El cáncer de mama es una de las patologías más extendidas en el mundo occidental y es por ello indispensable tomar conciencia poniendo en práctica cuanto antes hábitos saludables que se prolonguen durante toda la vida.
El tipo de alimentación que seguimos influye en el desarrollo del cáncer de mama, siendo demostrado por los resultados que arrojan numerosos estudios sanitarios e investigaciones, que aquellas dietas ricas en grasas y pobres en fibras inciden negativamente sobre la salud y potencian la aparición y el avance de diversas patologías, entre ellas, el cáncer de mama.
Aquellas mujeres que consumen frutas, verduras y legumbres en abundancia, presentan menos incidencia de cáncer de mama.
Además, las verduras de la familia de las crucíferas, tales como las coles de Bruselas, el repollo, la coliflor o los nabos, poseen un efecto protector contra el cáncer dado su contenido en Sulforafan, componente que fortalece las células que hacen frente a los tumores.
Consumir demasiada grasa puede estimular el desarrollo de tumores e inclusive crear un entorno favorable en su proliferación.
Por otra parte, un exceso de grasas favorece el aumento de estrógenos, los cuales si se acumulan en grandes cantidades incrementan su actividad incitando a las células del tejido mamario a dividirse, traduciéndose en una mayor posibilidad de que se desarrolle un proceso canceroso.
La recomendación es consumir grasas moderadamente y reducir las de tipo saturado, contenidas principalmente en la mantequilla, lácteos enteros, carnes grasas, embutidos y bollería industrial.
Una dieta sana y equilibrada, unida a unos sencillos hábitos es la mejor prevención contra el cáncer de mama. Y es que un tercio de los casos de cáncer se asocia a factores dietéticos y una buena parte a la obesidad, relacionada con tumores de mama, colon, próstata y endometrio.
La Asociación Española contra el Cáncer sugiere el siguiente decálogo:
Recientemente estudios españoles recogían los beneficios del ejercicio físico para la calidad de vida de las mujeres con cáncer de mama. Tras la investigación se demuestra que realizar ejercicio moderado posee la capacidad suficiente para evitar recaídas y prolongar la supervivencia tras esta enfermedad.
Ejercitarse de 3 a 5 horas semanales basta para reducir en un 50% el riesgo de fallecer a causa del cáncer. Inclusive, caminar durante 1 hora a la semana llega a mejorar las tasas de supervivencia en las mujeres que padecen esta enfermedad.
Es muy importante además de la prevención, explorar los pechos cada mes para que en el caso de que notemos cualquier anormalidad acudamos al especialista.
El momento más adecuado para realizar la exploración es después de la menstruación, pues al estar el pecho más deshinchado cualquier anomalía se nota más fácilmente.
¡Recuerda realizar la exploración cada mes!