Los hombres habitualmente tienden a cubrir sus necesidades básicas en lo que respecto al sexo con un "aquí te pillo aquí te mato" y son los menos o los que inician una relación, quienes ponen esmero en detalles que pueden resultar muy eróticos. El disfrute de tantos se resume a la esperada eyaculación y no al espacio de tiempo en el que penetran a la mujer.
Con el tiempo, entramos en una dinámica cotidiana difícil de paliar, ya que el cansancio, las preocupaciones del trabajo, los hijos en el caso de tenerlos y las labores de la casa, son condicionantes que perjudican con gravedad nuestra vida sexual y el grado de complicidad con nuestro hombre, algo inimaginable en los inicios cuando la pasión acunaba nuestras fantasías y auguraba un futuro utópico que nunca llegó a ser perfecto.
Crea un buen ambiente para las relaciones sexuales, recíbele con ropa interior, envíale mensajes provocativos al móvil... son tantas las cosas que le van a sorprender que va a intensificar vuestra pasión todavía más. A veces, con las cosas más sencillas puedes convertirte en toda una experta en las artes amatorias. Ante todo, no te cortes y disfruta.
Avivar esa llama y superar el reto que hoy proponemos no les ayudará sólo a ellos, sino a nosotras a nivel personal y sexual. Vuélvele loco en la cama con los siguientes consejos:
Demuestra que sabes más rodeándote de una atmósfera diferente y agradable. Si tienes una cita en casa, le puedes sorprender con una luz tenue, velas, incienso, pétalos de rosas por la habitación... siempre es más favorable, pues entraremos en acción mucho antes.
No te dejes intimidar por la gente o los lugares. En vez de practicar sexo tradicionalmente en el dormitorio, hay miles de lugares donde podemos dar rienda suelta a nuestra pasión. Practica el aquí y ahora, y, si tenéis ganas, disfrutad juntos en la cocina, el baño, el suelo, en el parque o en la playa. ¡Seguro que le encanta!
Lo primero es estudiarnos a nosotras mismas, saber con certeza qué parte de nuestro cuerpo le gusta más a nuestra pareja para resaltarla. Con el tiempo, la lencería sexy queda en el fondo del cajón y directamente el desnudo pasa a ser protagonista, sin preámbulos ni complicaciones, un grave error ya que la desnudez no es sexy, ni en ellos ni en nosotras.
En el sexo, toda imaginación es poca. Con el fin de convertirte en una amante diez, ya puedes hacer uso de tu colección de lencería más sexy. Tienes piezas multicolores con todo lujo de detalles que harán que caiga rendido a tus pies. No te olvides de los ligueros, los tangas, los bodys, los pantys, las transparencias y los brillos. Recuerda que los colores como el blanco en las morenas de piel y los negros en las más blancas, son éxito asegurado.
Por otra parte, los juguetes nos ayudarán a llegar al orgasmo con más intensidad. Desde las esposas para atarlo a la cama, hasta cuerdas, pasando por consoladores y anillos vibradores... todo vale.
Si tienes melena larga a por los hombros, déjala suelta, alocada, despeinada, que dé la sensación de que vienes de hacer lo mismo que vas a iniciar en cuestión de minutos. Aconsejamos que el maquillaje no sea excesivo y aplicar unas gotitas de perfume en las muñecas y en el cuello.
Llegó el momento, cualquiera es bueno, es indiferente que él esté sentado sin hacer nada en el sofá, que esté a punto de llegar del trabajo, que sea por la mañana, por la tarde, da lo mismo porque cualquier instante puede ser bueno, y más en esta ocasión.
Tápale los ojos, acaríciale suavemente mientras le desnudas parcialmente, pon sus manos en tus senos cubiertos por el sujetador sexy, hazle bajar para que palpe la textura de tu lencería, para que toque tus muslos con las medias, y ve llevándole a un lugar donde habitualmente no hagáis el amor y, si está un poco a la vista y no tienes reparo, más morbosa será la situación cuando destapes sus ojos.
El siguiente paso puede ir acompañado de sexo oral, ponle a tono. Los preliminares pueden ser fogosos si sólo corres un poco las prendas de tu cuerpo y dejas que te toque.
Una de las maneras de convertirte en una mata-hari del sexo es conocer sus partes erógenas. Puedes descubrirlas tú misma a través de caricias, besos, lametones, masajes… o bien preguntar directamente.
Inicia tus juegos con algún masaje erótico para llegar posteriormente a tocar nalgas, espalda, cuello o aquello que le haga poner a cien. También le puedes sorprender llegando a su punto G, lo encontrarás en la parte interior del recto, a pocos centímetros del ano. Para ello utilizaremos lubricantes o cremas, pues será más sencillo introducir el dedo y la lengua sin hacer daño. Se trata de aumentar el placer, no de lo contrario. ¡A disfrutar!