Su color, su aroma y su sabor dulce y delicado las convierten en una de las frutas más atractivas a los ojos y al paladar. Ricas en vitaminas, especialmente C y minerales como el potasio tienen además un alto contenido en agua y fibra por lo que son un dulce capricho de lo más saludable y compatible con cualquier dieta.
En su punto, no necesitan aderezo alguno, aunque están deliciosas espolvoreadas con un poco de azúcar, con zumo de naranja, con la clásica nata montada, o bañadas en chocolate o leche condensada para los más golosos. También puedes intensificar el sabor de las fresas consumiéndolas aliñadas con un buen vinagre (ideal el balsámico), azúcar y una pizca de pimienta negra. Junto a estas formas habituales de tomarlas, otras sugerentes propuestas, con menos calorías, para que puedas variar y comer todas las que quieras son por ejemplo:
Ingredientes:
Lava y trocea las fresas y déjalas macerar en el zumo de naranja y limón al menos dos horas. Prepara una especie de almíbar diluyendo la miel en el vino blanco (no es necesario hacerlo al fuego). A mitad del tiempo de maceración, incorpora el vino al bol de las fresas y colócalo en la nevera al menos la última media hora.
Ingredientes:
La menta casa a la perfección con las fresas. Lava y trocea las frutas y ponlas en un bol. Diluye el azúcar en la leche y cubre las fresas. Espolvorea con la menta y deja reposar en nevera.
Ingredientes:
Tritura, con ayuda de la batidora, las fresas hasta conseguir una crema ligera (si quieres puedes pasarla por un colador si no te gusta que se vean las diminutas pepitas). A continuación, incorpora el queso y el azúcar al gusto mientras bates nuevamente con varilla. Prepara las claras a punto de nieve (añade un pellizco de sal para una mayor firmeza) e incorpóralas lentamente a la mezcla. Deja enfriar al menos tres horas.
Ingredientes:
Lava y trocea las fresas. Mezcla el yogur con el zumo de limón y el azúcar (con tenedor o varilla) hasta obtener una crema muy ligera. Parte los frutos secos en trozos pequeños (puedes ayudarte de un mortero, aunque se trata de dejarlos, diminutos pero enteros). Monta el postre en copas individuales, vertiendo la crema de yogur sobre las fresas salpicadas con los frutos secos.
Esta deliciosa fruta no tiene por qué limitarse a los postres, puede formar parte de otros platos como este espectacular entrante.
Ingredientes:
Corta la lechuga y la cebolleta en tiras finas (juliana). Trocea las fresas y parte el queso en dados pequeños. Mezcla todos los ingredientes aderezando la ensalada con aceite y sal al gusto, unas gotas de vinagre (muy poca cantidad) y la miel. Espolvorea con las especias. Crearás un sorprendente contraste de sabores.
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Lava y trocea las fresas y déjalas macerar en el zumo de naranja y limón al menos dos horas. Prepara una especie de almíbar diluyendo la miel en el vino blanco (no es necesario hacerlo al fuego). A mitad del tiempo de maceración, incorpora el vino al bol de las fresas y colócalo en la nevera al menos la última media hora.
Con fresas, yogur, un poco de azúcar y unos frutos secos para espolvorear, puedes disfrutar de un postre o merienda delicioso, nutritivo y muy saludable.
Tritura, con ayuda de la batidora, las fresas hasta conseguir una crema ligera (si quieres puedes pasarla por un colador si no te gusta que se vean las diminutas pepitas). A continuación, incorpora el queso y el azúcar al gusto mientras bates nuevamente con varilla. Prepara las claras a punto de nieve (añade un pellizco de sal para una mayor firmeza) e incorpóralas lentamente a la mezcla. Deja enfriar al menos tres horas.
Esta deliciosa fruta no tiene por qué limitarse a los postres, puede formar parte de otros platos. ¡Pruébala en tus ensaladas!