
Son uno de los elementos decorativos más sencillos de instalar y uno de los que más posibilidades ofrece a la hora de darle otro aire a una determinada estancia. Su capacidad para crear sensación de mayor amplitud es conocida, pero ¡ojo!, hay que saber dónde colocarlos y cuál es el espejo perfecto para cada lugar.
Gustos aparte, los espejos son magníficos adornos capaces de dar un estilo más actual, alegre y luminoso a una habitación. Las modas han influido en su uso y ubicación pecando, en muchas ocasiones, de exceso o de carencia. En este sentido hay que hacer dos puntualizaciones: una estancia con demasiados espejos (hasta en el techo) no conseguirá el objetivo de aparentar amplitud sino que creará el efecto contrario e incluso potenciará un ambiente absolutamente agobiante. En el otro extremo, una habitación sin un solo espejo (especialmente si es pequeña y no tiene ventanas) carecerá de puntos focales en los que la vista pueda expandirse acentuando la sensación de cuarto pequeño.
Un espejo es como una ventana, un foco de atención pero que sólo refleja lo que le rodea, consiguiendo dos efectos fundamentales: profundidad y visión "3D".
Aunque sea una total evidencia, hay que tener en cuenta que en él se verá lo que esté justo enfrente, algo que, por supuesto, se sabe pero que en ocasiones se olvida a la hora de decorar. Nunca coloques un espejo frente a una pared vacía por mucho que quede fenomenal en ese lugar. Esa pared sin nada "rebotará" anulando cualquier efecto de profundidad. Lo ideal es situarlo frente a una ventana para que el exterior "entre", por ejemplo, en tu salón. Al hacerlo se conseguirá la sensación de espacio abierto ya que trasladará al interior la luz natural.
A falta de un buen ventanal con un bonito paisaje, puedes dirigirlo hacia algún lugar de la estancia especialmente agradable: un rincón donde tienes varias plantas, otra pared en la que esté tu cuadro o tapiz favorito (así lo tendrás dos veces) o simplemente hacia esa lámpara que desprende una luz acogedora para que, cuando esté encendida, su luz incida en el espejo y potencie la luminosidad de la estancia (otra opción para conseguir el mismo resultado es colocar un aplique justo delante del espejo para que éste refleje y expanda la luz).
El llamado efecto 3D hace referencia a la capacidad del espejo para reflejar objetos cercanos. Colocarlos en el interior de una vitrina o estantería (pequeña), o en algún rincón apagado en el que haya, tal vez, una coqueta o mesita auxiliar llena de detalles que pasan desapercibidos, es una excelente idea. El espejo mostrará la parte trasera de esas figuritas y adornos haciéndolas más atractivas a la vista. Una simple planta delante de un espejo se verá por delante y por detrás, cobrando así protagonismo en la estancia.
Existen espejos para todos los gustos y adecuados para los distintos estilismos decorativos. Los hay de todas las formas y tamaños (recuerda que los puedes encargar a medida) y además, cambian notablemente si están o no en un determinado marco.
A la hora de elegir el que más se adapte a tus necesidades tendrás que tener en cuenta estos y otros aspectos, por ejemplo: su tonalidad, (más claros, con matices bronce, u oscuros con efecto casi negro), si están pulidos o biselados, si llevan un marco demasiado vistoso, si son adecuados para la estancia elegida (baño, dormitorio, cuarto de niños), etc.
Algunas ideas para acertar con el más indicado en cada caso y con su colocación idónea son:
Los espejos son magníficos adornos capaces de dar un estilo más actual y alegre a las estancias.
En el baño, los espejos son fundamentales e imprescindibles.
Existen espejos de muchos tipos y para todos los gustos y estilos.
Gracias a los espejos se puede lograr el efecto 3D, así como dar profundidad a las habitaciones.
Los marcos muy anchos o con demasiados adornos restan protagonismo al espejo en sí mismo y minimizan sus efectos.