Ejercicios para mantener un pecho firme en verano

Anímate a practicar esta sencilla tabla de ejercicios para conseguir un pecho firme y presumir de escote. ¡Funciona!

4m 29s
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Con el paso del tiempo, tras la maternidad, por un cambio brusco de peso o por hábitos poco recomendables, como la práctica de deportes sin llevar un sujetador adecuado, el pecho puede tender a caerse. Las cremas específicas, nutritivas y tonificantes, unidas a los masajes en la ducha (con agua templada-fría y movimientos circulares) son una gran ayuda a la hora de conseguir mantener la firmeza de los senos, pero, sin duda, realizar ejercicios específicos y con la debida frecuencia es la mejor fórmula para que tu pecho se mantenga o "vuelva" a su lugar.

El principal problema es que las glándulas mamarias están constituidas mayoritariamente por tejido adiposo. Su único sostén natural es la propia piel (de ahí la importancia de cuidarla) y los músculos que las rodean y sujetan: los pectorales y los dorsales. Trabajar estos músculos garantiza que el pecho permanecerá erguido por más tiempo, dejando a un lado la temida flacidez.

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Los ejercicios aeróbicos son perfectos para mantener el conjunto de nuestro organismo en plena forma y poner en movimiento todos los músculos del cuerpo (pectorales incluidos). En este sentido y teniendo en cuenta que estamos en pleno verano, el mejor deporte que se puede practicar para aumentar la firmeza del pecho es la natación. Fíjate en los movimientos que realizas sin darte cuenta al nadar. Elijas el estilo que elijas, tus brazos se estiran y contraen haciendo que gran parte del peso del ejercicio recaiga precisamente en esos dorsales y pectorales. Así que ¡al agua y a nadar!

Además, puedes realizar diariamente (o al menos tres veces en semana) la tabla que te proponemos, especialmente pensada para tonificar esos músculos, de manera que, estando más fuertes, "tiren" del pecho como lo haría cualquier sujetador.

Son ejercicios muy sencillos. Con 20 minutos será suficiente y, con un poco de constancia, notarás los resultados a las pocas semanas.

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  1. De pie, recta y con los brazos estirados y pegados al cuerpo. Eleva ambos brazos a la vez hasta la altura de los hombros. Mantén unos segundos y vuelve a bajar (repite 15 veces).
  2. Desde la misma posición, pon los brazos en cruz (estirados a la altura de los hombros y con las palmas hacia abajo). Haz giros pequeños con ambos brazos a la vez, 10 veces hacia adelante (en el sentido de las agujas del reloj) y 10 hacia atrás.
  3. Permanece unos segundos en esta postura y relaja.
  4. Repite el ejercicio pero, esta vez, con las palmas de las manos en vertical, es decir, como si empujases dos paredes.
  5. De pie y frente a una pared (separada unos 80 centímetros) haz flexiones, doblando los codos y apoyando las palmas en la pared. Mantén el tronco recto (diagonal a la pared) y empuja con las manos. Si estás muy en forma este ejercicio lo puedes hacer también en el suelo (repite 15 veces).
  6. De pie, agarra con tu mano derecha el antebrazo izquierdo y viceversa y haz suaves presiones (una mano tirará hacia un lado y la otra hacia el contrario). Verás cómo se mueven tus senos porque tus pectorales están en pleno trabajo.
  7. De pie, con los brazos en cruz, haz el movimiento necesario para juntar las palmas de tus manos. Mantén los brazos estirados apretando todo lo que puedas una palma contra la otra durante unos segundos (repite 10 veces).
  8. De pie, con los brazos estirados, dobla los codos y lleva los puños a tu pecho. Con unas pesas pequeñas (1/2 -1 kg.) el ejercicio resultará aún más efectivo. También puedes hacerlo tumbada en el suelo.

¿No tienes mucho tiempo? Los 3 ejercicios básicos

  1. El candelabro. Colócate de pie con las piernas abiertas a la anchura de las caderas manteniendo la espalda recta y la nuca bien estirada, como si quisieras tocar el techo. Coloca los brazos en cruz a ambos lados del tronco y a la altura de los hombros. Flexiona los codos hacia arriba 90 grados en forma de candelabro. Las manos se mantienen abiertas y los dedos estirados. Permanece unos segundos en esta postura y relaja.
  2. La pared. De pie, con los talones a la anchura de las caderas y las puntas de los pies mirando hacia fuera, flexiona las piernas manteniendo la espalda recta y la nuca estirada. Extiende los brazos a los lados como si empujaran dos paredes, para ello deberás flexionar las muñecas hacia arriba y estirar los dedos. Permanece unos segundos en esta postura y relaja.
  3. El rombo. En la misma posición anterior, flexiona los codos y coloca la palma de una mano contra la otra, ligeramente por debajo de los hombros, formando una figura de rombo. Ejerce presión con las manos durante unos segundos y relaja.

Recuerda siempre, entre ejercicio y ejercicio, relajar los brazos durante unos segundos.

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