
Después de que ayer se celebrara su boda civil, los Príncipes de Mónaco se han dado el "sí, quiero", o mejor dicho el "oui", en una ceremonia religiosa en el Patio de Honor del Palacio Grimaldi, en el que cada detalle estaba colocado de manera exquisita para la ocasión.
Los invitados han ido llegando al lugar poco a poco a través de una alfombra roja en la que se han visto miembros de la realeza europea así como modelos, diseñadores, actores y jefes de Estado que no han querido perderse el gran acontecimiento.
Aunque los verdaderos protagonistas del desfile han sido los miembros de la Familia Real de Mónaco, que han llegado minutos antes de que el novio, el Príncipe Alberto II, hiciera su entrada en el patio del palacio.
Las Princesas Carolina y Estefanía han acaparado todas las miradas a su llegada y han posado junto a sus hijos pequeños pero, los más elegantes han sido los tres hijos mayores de Carolina de Mónaco: Andrea y Pierre Casiraghi, ambos con frac, han asistido a la boda de su tío junto a sus respectivas novias, Tatiana Santodomingo y Beatrice Borromeo, y la belleza de Carlota Casiraghi, con un vestido rosa palo de Chanel, ha eclipsado a su novio, Álex Dellal.
Instantes después, el Príncipe Alberto de Mónaco llegaba al altar solo pero visiblemente tranquilo. El novio ha elegido para la ocasión el uniforme de verano de coronel de la marina en color marfil, con unos zapatos a juego. Muy favorecido y con muy buen aspecto, algunos apuntan a que el príncipe podría haber pasado por el quirófano para hacerse algunos retoques estéticos.
Sin embargo, el momento más esperado, la llegada de la Princesa Charlene, ha desvelado el secreto mejor guardado de todas las bodas: el vestido de novia, un diseño de Giorgio Armani de corte sirena y cuello bandeu que dejaba sus hombros al descubierto, ideado por la propia princesa que ha brillado a su entrada en el palacio acompañada de su padre. El modelo contaba no solo con una cola espectacular, digna de una princesa, que nacía en la mitad de la espalda sino con remates de cristales de Swarosvky.
La única joya que ha llevado la Princesa Charlene ha sido en el pelo, que lucía una tiara junto a un sencillo pero elegante recogido desde donde salía el velo de tul para cubrir discretamente su rostro. Pero las joyas no han sido la única ausencia, ya que al parecer, la princesa no llevaba sujetador. A pesar de que su estilismo está perfectamente estudiado era evidente que Charlene no se sentía muy cómoda a la hora de caminar, ya que el peso de la larguísima cola tiraba de la novia y eso se notaba en los gestos de su cara.
El momento en que los novios se han encontrado ha sido más frío de lo esperado, aunque el Príncipe Alberto ha cogido la mano de ella cuidadosamente. De la misma manera ha seguido el resto de la ceremonia en donde las miradas de ambos se han cruzado en contadas ocasiones. El rostro de la Princesa Charlene reflejaba la tensión del momento.
Una vez se ha producido el intercambio de las alianzas, la pareja se ha mostrado algo más relajada y se les ha podido ver compartiendo alguna que otra confidencia. Después, Alberto II de Mónaco ha esperado a que la novia se levantara el velo y ha llegado el gran momento: ¡el del beso! Mientras que una entregada Charlene cerraba los ojos al encuentro de su ya marido, el Príncipe Alberto le daba un casto y frío beso con la mirada al frente.
Tras en enlace, la pareja salía de nuevo del Patio del Palacio, con una Princesa Charlene visiblemente emocionada, para saludar y agradecer la presencia de todos los ciudadanos que han acudido al evento y que han seguido la ceremonia a través de pantallas gigantes. Los Príncipes de Mónaco, seguidos de sus pequeñas damas de honor vestidas con el traje típico monegasco, han regalado una de las mejores imágenes mientras paseaban bajo una lluvia de pétalos blancos a la vez que doblaban las campanas para celebrar el Real enlace.
La Princesa de Mónaco desvela, con su llegada, el mayor de los secretos: su vestido de novia.
La propia Princesa Charlene ha diseñado el vestido de novia con corte sirena y escote bandeau.
Alberto de Mónaco eligió el uniforme de verano de coronel de la marina para el enlace religioso.
La actitud de los novios durante la ceremonia religiosa ha sido fría y distante.
El típico momento de las alianzas ha relajado el nerviosismo de los novios.
La Princesa de Mónaco ha lucido una fabulosa joya en el pelo junto a un sencillo recogido.
La pareja se ha dado un casto y frío beso tras ser nombrados marido y mujer.
La Princesa Carolina ha lanzado un cariñoso beso a su hermano, el Príncipe Alberto, al final de la ceremonia.
La pareja ha saludado a la multitud bajo una lluvia de pétalos blancos.