El agua es beneficiosa para nuestro organismo y absolutamente necesaria para vivir, pero no caigamos en el error de sobreestimarla ni pensar que se trata de un líquido mágico que lo puede todo. No es necesario beber varios litros diarios en muchos casos, ya que como la mayoría de alimentos y bebidas que ingerimos, un exceso o defecto puede ser perjudicial para nuestro organismo.
Frente a los que proponen beber agua en abundancia están los que sostienen que tanta agua no es buena para la salud al sobrecargar los riñones, ¿quién tiene razón? ¿dónde está la verdad?
No se puede determinar con exactitud la cantidad de agua que una persona debe ingerir diariamente, pues dependerá de la actividad que el individuo desarrolle, el clima, la edad e incluso el sexo. Una señal que determinará si tu cuerpo está suficientemente hidratado será comprobar el tono de tu orina, si es clara, posee un tono amarillo suave y transparente, significará que estás hidratándote adecuadamente.
“La cantidad de agua necesaria para el organismo varía en función de diversos factores como la edad, el sexo, el nivel de actividad física, la dieta o el clima. Un adulto sano, con un nivel de actividad física moderado y en un clima templado, debe tomar al día unos 2 litros de agua si es un hombre y 1,6 litros si es mujer, según recomendación de la EFSA”, explica el profesor Jordi Salas-Salvadó, Catedrático de Nutrición y Bromatología de la Universidad Rovira i Virgili.
Además, la importancia de una hidratación saludable quedó patente en un anterior estudio publicado en el British Journal of Nutrition, y que afirma que mantener una correcta hidratación resulta clave, ya que incluso una leve deshidratación a corto plazo está estrechamente relacionada con el desarrollo de síntomas como la fatiga, la falta de atención, los problemas cognitivos o la disminución de la memoria.
Generalmente y en condiciones normales se recomienda consumir de dos a tres litros de "líquidos" al día. Hay personas que se obligan a beber dos botellas de litro y medio diarias pero olvidan que existen muchos alimentos que aportan además de agua, sales minerales esenciales para el organismo.
Definitivamente, lo importante es beber suficiente y tener en cuenta que, el organismo es el que nos dirá si tiene bastante, ya que no hay un límite máximo de cantidad de agua que se deba tomar, se calcula que el riñón es capaz de filtrar hasta 15 litros diarios sin demasiados problemas, pero muy poca gente podrá llegar a consumir tal cantidad sin padecer molestias, habrá quien en un día beba entre tres y cuatro litros, mientras otro no llegará al litro. De este modo se concluye que beber más de tres o cuatro litros al día no es una norma recomendable.
Cabe destacar que existen situaciones en las que es necesario regular el consumo de agua, especialmente si se padece alguna enfermedad renal o se están tomando diuréticos.
Desde luego que no. Nuestro organismo no sólo obtiene la cantidad de líquido que necesita con la ingesta de agua. Los zumos, infusiones, sopas, leche… aportan líquidos que hidratarán nuestro organismo.
No. La comida sólida que ingerimos también contiene agua, las verduras y frutas son especialmente ricas en agua. Inclusive en alimentos como los frutos secos, carnes y pescados está presente el agua. Un ejemplo pueden ser las “patatas asadas”, en las que se aprecia un 75% de agua.
Es por tanto de vital importancia mantener una dieta equilibrada que nos provea la hidratación necesaria.
Únicamente es conveniente consumir agua mineral si el agua de tu ciudad tiene algún problema como por ejemplo niveles altos de plomo o quizás aguas muy duras que no resulten agradables al paladar. Si no es tu caso no hay ningún motivo por el cual no consumir agua del grifo. Tu elección será una cuestión de gusto pero no de salud.
Es importante recordar que el agua mineral con gas o demasiada sal puede provocar gases, hinchazón y/o retención de líquidos y es importante tenerlo en cuenta.
Sí, indudablemente es muy beneficioso siempre que no abusemos de ella. El agua es indispensable para vivir y resulta fundamental para conseguir un óptimo funcionamiento de nuestro organismo. El proceso de asimilación de nutrientes, regulación intestinal y digestiva, control de la temperatura corporal, eliminación de toxinas vía renal, e hidratación de las mucosas, son entre otras, funciones que requieren de una correcta hidratación.
Pero ¡ojo!, si bebemos en exceso cuando no requerimos tales cantidades, podríamos correr el riesgo de perder sales minerales esenciales para el organismo, el potasio es una de ellas. Por tanto, bebamos e hidratémonos correctamente, pero no de forma compulsiva.
El agua no tiene el poder de adelgazar, ya que ningún tipo de agua es capaz de eliminar la “grasa” de nuestro organismo. Pero es cierto que el agua en cualquier programa de adelgazamiento es vital y de gran ayuda, evitará en muchos casos el estreñimiento y colaborará en las funciones de eliminación de toxinas de forma muy eficaz. Beber diariamente medio litro de agua en ayunas en un intervalo de 20 minutos, favorece la absorción de los líquidos que se ingieren durante el día, mejora el tránsito intestinal, evita la retención de líquidos y ejerce una función de arrastre de toxinas. Además, es muy beneficioso beber agua e infusiones fuera de las comidas.
Indudablemente al practicar deporte nuestro organismo requerirá de un mayor aporte de agua para recuperar los líquidos perdidos con la sudoración. Además si mantenemos nuestro cuerpo hidratado durante el ejercicio aumentaremos nuestra resistencia. Pero si nuestro ejercicio no es a nivel de competición tampoco será necesario exagerar en la ingesta de líquido.
Normalmente bastará con ingerir un vaso de agua al comienzo de tus ejercicios y otro a su finalización, en el caso de que no prefieras optar por una bebida isotónica que te haga recuperar las sales minerales perdidas con el sudor.
Es importante que aprendamos a escuchar a nuestro organismo, algunos síntomas como dolor de cabeza, sequedad en la piel, labios agrietados, mareos, hinchazón abdominal, retención de líquidos… podrán darnos la señal de alarma y reconoceremos fácilmente que no estamos ingiriendo la cantidad de agua necesaria para sentirnos enérgicos y mantener un óptimo estado de salud.
Algunas patologías requieren de un mayor consumo de agua para mantenerse controladas y evitar las crisis, como es el caso del asma. Consumir menos sal y reducir aquellos alimentos ricos en sodio, mejora y reduce el asma y la sintomatología de la enfermedad. La dieta del asmático debe ser rica en frutas y verduras, bebiendo agua en abundancia. Las mejorías en los pacientes asmáticos pueden ser muy notables simplemente incrementando el aporte de agua y reduciendo el de sodio.