
El mes de septiembre es famoso por la vuelta generalizada al trabajo tras meses en los que el relax y la diversión marcan las horas. Según algunos estudios el 65% de los trabajadores sufre el temido "síndrome postvacacional", que se caracteriza por un cansancio no justificado, angustia y trastorno del sueño.
Nos adentramos en el otoño, las primeras lluvias y bajadas de temperaturas nos alertan de que aún queda mucho hasta las próximas vacaciones. Los más afortunados han conseguido viajar a parajes exóticos, ciudades de ensueño y playas paradisíacas, los menos se han quedado en costas y pueblecillos cercanos con familiares o amigos. La crisis hace mella en el sector turístico, sin embargo, las ansiadas vacaciones han hecho que incluso los más afectados económicamente se hayan ido de escapada y se vean aún más apurados a la vuelta.
Encontrarse encerrado entre cuatro paredes, la incorporación al puesto de trabajo en el caso de los que no están en paro, las carencias desde inicios de mes y los kilos de más con los que se suele llegar, son los detonantes ante posibles rupturas de pareja, discusiones cotidianas y problemas de convivencia.
La presión que uno siente cuando se dan todos estos antecedentes se llama estrés postvacacional, y sólo existe un modo de superarlo, con fervor y ahínco, para volver a la normalidad y hacer de la rutina un nuevo concepto que se entienda como un cambio a algo mejor, que calme tu sed inquieta de inconformismo.
A nosotras las mujeres, el estrés postvacacional nos afecta un poco más ya que los cambios hormonales influyen notablemente en el carácter. Estadísticamente la mitad de la población femenina comprendida entre los 28 y 45 años sufre este síntoma.
Si tienes sensación de ahogo, te cuesta levantarte por las mañanas más que nunca, si tu mundo se te cae encima y te ves sin fuerzas, desmotivada e incluso más fea, estas irritable y todo te molesta, sin duda padeces este tipo de estrés, el cual no tiene por qué empezar a notarse justo al regreso de las vacaciones.
Bien es cierto que hay personas más propensas a sufrir este trastorno ya que la personalidad influye muchísimo, e incluso condiciones hereditarias.
De todos modos, más allá de la vulnerabilidad genética, el motivo real de quienes lo padecen es el descontento por lo que hacen, es decir, la gran mayoría no ejerce en su trabajo lo que le hubiera gustado o en lo que está preparado, otro aliciente más. Si no se trata este tipo de estrés adecuadamente, puede convertirse en una patología.
Te ofrecemos los mejores consejos para dar con la puerta en las narices a este síndrome. ¡Toma nota si quieres que tu vuelta a la rutina no se convierta en un auténtico suplicio!
Con un poco de esfuerzo conseguiremos embaucarnos de esta nueva etapa que nos espera, viendo el lado positivo de las situaciones y valorando más el entorno.
Si los síntomas prevalecen aún intensificando estas prácticas que hemos recomendado, te sugerimos que acudas a un especialista o psicólogo que pueda darte de un modo más profesional una solución alternativa.