Limpiar las alcachofas retirándoles las partes duras, procurando que queden lo más iguales posible entre sí. Se entreabren ligeramente las hojas y se bañan en agua con zumo de limón. Después se deja que escurran el agua sobre papel de cocina absorbente y seguidamente se colocan en un recipiente, de forma que queden boca arriba y apretadas para que no se muevan.
Sobre cada alcachofa se añade sal, pimienta, un pellizco de pan rallado, un poco de huevo cocido y jamón, ambos picados y tres cucharaditas de aceite de oliva virgen. Añadir agua sin que las llegue a cubrir por completo, taparlas y ponerlas a hervir.
Cuando las alcachofas estén tiernas y en su punto, el agua habrá desaparecido, quedando sólo el aceite.