La gripe es una infección viral que presenta para los afectados, síntomas tales como dolor de cabeza pulsátil, fiebre, dolor muscular, cansancio y malestar generalizado. El período de mayor incidencia de la gripe se sitúa entre el 15 de noviembre y el 30 de enero, dado que las temperaturas bajas, favorecen al virus.
La gripe es una infección viral muy contagiosa, resulta eficaz para su prevención tener presente una serie de recomendaciones:
Seguir una dieta sana y equilibrada durante todo el año, ayuda a mantener las defensas en forma. Especialmente en temporada invernal conviene aumentar la ingesta de vitamina C consumiendo alimentos ricos en ésta, como por ejemplo, kiwis y naranjas.
Conviene evitar permanecer en ambientes cargados de humo y con mucha gente, así como los cambios bruscos de temperatura.
Se recomienda lavarse las manos con frecuencia y taparse la boca al toser o estornudar con pañuelos de papel.
Las campañas de vacunación contra la gripe se dan cita cada año a fin de prevenir su incidencia, ya que su efectividad es bastante alta, entre un 70% y 90% en personas sanas menores de 65 años.
Deben vacunarse a los niños desde los seis meses, especialmente cuando acuden a guarderías o han padecido fuertes catarros anteriormente. El personal sanitario y aquellas personas que trabajan o conviven en centros donde se atiende a enfermos, debe vacunarse.
Igualmente, la vacunación está recomendada en niños o adultos que padecen enfermedades crónicas o presentan defensas bajas, así como a cualquier persona mayor de 55 años.
Dado que existen ciertas similitudes en los síntomas que pueden presentar un resfriado común y la gripe, destacamos que el resfriado suele durar más tiempo con respecto a la gripe, sin embargo ésta puede llevar consigo más molestias para el afectado.
Se detallan a continuación los síntomas más comunes en ambas enfermedades y las diferencias entre ellos:
Cuando aún tomadas las precauciones necesarias a fin de evitar el contagio, no se ha logrado y cursa un proceso gripal, eliminarlo resulta inútil y el uso de antibióticos no sirve. No obstante, para controlar el malestar asociado, resulta efectivo seguir varias recomendaciones:
Nada mejor que quedarse durante unos días en casa hasta que la fiebre haya remitido. Además, se recomienda guardar reposo en cama y no continuar con las tareas y actividades cotidianas, ya que la enfermedad debilita las defensas y podría favorecer la aparición de complicaciones.
La toma de paracetamol o ibuprofeno de forma regular, consigue reducir la fiebre, el dolor de cabeza y los dolores musculares tan comunes en la gripe.
Aumentar el consumo de líquidos es especialmente importante cuando hay fiebre, a fin de evitar la deshidratación. Se recomiendan especialmente los caldos ligeros y los zumos de frutas y vegetales frescos.
Una vez el organismo comienza a recuperarse se introducen paulatinamente alimentos suaves, siendo recomendados los plátanos, arroz hervido, cereales cocidos, manzana cocida y patatas asadas. También puede incorporarse el yogur y quesos frescos.
Para aliviar el dolor de garganta, una solución inocua es hacer gárgaras con agua salada. Se disuelve una cucharadita de sal común en medio vaso de agua caliente y se hacen gárgaras sin tragar el líquido. Este remedio es muy eficaz y puede realizarse tantas veces como se necesite.
Conviene ventilar diariamente la habitación y elevar la humedad mediante el uso de humidificadores o pulverizando con agua la estancia de vez en cuando, de esta forma se reduce la tos, la sequedad nasal y la congestión. Además, sumergir los pies en agua caliente durante unos minutos, alivia el dolor de cabeza y la congestión nasal.
Conviene estar atento ante la aparición de cualquiera de los siguientes síntomas, los cuales requerirán asistencia médica: