El ronze es un color marrón tradicional o chocolate mezclado con tonos bronce que va bien con casi todos los tipos de piel y que además, aporta luminosidad al rostro. En la misma línea, el broux (marrón rojizo) tiene un tono más oscuro, acentuando el reflejo gracias al hair contouring, es decir, en el contorno del rostro. No deben confundirse, algo que ocurre con mucha frecuencia.
El ronze es uno de los tonos más versátiles que existen, sobre todo si lo adaptamos a los tipos de piel, pues como ya hemos comentado, encaja estupendamente con todos. Para pieles oscuras, lo ideal es optar por un ronze aún más oscuro con matices en azul, al igual que para una tez más blanca, reflejos dorados y brillantes más cercanos al cobre que al marrón: “Queda muy bien en mujeres de piel morena, pese a que a la mayoría de ellas les horrorizan los rojizos y cobrizos. Sin duda, es un tono fuerte que ilumina cualquier rostro, no digamos ya si se tiene la piel clara, por lo que sombras de ojos muy oscuras o labios rojos muy intensos, podrían desfavorecer y restarle protagonismo”, señala David Lesur.
Acerca del blorange, Lesur lo encuentra ideal en su versión más desgastada, quedando perfecto en pieles muy blancas, aunque requiere de unos cuidados y una técnica determinada para no malograr el resultado: “El blorange es una tendencia más, un rubio pink con ciertos tonos rojizos y anaranjados que se consigue mediante efectos de color un poco desgastados, pero con brillo”.
El estilista apunta que no es un color fácil de conseguir, pues requiere de una decoloración prolongada y para llegar a ese tono tan pastel, es necesario aclarar mucho: “Yo recomiendo, si lo que se pretende es que sea duradero, pasarse al menos una vez al mes por tu salón de peluquería, pues son demasiados los cuidados que necesita y de otra manera podríamos arruinar el resultado. Respecto al tipo de piel que más le va, podríamos decir que prácticamente todos, aunque quizás se vea mejor en aquellas más claras”.
El rosa champagne, por su parte, es sinónimo de modernidad, riesgo e inconformismo, más común entre las chicas más jóvenes: “Lo peor es que necesita de un mantenimiento constante y un uso frecuente de productos específicos para que dure lo máximo posible. Por todo lo demás, es un tono cool y sumamente rompedor. Si las mujeres se atreven con el berenjena, el lila, el azul o el verde… ¿Qué problema habría en llevarlo rosa champagne o rosa pastel?”.
Es uno de los tonos menos arriesgados dentro de la extensa paleta cromática del rosa, pero tremendamente apetecible: “Para que no parezca que llevamos peluca, lo mejor es aplicar reflejos desde medios a puntas. Le va bien la mecha californiana y si hablamos de rasgos faciales, mejor tonos claros en rostros alargados y más oscuros en aquellos ovalados. En el primer caso suavizan y en el segundo, aportan rotundidad y dureza a un rostro más dulce o aniñado”.