Generalmente, la ingesta compulsiva de alimentos se produce en dos situaciones, bien cuando se sigue una dieta restrictiva, o cuando se utiliza la comida para reprimir emociones tales como la carencia afectiva, problemas de autoestima, la soledad, la tristeza, la ira o el estrés entre otros.
Dado que el origen de la compulsión puede ser debido a causas físicas o psíquicas (en muchos casos existe una combinación de ambas) se analizan ambos orígenes a fin de tomar conciencia de nuestro caso en particular y plantear las soluciones y estrategias que están a nuestro alcance para solventar el problema. El deseo de cambiar es la clave para el éxito.
Según comentábamos anteriormente, el hecho de comer compulsivamente, con frecuencia lleva asociada una carga emocional que es vital analizar y aceptar, siendo absolutamente sinceros con nosotros mismos en este análisis.
Si se ingieren alimentos compulsivamente cuando estamos deprimidos o furiosos, a fin de canalizar esas emociones por otra vía que no sea la comida, resulta muy útil expresar por escrito, todos y cada uno de los sentimientos que en ese momento tenemos con total libertad. De esta forma, además de que mientras se escribe, la mente y nuestras manos estarán ocupadas y la necesidad de comer compulsivamente tiende a desaparecer, nos permitirá aprender otras formas más sanas de abordar los sentimientos y sensaciones por nosotros mismos, o en combinación con un psicoterapeuta si es necesario.
Cuando el deseo compulsivo de comer puede deberse a un sentimiento de soledad, nada mejor que intentar salir de esa situación visitando o llamando a un familiar o amigo en lugar de refugiarse en la comida. Resulta muy útil elaborar una lista de teléfonos de algunas personas a quien poder llamar cuando te sientas sola.
Los ejercicios aeróbicos tales como la marcha, bicicleta, natación o salir a correr, resultan una forma eficaz para disminuir las ganas de comer ya que el ejercicio enérgico puede llegar a romper el círculo vicioso del trastorno compulsivo inducido por estrés. Un gran número de personas tras ejercitarse durante 15-20 minutos, sienten un bienestar físico y psíquico que elimina radicalmente el deseo de comer compulsivamente.
Cuando sientas el impulso de atacar el paquete de galletas, espera unos minutos. Si el impulso por comer no se debe a una necesidad de comer física, real, ese impulso desaparecerá. Es muy aconsejable elaborar una lista de actividades alternativas que puedas hacer durante ese tiempo de espera, por ejemplo dar un paseo, tocar algún instrumento musical o darte una ducha o un baño. Las actividades elegidas deben ser agradables y placenteras para ti.
NOTA: Es realmente importante tomar conciencia de lo que ocurre antes de que llegue el deseo de comer compulsivamente, qué estábamos haciendo, qué pensábamos, cómo nos sentíamos… de esa forma podremos valorar de forma objetiva y profunda la raíz, la causa que motiva el deseo de consumir alimentos descontroladamente y de forma compulsiva.
En muchos casos la dieta desempeña un papel importante y desencadenante de la ingesta compulsiva, siendo además un motivo que puede mantener activo el problema, no obstante, es importante resaltar que no siempre el trastorno compulsivo va precedido por las dietas y no todas aquellas personas que siguen una dieta desarrollan un problema de ingesta compulsiva.
Comer determinados alimentos a escondidas de vez en cuando en cantidades moderadas a modo de capricho o travesura, es algo que muchas personas hacen, no es trascendente ni necesariamente esconde patología alguna. Sin embargo, cuando se come descontroladamente hasta no poder más, sí denota que algo falla y puede tener mucho que ver con la alimentación diaria.
Las mujeres debido a las múltiples presiones y exigencias sociales a las que se ven sometidas diariamente, pueden llevarles a hacer dietas extremas restringiendo mucho la cantidad de comida, o inclusive se proponen llevar a cabo dietas que se basan en consumir un alimento o una pequeña lista de alimentos.
El seguimiento de una dieta demasiado estricta supone padecer fuertes presiones fisiológicas que producirán que la persona tarde o temprano oscile entre la dieta y la ingesta compulsiva, ya que una promueve a la otra.
Uno de los errores que con mayor frecuencia se producen es reducir los alimentos de las comidas principales e inclusive saltarse comidas, así como practicar el método de compensación, es decir, cuando se ha disfrutado de un magnífico postre, se decide no cenar para compensar el exceso. Estas acciones solo aumentan las ganas de comer entre horas e incrementan el riesgo de padecer y mantener un trastorno de ingesta compulsiva.
Si realmente necesitas adelgazar, debes saber que los mejores resultados se obtienen con aquella dieta que consigue cambiar los hábitos alimentarios de la persona, y estos prevalecen en el tiempo.
Será ideal dedicar algunos días a establecer el tipo de alimentación más adecuado y equilibrado para uno mismo teniendo en cuenta los gustos particulares y la salud. Después, con la ayuda de un buen profesional se puede organizar una dieta equilibrada, variada y completa que permita perder peso progresivamente sin privaciones desproporcionadas.
Por otra parte y aun cuando exista un sobrepeso real, es absolutamente necesario que concentres tus energías en superar el problema de ingesta compulsiva, ya que de hacerlo, en un gran número de casos el peso gradualmente se aproximará a su nivel normal.
Por último, cabe señalar que en muchas ocasiones el deseo y la motivación para cambiar la situación con las herramientas, estilo de vida y alimentación adecuados, es suficiente para superar el trastorno con éxito, pero para otras personas superarlo solas resulta difícil y no llegan a conseguirlo aunque se lo propongan, en estos casos necesitarán ayuda externa, la cual no se debe dudar en solicitar.