La dieta atlántica: descubre sus bases y las diferencias con la dieta mediterránea

Descubre las claves de la dieta atlántica que, pese a no ser tan conocida como la mediterránea, es igualmente cardiosaludable y muy variada.

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Restaurante Montes de Galicia
La dieta atlántica forma parte de la tradición gastronómica de aquellos países bañados por el Atlántico, tales como Francia, Portugal y también España, especialmente en zonas como Asturias, País Vasco, Cantabria o Galicia.

Este tipo de alimentación se caracteriza por un mayor consumo de proteínas de origen animal, fundamentalmente procedentes de carnes rojas, huevos, lácteos pero también legumbres. Se acompañan de patatas, verduras y frutas, todas ellas cocinadas de manera sencilla y muy precisa, cuidando mucho sus ingredientes.
Restaurante Montes de Galicia

Las diferencias con la dieta mediterránea

La principal diferencia de la dieta atlántica respecto a la mediterránea es que en la primera hay una mayor ingesta de proteínas en detrimento de los hidratos de carbono. Cabe resaltar que los productos tradicionales de la zona atlántica tienen una importante concentración de ácidos Omega 3, que están en las membranas que protegen nuestras células de la degeneración propia de la edad, y también juegan un papel destacado en la protección cardiovascular.

Rocío Yagüe, jefa de sala del restaurante Montes de Galicia nos amplia las claves de este tipo de alimentación:
Gtres
  1. Consumo de tres a cuatro veces por semana de pescados y mariscos (moluscos y crustáceos), que constituyen la gran reserva natural del Atlántico. También se consume carne roja, eso sí, con moderación.
  2. Los panes elaborados con harinas integrales o de grano entero, así como las patatas, especialmente cocidas, como las que pueden encontrarse en el tradicional pulpo con cachelos o el lacón con grelos.
  3. Consumo alto de frutas y hortalizas, como el repollo, las berzas, los grelos, las judías, pimientos, cebollas, zanahorias, guisantes y ajos. También se utiliza el aceite de oliva, especialmente para aderezar en crudo.
  4. Ingesta diaria de lácteos, tanto en forma de leche, como en derivados fermentados (yogur, cuajada, tarta de queso…).
  5. Ingesta abundante de líquidos, especialmente agua, aunque tampoco se puede olvidar el vino, que se consume siempre con las comidas.
  6. Destaca la sencillez en la preparación de los platos para mantener la calidad de las materias primas y su valor nutritivo. Las técnicas culinarias más empleadas son la cocción y la plancha.
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