Bien fría, dorada y con su espumita… con la llegada del calor ¿quién se resiste a una caña en una terraza o en un chiringuito de la playa? Considerada durante años culpable de la traicionera y feísima "barriga cervecera", estudios recientes demuestran que no engorda tanto como se pensaba y que incluso reporta beneficios al organismo, siempre, por supuesto, que su consumo sea moderado.
La cerveza es una bebida muy antigua que se toma desde hace siglos y de la que existen multitud de variedades. Se obtiene a partir de la fermentación de distintos cereales principalmente cebada, lúpulo o malta. Aunque en la actualidad se elabora también sin alcohol, su graduación media oscila entre los dos y los cuatro grados.
Pese a su mala fama, es un alimento que no contiene grasas saturadas y en cuya composición los azúcares e hidratos de carbono son mínimos. Por el contrario posee un alto porcentaje de vitaminas, especialmente del grupo B, básicas para la formación y mantenimiento de los tejidos corporales, y de minerales como: silicio, fósforo y magnesio, indispensables para mantener unos huesos y músculos fuertes y jóvenes.
Tomada con moderación, la cerveza no es la principal causante de las grasas que se acumulan en la zona abdominal. Los estudios más recientes a este respecto indican que las razones de la temida barriga son las mismas que las que provocan el aumento de peso en cualquier otra zona corporal, es decir, una alimentación desequilibrada, una ingesta excesiva de calorías y una vida demasiado sedentaria. El problema radica en que la cerveza suele ser sinónimo de aperitivo y ese "algo para picar" habitualmente consiste en alimentos de alto valor calórico (aceitunas, patatas, frutos secos). ¿La solución? Un poco de ejercicio para quemar esas calorías.
Al ser una bebida alcohólica hay que insistir en los riesgos que puede llevar su consumo irresponsable. Según la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, que incluye dentro de la pirámide de alimentación saludable las bebidas fermentadas como la cerveza, el vino, el cava y la sidra, se puede considerar un consumo no abusivo la ingesta de 2-3 cañas diarias en los hombres y 1-1,5 en las mujeres, siempre teniendo en cuenta las características físicas de cada persona (edad, estado general de salud, peso, etc).
Existen multitud de falsos mitos sobre la cerveza y sus propiedades pero las investigaciones más actuales indican una serie de beneficios en su consumo basados en su rica composición. Algunos de ellos son:
Hay que tener en cuenta que la mayoría de las calorías de una cerveza son derivadas de su contenido en alcohol. El alcohol sí engorda, y mucho, porque (dicho básicamente) su alto contenido calórico hace que el organismo intente quemar esas calorías que aporta y no "trabaje" quemando las grasas ya existentes, que acaban acumulándose. Por eso, demasiadas cervezas sí pueden derivar en un aumento de peso, pero una de vez en cuando, y más de cara al verano, es un placer al que no tienes porqué renunciar. Llamar a la barriga "cervecera", es una injusticia histórica.