
Tras el largo curso escolar llegan las merecidas vacaciones para los más pequeños. La rutina da paso al descanso y a la distensión, también en el aspecto nutricional. La tranquilidad y comodidad que ofrecen a los padres los servicios de comedor de los centros escolares puede llegar a transformarse en un dolor de cabeza para aquellos que, durante los meses de verano, deben asumir la responsabilidad de mantener los hábitos y disciplina alimentaria adquiridos a lo largo del curso.
Desde Scolarest, marca especializada en restauración escolar que da servicio a 160.000 escolares en nuestro país, se hace hincapié en la importancia de continuar durante las vacaciones estivales con una dieta sana, variada y equilibrada, respetando el número y horario de las comidas y manteniendo la práctica de actividad física. Podemos aprovechar el tiempo que pasaremos con nuestros hijos para aplicar algunos sencillos consejos que los expertos nutricionistas nos dan y que les ayudarán a mantener las buenas costumbres logradas a lo largo del curso:
Con estos cinco sencillos consejos ayudaremos a nuestros hijos a mantener los avances conseguidos en el comedor escolar a lo largo del año y evitaremos desórdenes alimenticios propios del verano.
Pero el verano pasa y llega septiembre, el momento del regreso al trabajo para los adultos y de la vuelta al cole para los más pequeños. No podemos obviar que, para los niños, decir adiós a las vacaciones de verano es lo más difícil de todo el año. Se acaba la piscina, las 24 horas de juegos, acostarse tarde y los helados.
La vuelta al cole trae consigo la modificación de hábitos adquiridos durante los tres meses anteriores y hay que ponerse las pilas para coger la rutina de los siguientes nueve meses.
Para ello hay que volver a acostumbrarse a dormir al menos ocho horas, acostarse más temprano y levantarse más temprano también. Es necesario una buena dosis de energía y una óptima hidratación para enfrentarse a un largo día de profesores y deberes. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria recomienda la ingesta de 1,6 litros de agua diarios para niños de entre 4 y 8 años, y es que la deshidratación puede ser una de las causas del agotamiento físico. Por eso, es importante que no falte una botella de agua en su mochila.
Para el resto del día ya lo sabemos: comer de todo sin excederse en las cantidades. Los hidratos de carbono tienen que estar presentes en forma de arroz, pasta, pan o patatas, y la fruta y la verdura tampoco pueden faltar en el calendario de la dieta de la vuelta al cole. Aunque son las grandes enemigas de los niños, son necesarias para una buena nutrición.
Y las otras odiadas, las verduras, "son aburridas", pero trituradas en una crema o en un gazpacho pueden construir un ideal primer plato para irse a la cama con el objetivo de empezar un nuevo día con tanta o más ilusión y energía que el anterior.
España es el segundo país de la Unión Europea con mayor índice de obesidad infantil, y esto es debido a que los niños se alejan cada vez más de la saludable dieta mediterránea, cambiando la fruta, la verdura y las legumbres por los fritos, la carne y la bollería industrial. Enseñarle a comer bien desde pequeño es esencial para su bienestar presente y futuro, y es tu responsabilidad ayudarle en ese aprendizaje.
Acostúmbrale a comer de todo, elaborando platos atractivos que le entren por la vista. Anímale a participar en su preparación.
Además, aunque los niños sin problemas de salud puedan e incluso "deban" darse caprichos menos sanos de vez en cuando -a fin de inculcarles hábitos sanos flexibles que no les generen obsesiones ni privaciones innecesarias que invitarían a abandonar en el futuro los hábitos saludables y equilibrados- , procura escoger para ellos alimentos nutritivos y naturales como las frutas, las verduras, las legumbres, cereales completos, carnes magras, frutos secos, grasas insaturadas…
La vitamina D es un nutriente básico para que el organismo absorba adecuadamente el calcio y para reforzar el sistema inmunológico.
Según un estudio del Hospital Infantil de Boston, dos de cada cinco niños presentan un déficit de esta vitamina presente en la yema de huevo o la leche.
Dado que esta carencia a largo plazo podría debilitar las defensas de los pequeños y favorecer las fracturas óseas, es vital que los padres estén atentos a su nutrición y les provean una dieta equilibrada sin carencias de esta vitamina, esencial para su correcto desarrollo.