El ajo es, sin duda, uno de los condimentos más populares de la cocina mediterránea. Presente todo el año en el mercado, pesa entre 30 y 100 gramos, aunque algunos pueden alcanzar los 200 gramos. Esencialmente se diferencia entre ajos blancos y ajos morados, aunque dentro de cada grupo haya denominaciones como "rojo de Provenza", "canario" o "rosa temprano".
Entre una larga lista de propiedades y beneficios para la salud podemos destacar que el ajo reduce la hipertensión, estimula la actividad de los órganos digestivos, está considerado un antibiótico natural dadas sus propiedades germicidas y protege al organismo contra los efectos dañinos de los radicales libres gracias a su poder antioxidante. Es, por todo ello, una verdadera joya para la salud. Puedes descubrir más datos nutricionales del ajo aquí.
Los bulbos han de ser compactos, estar limpios de tierra y libres de moho, manchas en la piel o germinación, señales de una conservación deficiente que se traducirá en dientes más blandos o resecos.
Una vez en casa, la mejor forma de conservar los ajos es guardarlos en lugar fresco, seco, ventilado y protegido de la luz, de lo contrario es muy fácil que germinen. Conservándolos de este modo los ajos se mantendrán en perfecto estado al menos 20 días, aunque es más que probable que aguanten más tiempo.
En los fogones, los ajos son la base de los sofritos que sirven de base y soporte fundamental a numerosísimos platos de la gastronomía mediterránea, tal es el caso de algunas sopas tradicionales: sopa de ajo, ajoblanco… Además, el ajo es un ingrediente indispensable en sabrosas salsas como el alioli, el pil-pil o el romesco.
No se pueden olvidar los ajos tiernos, deliciosos para degustar en revueltos con espárragos, setas o gambas.
Algunos consejos y recomendaciones relacionadas con los ajos, te serán de gran ayuda a la hora de cocinar: