Siempre nos han hablado de los beneficios que la leche de vaca nos aporta, sin embargo es posible que esos beneficios no sean tales. Generación tras generación se han instaurado en el conocimiento una serie afirmaciones que quizás hay que volver a plantearse.
Gracias al avance de la ciencia y de la investigación, en estos momentos conocemos que para conseguir calcio ya no es necesario tomar solamente leche de vaca. De hecho, son muchos los estudios y los expertos en alimentación y nutrición que desaconsejan su consumo e incluso llegan a considerar este tipo de leche como un peligro.
Desde la Academia Americana de Pediatría aconsejan a los padres que eviten darle leche de vaca a sus hijos antes del primer año. El consumo de este tipo de leche por parte de los niños puede provocarles desde cólico, irritación o sangrado intestinal hasta infecciones de oído y de las amígdalas pasando por enfermedades como asma y diabetes.
Un buen ejemplo de diabetes infantil lo encontramos en Finlandia, el país que más productos lácteos consume del mundo. Esta enfermedad afecta a un 4% de la población infantil de este país.
Todos esos problemas que provoca la leche de vaca en los más pequeños es debido al pH del estómago de un niño que es casi neutro lo que permite que la proteína de la leche pueda viajar sin ser digerida a los intestinos, donde es absorbida directamente en su sistema sanguíneo. Las proteínas atacan a los intestinos sensibles del bebé llegando a provocar diarrea, cólico y sangrado intestinal.
Expertos como el doctor Frank Oski, director del Johns Hopkins Children´s Centre, advierten que no hay ninguna razón nutricional para que bebamos leche de vaca. También afirma que este tipo de leche carece de hierro y puede causar más falta de hierro a través de sangrado intestinal. En los adultos, los problemas que puede generar la leche son de corazón o artritis.
Por otro lado, es totalmente cierto que la leche aporta calcio, sin embargo, se trata de un calcio poco aprovechable, es decir el organismo no lo absorbe adecuadamente. Además, son muchos los adultos a los que les ocasiona problemas digestivos e intolerancias debido a que con los años se pierde la enzima lactasa, responsable de la digestión del azúcar de la leche (lactosa).
Aunque el calcio es importante, la leche de vaca no es la mejor fuente para conseguirlo. Existen otros alimentos como las verduras de hojas verdes, las legumbres, el queso curado, el sésamo, las sardinas en aceite, la soja, las almendras, nueces y ricas recetas con quinoa, además del arroz negro, el tofu, el nori y el pescado pequeño en los que podemos encontrar grandes cantidades de calcio. Además, la leche es uno de los alimentos a evitar a la hora de perder peso.
Durante años la leche de vaca ha ocupado un lugar privilegiado en la cesta de la compra, siendo un alimento básico, recomendado e incluso imprescindible para formar unos huesos fuertes dada su riqueza en calcio, sin embargo, en nuestros días y tras una amplia variedad de estudios contrastados se ha demostrado que precisamente el exceso de calcio en la leche puede llevar a la aparición de osteoporosis debido a la sobreestimulación en la actividad celular, fenómeno que provoca la muerte prematura de las mismas.
Se trata de un alimento muy pobre en hierro y fibra, pero en cambio, rico en colesterol, grasas y proteínas. Esta última es la que hace que la leche sea un alimento desaconsejado en estados carenciales de calcio y en la prevención de la osteoporosis, ya que el exceso de proteínas provoca una mala absorción del calcio. Puede decirse que la leche de vaca es un alimento rico en calcio poco aprovechable por el organismo y que puede producir un depósito anormal de éste en los tejidos blandos, pudiendo derivar en calcificaciones.
Estudios demuestran la relación entre el consumo de leche y la incidencia de osteoporosis, pues se observa que en poblaciones como la china (con escaso consumo de leche de vaca) la tasa de aparición de esta enfermedad es la más baja del mundo (6 veces menos que en USA).