Grasa abdominal incluso estando delgada ¿será un exceso de cortisol?
Se la conoce como la hormona del estrés y, en dosis elevadas, puede causar graves trastornos en el organismo. ¿Quieres saber cómo mantenerla a raya?
Mariola Báez Verdú 4m 21s
No cabe duda que nuestro cuerpo es uno de los "mecanismos" más perfectos que existen en la naturaleza. Tenemos hasta una hormona capaz de enviar energía "extra" a los músculos ante una situación de emergencia. Así, y por supuesto explicado de forma muy poco científica, es como puede entenderse la presencia natural de cortisol en el transcurso cotidiano de nuestra existencia.
En un proceso nervioso y fisiológico perfectamente coordinado el cerebro "avisa" de un posible peligro y, como consecuencia, las glándulas suprarrenales liberan cortisol, hormona del grupo de los glucocorticoides capaz de estimular la síntesis de glucosa a partir de proteínas y de otras sustancias. El cuerpo entiende que necesita energía urgente y cambia su metabolismo normal (anabólico), centrado habitualmente en la reparación y creación de nuevos tejidos, a un metabolismo (catabólico) que sólo persigue enviar energía a los músculos.
Es un mecanismo lógico de defensa si imaginamos una situación puntual pero, en la actualidad, las situaciones "tensas" se suceden con demasiada continuidad y el temido stress hace que nuestro cuerpo permanezca en alerta casi sin descanso. Ahí está el problema.
Cortisol y grasas
Hay que tener en cuenta que el stress crónico es una enfermedad relativamente nueva y son muchos los estudios actuales encaminados a determinar sus consecuencias para nuestra salud. Parece confirmado que la excesiva presencia de cortisol está directamente relacionada con una actividad estresante diaria y prolongada durante meses o años.
A medida que avanzan las investigaciones se van conociendo otras propiedades de esta hormona que no sólo se encarga de incrementar los niveles de glucosa sino que también influye directamente en la lipólisis, es decir, en el proceso metabólico mediante el cual los lípidos se transforman en ácidos grasos. No se puede afirmar que sea únicamente el stress el causante del aumento de la grasa corporal pero sí que la presencia elevada de cortisol acelera ese proceso de lipólisis facilitando la "fabricación" de grasas a partir de los alimentos que ingerimos.
La causa de que esta grasa se fije especialmente en la zona del abdomen no está del todo clara aunque se piensa que esta hormona afecta también a su distribución en el conjunto del organismo, haciendo que se establezca principalmente alrededor de los órganos y vísceras vitales (tal vez para una mayor protección de los mismos). En cualquier caso siempre sería una causa más del aumento de peso y habría que tener en cuenta otros aspectos como la inadecuada alimentación o la falta de ejercicio.
El stress continuado se manifiesta de múltiples formas algunas tan evidentes como los cambios de humor e irritabilidad, un inexplicable sentimiento de tristeza o determinados problemas físicos como fatiga, cansancio, disfunciones digestivas o calambres musculares. Estudios recientes relacionan la presencia excesiva de cortisol con determinados tipos de diabetes, problemas de infertilidad, debilitamiento del sistema inmunológico y de los músculos e incluso con la pérdida de memoria.
La hormona y su derivado farmacológico (la cortisona) no son tan "malos". Hay que tener en cuenta sus propiedades antiinflamatorias beneficiosas, que se utilizan habitualmente en numerosos tratamientos y medicamentos. El problema es su presencia anormalmente alta y constante, que puede llegar a causar el llamado síndrome de Cushing (con algunos de los síntomas ya descritos).
Alimentación y hábitos saludables
La mejor manera de mantener controlados los niveles de cortisol (siempre que no exista una patología física que lo provoque, por ejemplo un mal funcionamiento del sistema endocrino) es llevar una dieta equilibrada y procurar dar a nuestro cuerpo y a nuestra mente el descanso que necesitan. Para ello, algunos consejos básicos que pueden ayudarte son:
1. El sueño es indispensable para que nuestro organismo recupere su equilibrio. Dormir ocho horas es lo ideal y si no te lo puedes permitir, una siesta en fin de semana puede ser la mejor medicina.
2. Si te cuesta relajarte busca terapias alternativas (yoga, Thai chi, métodos de control de la respiración, masajes…) o inventa tu propio "truco" (música, lectura, un paseo en la naturaleza, ir al cine… todo vale para "desconectar" unas horas).
3. Un poco de ejercicio siempre viene bien para quemar energía y liberar tensiones.
4. Si consideras que tu estado (fatiga, cansancio, aumento de la grasa abdominal, calambres musculares, etc) es preocupante, acude al médico. Un simple análisis de orina podrá revelar tus niveles de cortisol y prevenir mayores complicaciones.
5. Intenta combatir el stress ¿has probado a reírte un par de veces al día? Sin duda, una magnífica terapia.