Ya estás temiendo las comidas y cenas que se celebrarán en familia, porque lo que debería ser un momento de felicidad y reunión, frecuentemente acaba en enfados y discusiones nada agradables. Y es que, las desavenencias o el conflicto abierto entre parientes no es nada infrecuente en las fechas navideñas. Esta situación, no sólo puede dificultar las digestiones de los asistentes, sino amargar el espíritu de una de las contadas ocasiones del año en que se reúne toda la familia.
Otras veces, la Navidad no se disfruta del todo debido a la falta de habilidades sociales en la propia persona y a la existencia de actitudes "saboteadoras del disfrute", como el miedo al ridículo, la falta de espontaneidad o el escaso interés por los demás.
La cena navideña es una velada especial habitualmente preparada con mucho esmero y esfuerzo, en cuanto su gastronomía, decoración y arreglo de la mesa, pero a veces no basta con tener en cuenta los detalles formales, porque puede verse empañada por la presencia de conflictos o rencillas entre los asistentes. ¿Qué puedes hacer tú para disfrutar de la Navidad y mantenerte alejada de los malos rollos?
"Quizá el resto del año discutes con tu suegra, peleas con tu hermano o apenas te hablas con tu cuñado, y probablemente te apetece muy poco pasar la noche y reírte con ellos, ¿pero no es un buen momento para dejar de lado las peleas y pasarlo bien?", se pregunta la psicóloga Lola Mayo.
Estas son algunas de las recomendaciones de esta experta en relaciones humanas, para aprender a disfrutar de la Navidad, "desde dentro" y en compañía de tus seres queridos.
Sus consejos te ayudarán a liberar tu encanto personal, y ponerlo al servicio de tu propio disfrute y del de aquellos que te rodean. Además, contribuirán a que la cena en familia quede guardada en la memoria de todos como un espacio de encuentro y alegría, y no sea recordada como un campo de batalla, donde el cava, los turrones y las risas, cedieron su protagonismo a la tensión.
Las improvisaciones en una reunión pueden ser contraproducentes y aumentan el nerviosismo. Planifica las compras y hazlas cuanto antes, asegúrate de quiénes van a venir y procura conocer los gustos de los asistentes.
Si en la mesa agrupas a la gente de acuerdo a sus edades o afinidades, la velada será más agradable para todos y las conversaciones serán más fluidas. Una buena solución para evitar discusiones es poner papelitos en la mesa con los nombres de cada persona. Algo parecido a las bodas, de manera que cada uno se sentará con quien tenga más afinidad y separaremos por completo aquellas personas que sabemos no se llevan bien y pueden ser eje clave de una discusión sin solución. Verás que la velada será más agradable.
Si existe alguna diferencia o malestar entre algunos familiares, coloca en medio a alguien imparcial, tampoco los coloques frente a frente, para evitar mutuas incomodidades y riesgos de discusión.
Plantea un tema de interés general en el que todos puedan opinar y nadie se sienta excluido o se aburra. Hablar de fútbol o política queda prohibido: es una fuente casi segura de conflictos.
Dedica la misma atención a los familiares de tu pareja que a los miembros de tu familia de sangre. Así evitarás susceptibilidades o malos entendidos.
Pese a poner los medios y la actitud para que no surjan conflictos, pueden llegar a producirse momentos de tensión. Si sucede, y de pronto entras en una discusión de lo más tonta con tu cuñada (sí, la que no puedes ver ni en pintura), antes de llegar a insultar o alzar el tono de voz, debemos pensar y contar hasta 10. Normalmente, resulta muy difícil, pero pensando en que es Navidad y no siempre tendréis la oportunidad de estar todos juntos, es mejor desviar el tema y dar un discurso lo más educado posible.
Si piensas que algo va a salir mal, estás generando una ansiedad innecesaria. De todos modos, recuerda que hagas lo que hagas, siempre habrá alguien a quien no le agrade o te critique.
Si te detienes demasiado a pensar lo que dices o haces, coartas tu creatividad. Disfruta del momento y actúa con naturalidad, confiando en que todo saldrá bien y en tu "toque personal" con bromas, chistes, propuestas…
Únete a la fiesta, intégrate con los demás. Si te implicas, los demás te percibirán como alguien colaborador y participativo, y sentirán que les prestas más atención.
Una manera, aunque no la solución, es huir. Sí, planificar una escapada con tus amigas o con tu pareja y pasar las Navidades de una manera diferente.
Ahora hay muchas opciones, ya sea ir a la estación de esquí más cercana, a un balneario donde vivir experiencias únicas o reservando en una casa rural.
Darás la bienvenida al Año Nuevo en un entorno único y lo recordarás para siempre. ¡Y si ha habido algún enfado en la familia, ni te has enterado! Acuérdate, eso sí, de felicitar la Navidad y dedicar unas bonitas palabras a los tuyos; seguro que te lo agradecerán.