Las claves para perder peso sin dietas

Si esos kilitos de más te traen de cabeza y quieres recuperar tu esbelta figura sin demasiados sacrificios y para siempre, olvídate de los métodos de adelgazamiento rápidos y de las dietas que te obligan a pasar hambre durante todo el día. Bastará apoyarse en la dieta mediterránea y llevar a cabo unos consejos muy sencillos para conseguirlo.

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Vivir esclava de la báscula, contando calorías y prohibiéndonos abrir la nevera no es la mejor solución para conseguir nuestro peso ideal y lograr mantenerlo. Una dieta estricta puede ser necesaria en un determinado momento pero no debe mantenerse de forma indefinida. Comer de forma equilibrada y cambiar algunos hábitos puede lograr que pierdas peso casi sin darte cuenta.

Obsesionarse con el peso no es en absoluto saludable y puede ocasionar graves problemas. Comer correctamente implica tomar todo tipo de alimentos con moderación y combinados de forma adecuada. Muchos son los factores que influyen en el metabolismo de cada organismo y en la mayor o menor facilidad para ganar peso, pero, salvo que exista alguna disfunción (que tendrá que diagnosticar el médico especialista) no tenemos porqué engordar si llevamos una alimentación basada en la dieta mediterránea y la acompañamos de una mínima actividad física.

La "ecuación" es bastante simple, si consumimos aproximadamente las mismas calorías que gastamos, el cuerpo está en equilibrio y no existe el sobrepeso. Para conseguirlo, es necesario desarrollar unos hábitos alimenticios saludables que deben basarse en las siguientes premisas:

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  • Realizar cinco comidas diarias, empezando por un desayuno completo que incluya lácteos desnatados, cereales integrales y algo de fruta y tomando un ligero tentempié a media mañana y algo de merienda (así evitaremos llegar con hambre excesiva a las comidas principales). Es muy importante que trates de cumplir un horario de comidas, distribuyéndolas a lo largo del día de forma armónica. Olvida la idea de saltarte comidas, no te ayudará a perder peso.
  • Comer variado. Las llamadas dietas disociadas, que se basan en la ingesta exclusiva de determinados alimentos, pueden ser un remedio temporal pero nunca la base de una correcta alimentación.
  • Comer con moderación, masticado despacio para conseguir una mayor sensación de saciedad y facilitar la digestión. Por supuesto, debes comer sentada, dándole a tu alimentación la importancia que merece y disfrutando de ella sin prisas ni estrés. No debes dudar en tomarte una breve pausa entre bocado y bocado, quizás manteniendo una agradable conversación.
  • No comer frente al televisor. Debes tratar de no asociar la comida con tus actividades favoritas, ya que crearás la necesidad de picar, por ejemplo, mientras ves la televisión. Además, de ese modo te resultará muy difícil controlar lo que comes, frecuentemente en estas circunstancias comerás sin darte cuenta.
  • Combinar adecuadamente los alimentos con sencillos trucos como no incluir en un mismo plato un exceso de proteínas o no mezclarlas con almidones. Por ejemplo, si tomamos carne, como acompañamiento elegiremos verduras o ensalada, nunca patatas o arroz.

Hábitos saludables que ayudan a adelgazar

Algunos cambios muy simples en nuestra forma de vida pueden ayudarnos a perder peso sin recurrir a dietas express, productos "milagro" o alimentación espartana. Aunque no siempre resulte fácil por el frenético ritmo diario, es importante volver a los alimentos naturales. En ocasiones se come poco pero se come mal. Si la comida preparada y la llamada fast food son la base de nuestra alimentación es probable que nuestro organismo reciba una excesiva cantidad de grasas y pocas vitaminas y proteínas. Cocinar platos sencillos, un pescado o una carne a la plancha, un salteado de verduras o una ensalada de pasta no es tan complicado y asegurará la ingesta de platos saludables.

Otro de los cambios básicos para que nuestras costumbres sean aliadas de nuestra línea hace referencia a los líquidos. Nuestro organismo necesita al menos 1,5 litros de líquidos para mantenerse en perfecto estado. Elimina o reduce la ingesta de alcohol y bebidas azucaradas y sustitúyelas por agua, zumos naturales e infusiones, no sólo reducirás peso sino que además eliminarás toxinas y notarás una mejora general a los pocos días en tu cuerpo y en el estado de tu piel.

La forma de cocinar los distintos alimentos también influye a la hora de ganar o perder peso. Los fritos y rebozados deben limitarse, mientras que los alimentos al vapor, a la plancha o cocinados con wok, mantienen todas sus propiedades beneficiosas sin casi aportar grasas. También debemos elegir aliños que aporten sabor pero que no contribuyan a aumentar nuestro peso o que provoquen la temida retención de líquidos. Utiliza aceite de oliva virgen para ensaladas y verduras y controla la sal (verás que rápido te acostumbras a una comida no tan "sabrosa" pero mucho más sana).

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En definitiva, basa tu alimentación en la dieta mediterránea, la cual incluye el aceite de oliva como principal fuente de grasa. Consume alimentos ricos en fibras y vitaminas como la fruta fresca, verduras y legumbres. Privilegia los pescados y las aves frente a las carnes rojas y embutidos, recordando la importancia de que su preparación culinaria sea sencilla, a la parrilla, hervidos y asados. Añade las hierbas aromáticas que más te gusten, perejil, ajo, cebolla, orégano, cominos… Elige lácteos descremados y cereales integrales (sin refinar), evita las bebidas refrescantes azucaradas y suprime la bollería industrial.

Por último, hay que insistir en que tan importantes son los hábitos alimenticios como la propia forma de vida. Perder peso y estar sana implica necesariamente la práctica de algún tipo de ejercicio. Cualquier actividad que nos ponga en movimiento es válida. No es necesario hacer ejercicios extenuantes, pero debes mantenerte activa y practicar ejercicio moderado de forma regular. Tampoco se trata de ir al gimnasio necesariamente: caminar, nadar, bailar, montar en bicicleta o simplemente no coger el ascensor son posibilidades a nuestro alcance para llevar una vida más saludable en la que no sea necesario contar calorías.

Y si en algún momento pecas con tu postre favorito, no te culpabilices y mucho menos abandones tu propósito de adelgazar ni las buenas costumbres adquiridas. Retoma tus objetivos en la siguiente comida, ¡no pasa nada!

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