
La buena salud dental es un propósito que debe comenzar desde la infancia, momento en el que se hace necesario adquirir una serie de hábitos que facilitarán y mejorarán la vida en el futuro. Y es que incluso los dientes de leche deben estar bien cuidados, a pesar de que su duración media es de 6 años, debido a que si estos dientes sufren de caries, los permanentes las heredarán.
Con el fin de favorecer la salud dental de los más pequeños, existen algunos alimentos "amigos" para los dientes que conviene tener presentes en la dieta infantil:
El queso es el alimento perfecto para la salud bucal: es rico en calcio y fósforo, ayuda a equilibrar el pH de la boca, reconstruye el esmalte dental y estimula producción de saliva.
Las temidas caries son causadas por los ácidos creados por las bacterias de la boca que se producen después de comer, cuando éstas metabolizan los azúcares que provienen de los alimentos. Así que resulta fundamental inculcar los hábitos de higiene dental para prevenir la caries.
Según la doctora Beatriz Casillas, directora de Ortoclinik, "un peligro añadido de las famosas chuches, de las golosinas, es que al quedarse incrustados permanecen mucho tiempo pegados a los dientes, y eso supone un peligro si el niño no tiene costumbre de cepillarse los dientes".
Por otra parte, el consumo excesivo de azúcares no solo afecta a la salud dental de los niños, sino que aumenta el riesgo de sobrepeso, diabetes o síndrome metabólico, entre otras enfermedades, por lo que es necesario que la dieta de los niños sea sana y equilibrada.
Aunque es común pensar que la limpieza bucal del bebé no debe realizarse hasta que le hayan salido todos los dientes, hay que tener presente que el cuidado de los dientes y encías de nuestros hijos debe hacerse desde el momento que nacen. Muchas mamás no lo saben, pero en la sexta semana del embarazo los dientes ya se están formando.
Desde el primer momento de vida del bebé fuera del útero, la madre tiene que verificar que el interior de la boca del pequeño esté libre de irritaciones, malformaciones e incluso de dientes prematuros.
Hacia los seis meses de edad se inicia lo que se conoce como la primera dentición, los llamados "dientes de leche". A partir de ese momento habrá de llevarse a cabo una rutina diaria de aseo bucal que será realizada por la madre o la persona a cargo del bebé. La limpieza bucal puede hacerse con una gasa estéril, introduciéndola en la boca del niño y frotando con ella los dientes para retirar los residuos de comida acumulados.
Poco a poco, bajo la supervisión de un adulto, el niño aprenderá a cepillarse. Para que el cepillado de los dientes cumpla eficazmente su cometido, es preciso que se convierta en una rutina cotidiana al levantarse, después de cada comida y, nuevamente, antes de acostarse. La regularidad es determinante, ya que la placa bacteriana se forma de manera continua y, sólo eliminándola una y otra vez, se podrá evitar su efecto nocivo.
Es preciso que los padres conozcan cuál es la técnica correcta del cepillado dental antes de enseñarlo a sus hijos, porque si el procedimiento no se aprende bien desde el principio, después resulta difícil de corregir.
Paralelamente al aseo, hay que seguir una dieta adecuada en la que se reduzca la cantidad de azúcar que permanece en la boca del niño (caramelos, confites y frutos secos). También se debe evitar que duerma con el biberón en la boca, en especial si contiene leche o jugos, ya que los ácidos y el azúcar dañan el esmalte dental y favorecen la aparición de caries. Todos estos cuidados durante la primera infancia de los niños tienen que complementarse con la visita periódica al odontólogo.
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