A todas nos gusta vernos estupendas y sin esos kilos de más cuando llega el verano. Por eso en muchas ocasiones puedes sentirte tentada a recurrir a las denominadas "dietas milagro" para quitarte de encima ese peso que has ido acumulando a lo largo del invierno.
Cada año por estas fechas, en torno al 75% de las personas que padecen sobrepeso inicia una dieta por su cuenta, bien porque se ha enterado del régimen de adelgazamiento por algún medio de comunicación, o se lo ha comentado un vecino o familiar, pero solo el 20% solicita consejo médico, según el presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), Basilio Moreno.
Sin embargo, hay que tener mucho cuidado con este tipo de dietas rápidas, ya que del mismo modo que te ayudan a perder peso rápidamente, también favorecerán que recuperes los kilos perdidos con la misma celeridad. Es el conocido "efecto rebote" de este tipo de dietas. Quienes las ponen en práctica, al abandonarlas recuperan más kilos que los perdidos y no sólo no consiguen corregir los malos hábitos de alimentación, sino que acentúan los errores.
Este fenómeno de subir y bajar de peso como un yo-yo, se produce por la natural reacción del organismo de compensar el déficit de energía que ha tenido durante la restricción de calorías de la dieta milagrosa. "Para movilizar sus reservas de energía, el organismo utiliza el glucógeno almacenado en el hígado para convertirlo en glucosa, que sirve de combustible al sistema nervioso y a las células sanguíneas. Como las reservas de glucógeno son limitadas el cuerpo va a usar las proteínas del músculo, lo que va a producir atrofia y debilidad muscular. Además, durante el proceso de descomposición del glucógeno y la absorción de proteínas del músculo, se pierden también gran cantidad de agua, sales minerales, urea y ácido úrico", explica la Doctora Susana Monereo, especialista en endocrinología y nutrición.
Las dietas milagro prometen una pérdida de peso rápida y con poco esfuerzo. Se trata de dietas que no responden a ningún tipo de fundamento nutricional y pueden llegar a provocar alteraciones en el metabolismo. Además, producen efectos psicológicos negativos y trastornos en el comportamiento alimentario.
Con las dietas milagro, cuya duración no suele exceder de dos semanas, se pierde peso y volumen a expensas de glucógeno, proteínas, agua y minerales, y no de grasa, que es lo que realmente se quiere y se debe perder. "Además, este tipo de regímenes no corrigen los malos hábitos de alimentación de la persona, que son los verdaderos responsables del exceso de peso, e incluso hay quien tras haber perdido peso se permite numerosas concesiones o caprichos alimenticios, lo que provoca que se ganen aún más kilos que los que se habían perdido", afirma la doctora Monereo.
Pero sus consecuencias pueden llegar incluso a ser más graves aún. Entre los peligros de las dietas rápidas, también conocidas como dietas milagro, figuran algunos tan preocupantes como deficiencias de oligoelementos (proteínas, vitaminas y minerales), trastornos como la anorexia o la bulimia, o la aparición de efectos psicológicos negativos. "Todas son peligrosas y algunas han sido incluso mortales, como la de la proteína líquida que se popularizó en Estados Unidos en los años 70", recuerda Moreno.
Para reconocer una dieta milagro las autoridades españolas de salud identifican tres señales inequívocas: que prometan perder más de cinco kilos al mes, que aseguren que se pueden llevar a cabo sin esfuerzo y que afirmen que no tienen riesgos para la salud. Las dietas milagro pueden degenerar en problemas de sobrepeso, precisamente, el efecto contrario al que pretendes conseguir. Por eso debes desconfiar de todas aquellas dietas que prometan hacerte perder más de 5 kilos en un mes.
Durante el período de dieta hipocalórica se produce una penuria energética que se traduce en un aumento de la acumulación de grasas, cuya síntesis queda bloqueada por una falta de sustratos con los que proceder a la metabolización de esos elementos, así como por "la ausencia de un ambiente hormonal que favorezca la degradación", afirma el doctor M. Alemany, catedrático de Bioquímica de la Universidad de Barcelona.
La ruptura de la dieta supone la llegada de alimento en abundancia, con lo cual se disparan los niveles de insulina y se favorece la conversión de glucosa en grasas y la rápida incorporación subsiguiente de éstas al tejido adiposo.
En este sentido, toma nota de una serie de comportamientos que quizá puedan producir una pérdida de peso, pero que interiormente pueden causar auténticos estragos:
1. Bajar y luego subir de peso rápidamente puede afectar a tu corazón. El corazón es un músculo y necesita adaptarse. Cuando se adelgaza en poco tiempo, la tensión arterial y las pulsaciones cambian. Se pueden experimentar irregularidades cardíacas y en los casos más extremos, insuficiencia cardíaca.
2. No comer, reducir calorías drásticamente y pasar hambre puede afectar a los huesos. Además, la falta de calcio y vitamina D en la dieta puede provocar fracturas después de caídas y que se puedan fracturar vértebras cuando se hacen giros rápidos. En el caso de las chicas jóvenes y adolescentes, este tipo de comportamiento puede provocar que se retire el periodo, lo que facilita la aparición de osteoporosis y con ello una mayor posibilidad de sufrir fracturas.
3. Bajo ningún concepto deberías perder más de 900 gramos por semana. Sobrepasar esa cantidad perjudica seriamente el metabolismo, disminuyendo su rendimiento y favoreciendo una pronta recuperación de los kilos perdidos.
1. Pasar hambre es una forma muy peligrosa de perder peso porque el cuerpo no recibe los nutrientes esenciales para su óptimo funcionamiento. La falta de energía no es tan importante pero la falta de nutrientes puede causar, entre otras, debilidad al sistema inmune, osteoporosis o disminución de la capacidad mental.
2. Las drogas legales e ilegales están obviamente contraindicadas si quieres perder peso.
3. Con los laxantes lo único que se pierde es agua con minerales, lo que puede causar deshidratación. Otra consecuencia del abuso de laxantes son: hemorroides, parálisis intestinal, fracaso renal, el llamado colon irritable e incluso la aparición de pancreatitis.
4. La bulimia nerviosa es una enfermedad que requiere ayuda urgente de un psicólogo. Los ácidos de los vómitos pueden dañar el esófago y los dientes. Los vómitos regulares durante muchos años están asociados con la aparición del adenocarcinoma de esófago, un tipo de cáncer muy agresivo.
5. Aunque fumar reduce el apetito es una forma muy desaconsejable para perder peso. Al final, puede que estés más delgada con menos esfuerzo pero a costa de dañar el organismo.
6. Las saunas o hacer deporte con mucha ropa te hace perder exclusivamente agua y minerales esenciales, no grasa.
Lo cierto es que no existe ningún método milagroso para perder peso de forma rápida. Las claves para adelgazar y no volver a engordar radican en tener paciencia, marcándose objetivos a medio y largo plazo, disfrutando de una alimentación equilibrada y realizando alguna actividad física que nos ayude a mantenernos en forma y estimular la pérdida de grasa. Toma nota de las pautas básicas que debes considerar si quieres realmente bajar de peso y comenzar a disfrutar de una vida más sana, además de una figura ideal:
Para perder peso con éxito, deberían reducirse gradualmente las grasas de la dieta, en torno al 20% de las calorías. Una proporción inferior hace que las comidas no sean satisfactorias, debido a su rápida liberación desde el estómago al intestino y el rápido inicio del hambre. Será necesario realizar una disminución gradual y consciente para evitar el malestar, y para asegurar un cambio con éxito, y a largo plazo, de los hábitos alimenticios.
Lo ideal es una dieta de cereales, frutas y verduras cuidadosamente preparados. Las grasas de pescado y el aceite de oliva son realmente buenas para el cuerpo, y deberían componer la mayoría de las calorías grasas. Las grasas de origen animal que contienen las carnes y productos lácteos son menos sanas, y deberían tomarse al mínimo.
Todos los alimentos se convertirán en grasa almacenada si se consumen en exceso de las necesidades energéticas. Las necesidades de proteínas y grasas de los seres humanos suelen ser fijas, y los hidratos de carbono complejos deberían contribuir con energía (calorías) cuando se necesite. Para reducir los cúmulos de grasa en el cuerpo, es necesario utilizar más energía de la que se consume en los alimentos, por medio de actividades y ejercicios corporales.
El contenido en nutrientes de los alimentos debe ser elevado, especialmente si se consumen menos calorías. Los dulces deberían ser evitados, debido a la baja densidad de nutrientes y al alto contenido en grasas que a menudo se encuentra en ellos.
Las dietas muy bajas en calorías y la carencia de ejercicio contribuyen a quemar tanto la masa muscular como la grasa corporal. Esta condición es malsana para el cuerpo, y el hambre, de rebote da como resultado que se recupere la grasa corporal. El enfoque correcto es el de aumentar gradualmente el ejercicio al tiempo que se disminuye gradualmente la ingesta de calorías. Un cambio rápido no funcionará a largo plazo.
Si no tienes claro el porcentaje de calorías, hidratos de carbono, proteínas y grasas que tienen tus platos, utiliza una calculadora nutricional como la que te ofrecemos en MujerdeElite.
Come todo lo que quieras ese día, helados, bocadillos, lo que sea, si lo haces en exceso no querrás verlo durante la semana. Paradójicamente, estos picos calóricos una vez a la semana ayudan a quemar grasa asegurando que tu metabolismo no pierda su regulación por las restricciones calóricas.