
Es pura proteína y además no contiene grasas ni colesterol por lo que la gelatina en sí misma es un alimento sano, natural y apto para toda la familia. A sus beneficios para la salud hay que unir sus posibilidades culinarias no sólo en repostería sino, también, como "truco" infalible para elaborar terrinas, cremas, salsas y platos muy vistosos, llenos de color, perfectos para una cena especial (¡ojo que se acercan las fiestas navideñas!).
Para hacer algunos platos necesitarás aprovechar sólo la textura "gel" de la gelatina, no sus sabores, utiliza entonces grenetina, gelatina neutra.
Por último también puedes recurrir a la gelatina en hojas (con las mismas propiedades que en polvo). En este caso siempre tendrás que hidratarlas previamente dejándolas en remojo unos cinco minutos para escurrirlas posteriormente.
Hierve el pescado en agua con un poco de sal y el zumo de limón (si quieres puedes aprovechar para obtener un caldo de pescado natural incorporando además: 2 zanahorias, 2 dientes de ajo, ½ pimiento, ½ tomate, 1 puerro y unas hojas de laurel).
Desmenuza el pescado y mézclalo con la mayonesa, la cebolla bien picadita y las alcaparras.
Disuelve el sobre de gelatina en el caldo de pescado e incorpórala a la mezcla mientras aún esté templada. Viértela en un molde preferentemente rectangular.
Enfría en nevera al menos dos horas. Una vez desmoldado puedes adornar el plato con nubes de mayonesa y tiras de salmón ahumado (si es de salmón).
Puedes utilizar aquellas verduras y hortalizas que más te gusten o tengas a mano, siempre buscando un bonito contraste de colores que "flote" en el interior de la gelatina. Elige, por ejemplo:
Trocea todas las verduras y da un hervor a las más duras.
Disuelve la gelatina en el caldo e incorpora todos los ingredientes elegidos. Colócala en el molde y deja reposar en nevera al menos tres horas.
Haz una crema de fresas con ayuda de la batidora. Añade el azúcar a los dos yogures y remueve hasta que estos queden cremosos. Haz la gelatina (según indicaciones) e incorpórala a la masa. Distribuye el postre en copas individuales y adorna como prefieras, con trozos de fresa, virutas de chocolate, un poco de sirope de fresa...
Deshaz las galletas (puedes envolverlas en un paño limpio y machacarlas con ayuda de una cuchara). Derrite ligeramente la mantequilla e incorpórala a las galletas hasta formar una masa compacta que será la base de la tarta. Extiéndela en un molde apropiado (mejor desmontable).
Mezcla la nata con el azúcar y con el sobre de gelatina calentándola a fuego suave sin que llegue a hervir. Retira y añade el queso mientras sigues removiendo hasta formar una crema. Vierte la mezcla en el molde y deja enfriar al menos seis horas.