La actividad física regular es un factor determinante si deseas mantener un óptimo estado de salud y controlar tu peso, también mejora el tono muscular y te hará lucir una bonita silueta, fortalece el corazón y los pulmones, previene el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes y osteoporosis, fortalece los huesos, reduce el estrés y mejora notablemente el estado de ánimo, pero además, es capaz de prevenir el cáncer.
El 75-80% de los cánceres se deben a la acción de los agentes externos que actúan sobre el organismo. Sólo entre un 20 y un 25% de todos los cánceres parecen estar originados por mutaciones espontáneas de los genes y otros factores externos no identificados y difíciles de controlar. "La actividad física juega un papel vital en la prevención del riesgo de padecer cáncer, reduciéndolo de forma significativa", afirma Pedro Rodríguez, director técnico de GO fit.
Cada día existe mayor consenso científico en torno a los beneficios del deporte en la prevención de enfermedades como el cáncer. Diversos estudios epidemiológicos han demostrado que la práctica regular de ejercicio físico, junto a una dieta sana y la ausencia de tabaco, puede reducir entre un 30 y un 50% la aparición de tumores cancerosos.
En este sentido, los expertos coinciden en destacar que el deporte juega un papel trascendental, ya que ayuda a mantener un peso adecuado y a reducir la obesidad, dos de los factores determinantes en la aparición de ciertos tumores como los de mama, colon o próstata.
Tanto la enfermedad como su tratamiento provocan una reducción significativa en la calidad de vida. Los enfermos de cáncer pueden sufrir problemas psicológicos (pérdida de autocontrol, depresión, estrés, reducción de la autoestima), sociales (prolongado absentismo laboral, reducción de las relaciones personales, pérdida de estatus económico y social) y físicos (fatiga, atrofia muscular, dolor, disminución de la función cardiovascular y pulmonar, insomnio, náuseas y vómitos).
"Todas las investigaciones concluyen que los pacientes con cáncer pueden beneficiarse del ejercicio físico tanto antes como después del tratamiento", asegura Pedro Rodríguez. Según un estudio del Hospital Brigham and Women´s de Boston (EE.UU), practicar 5 horas de ejercicio a la semana puede reducir hasta el 40% el riesgo cardiovascular de las mujeres gracias a su efecto antiinflamatorio. Este efecto se traduce en una mejor oxigenación de cada rincón de tu cuerpo.
"El entrenamiento cardiovascular es beneficioso, pero pocos hablan de la combinación de este con un trabajo de fuerza, a pesar de que este factor es considerado como un componente integral de cualquier programa de ejercicio y esencial para contrarrestar la atrofia muscular causada tanto por el tratamiento antitumoral como por el estilo de vida sedentario que suelen adoptar enfermos y supervivientes de cáncer", prosigue Pedro Rodríguez.
La actividad física durante o tras el tratamiento tradicional del cáncer propician multitud de beneficios. Reducción de la ansiedad, disminución de la depresión, incremento de la energía, mejora de la capacidad física y mejora de la autoestima son solo algunos de los beneficios psicológicos del ejercicio físico. En relación a los fisiológicos, podemos resaltar la mejora de la capacidad funcional, el incremento de la fuerza muscular, aumento de la flexibilidad, disminución de la fatiga y mejora en el control del dolor.
"Desde un punto de vista médico, eleva las defensas del organismo y aumenta la resistencia física de los enfermos, ayudándoles a recuperarse mejor y evitando las posibles complicaciones clínicas derivadas del tratamiento" explica el doctor Raúl Márquez, oncólogo médico de MD Anderson Cancer Center Madrid.
"El diagnóstico de la enfermedad tiene una respuesta positiva en la dieta y el hábito tabáquico y negativa en la práctica deportiva. Existe una tendencia a disminuir la misma tras el diagnóstico", apunta Pedro Rodríguez. "No obstante, aunque esta práctica se vea reducida, los enfermos de cáncer son bastante receptivos a los programas de promoción de salud y desean información inmediata tras el diagnóstico. Es en este punto donde se hace necesario el trabajo de los oncólogos, que deben ser los primeros en aconsejar a sus pacientes la práctica de actividad física desde el momento del diagnóstico", concluye.
En referencia al ámbito psicológico, la práctica de ejercicio físico tiene un impacto muy positivo sobre el estado anímico de los pacientes, mejorando su autoestima y reforzando la confianza en sí mismos.
Pasado este punto, entra en acción la figura del profesional de la actividad física, que será quien prescriba un entrenamiento acorde con la persona que padece la enfermedad, siempre teniendo en cuenta ciertas consideraciones por las que se podría realizar dicha práctica.