercando la fecha peligrosamente, parece que fue ayer cuando te pidió matrimonio y comenzasteis con los preparativos. Desde entonces han pasado muchas cosas, pero no todas buenas. Organizar tu boda ha resultado ser agotador, has acabado por hacerlo todo tú, sin ayudas y sin apoyo suficiente por parte de tu pareja. Las familias están empezando a involucrarse demasiado: en cómo sentar a los comensales, a quiénes sí invitar y a quiénes no, hasta se atreven a decidir el menú que degustaréis en la celebración. Las invitaciones, flores, pruebas del vestido de novia, lencería, viaje, el ramo que llevarás, el peinado y maquillaje, decidir qué orquesta o grupo musical es adecuado para no hacer el ridículo, los detallitos, pero sobre todo, los gastos y más gastos que todo esto conlleva; un largo etcétera que parece no tener fin aderezado con peleas, agobios, estrés...
Todo este bombardeo te tiene saturada, hace incluso que empieces a dudar si pasar por todo esto merece realmente la pena. ¿Identificada con todo? No te sientas frustrada, a la gran mayoría nos pasa. Intentaremos ayudarte a recordar la única y verdadera razón por la que hasta hoy se ha movido tu corazón:
Ánimo, sabemos que es duro, pero merecerá la pena. ¡No permitas que nada ni nadie fastidien el que será el mejor día de tu vida!