Para exfoliar la piel y recuperar ese tacto fino y suave, basta añadir al gel de ducha una cucharada de sal gruesa y aplicar mediante un ligero masaje circular insistiendo en aquellas zonas más duras y ásperas como los codos, rodillas, tobillos, talones... Después aclara bajo la ducha con abundante agua tibia.
Con este gesto habrás eliminado eficazmente las células muertas que se acumulan sobre la piel, recuperando su luminosidad natural.