
Sudamos porque nuestro organismo necesita eliminar toxinas y mantener una correcta y constante temperatura corporal. Se trata por tanto de un proceso fisiológico totalmente saludable y natural. Sin embargo, a pesar de sus virtudes, quienes transpiran en exceso sufren un auténtico calvario provocando en algunos casos problemas de autoestima, aislamiento social y crisis de ansiedad. El problema se produce cuando las glándulas sudoríparas eliminan un exceso de agua produciendo sudor de manera casi constante y en una cantidad que llama la atención. Es lo que se conoce como hiperhidrosis y existen distintos métodos para regular esa sudoración excesiva o incluso conseguir que, definitivamente, deje de ser un problema que puede afectar de forma importante a la autoestima y a las relaciones sociales.
La llegada del verano y el calor puede significar un problema para muchas personas que sufren exceso de sudor o hiperhidrosis. El temido sudor afecta al propio bienestar de la persona que lo sufre, interfiriendo de forma negativa en los diferentes ámbitos de su vida.
Como nos explica la Dra. Maribel Serrano, experta en hiperhidrosis, "el sudor es un mecanismo de defensa del organismo para mantener una correcta temperatura corporal, y evitar que se alcancen niveles críticos y que pueda llegar a afectar al funcionamiento de los órganos. La temperatura corporal es más baja mientras dormimos, y más alta cuando estamos despiertos, aumentando según la actividad que se realice".
La transpiración cutánea es el resultado de la actividad de las glándulas sudoríparas presentes en nuestra superficie cutánea. De su continuo trabajo, regulado por estímulos nerviosos, hormonales y ambientales, la sudoración se produce en mayor o menor medida. A través de la producción del sudor y de su salida a la capa epidérmica se activan dos mecanismos fundamentales, por un lado la eliminación de sustancias que el organismo no necesita, por otro, la termorregulación.
La composición del sudor varía según la persona, el momento y la zona cutánea, pero dado que se trata de un derivado del plasma sanguíneo, es muy parecido a éste, siendo sus principales componentes el sodio, cloro y potasio, junto con la urea y el ácido láctico. Además, contiene una pequeña cantidad de glucosa.
Incluso cuando no se percibe que se suda, en el transcurso del día se produce una sudoración continua, en torno a 500 ml. Sin embargo, en determinadas circunstancias, por ejemplo, mientras la práctica de ejercicio físico, la sudoración aumenta considerablemente.
Por otra parte, el sudor, además de desempeñar una importante función fisiológica, es responsable de la formación de olores desagradables, ya que aunque la secreción producida por las glándulas sudoríparas no desprende ningún olor, éste se forma con la acción de la flora bacteriana presente en la piel. Es por ello que cada persona tiene un olor propio.
Las causas que pueden provocar sudoración son:
Estas causas pueden provocar un sudor excesivo, cuya patología se denomina hiperhidrosis, que llega a afectar a una de cada 1.000 personas.
La hiperhidrosis es un problema que afecta a millones de personas y que se localiza generalmente en la palma de las manos, la planta de los pies o axilas y que se debe a una incapacidad del cuerpo de regular de forma adecuada la temperatura corporal. Si tu caso es preocupante, debes consultar al médico porque habrá que determinar las causas que provocan esta disfunción. Una sudoración excesiva puede ser síntoma de que algo no funciona correctamente: trastornos hormonales, tiroides, reacción a algún medicamento, ansiedad… También, el origen puede estar en un problema de estrés o de ansiedad no controlado. En cualquier caso, el especialista determinará qué solución es la correcta para ti.
Se pueden distinguir dos tipos de hiperhidrosis (secreción excesiva de sudor):
Se observa en variadas circunstancias: embarazo, obesidad, menopausia, ansiedad, hipertiroidismo, consumo de alcohol y opiáceos.
Se desencadena por estímulos estresantes y emocionales. Afecta por regla general a las palmas de las manos, plantas de los pies, axilas y región craneofacial, padeciéndola una de cada 10.000 personas, y por lo general se manifiesta desde la infancia. Se desconoce lo que la ocasiona y se cree que es motivo de una hiperactividad del sistema vegetativo simpático.
Lógicamente, extremar las medidas de higiene, el aseo diario, resulta fundamental, no porque este hábito necesario haga que disminuya la producción de sudor, sino porque evitará que posibles bacterias lo puedan alterar provocando un olor desagradable. Si la persona suda mucho se aconseja un mínimo de dos lavados diarios con agua y jabón. Si no es posible, se pueden utilizar toallitas húmedas o algodones empapados en alcohol e ir limpiando las axilas cada vez que el sudor incomode. De todos modos, no te obsesiones. El sudor en sí mismo no huele mal. Si sudas, aunque te preocupe esa mancha poco estética que te hace sentir incómoda, puedes estar tranquila porque tu ducha diaria es la mejor garantía de ausencia de malos olores.
Además, puedes aliviar el problema siguiendo unos sencillos consejos:
Los remedios caseros también pueden ser un excelente aliado para combatir el problema, ayudando a controlar de manera efectiva y muy sencilla ese sudor que te parece excesivo.
Las infusiones de salvia dan excelentes resultados para regular la secreción de sudor. Hierve dos cucharaditas de las hojas de esta planta en medio litro de agua y toma al menos un vaso diario.
Los aceites esenciales también pueden ayudarte. Unas gotas de aceite esencial de ciprés diluidas en agua son perfectas para dejar tus pies frescos y con el sudor bajo control. Lo mismo ocurre con el aloe vera. Diluye unas gotas de su aceite esencial en el baño o mézclalas con algún otro aceite neutro (oliva, almendras…) y, con una gasa, aplica unos minutos en las axilas. Te quedarán ultra suaves y, además, dadas las propiedades antibacterianas y fungicidas del aloe, perfectamente protegidas contra la posible aparición de olor desagradable.
También puedes hacer tu desodorante casero hirviendo en medio litro de agua una cucharada pequeña de tomillo y una de romero. Cuando la mezcla esté fría, añade un chorrito de vinagre de manzana (más suave y menos oloroso que el de vino). Aplícatelo mediante un disco, gasa o algodón en las axilas cada noche.
Si crees que tu problema necesita una solución más radical, infórmate sobre otras opciones a tu alcance (previa consulta médica). Tienes, por ejemplo la iontoforesis, un tratamiento que se basa en la introducción de iones mediante suaves corrientes eléctricas (permiten el control del sudor de manera temporal, máximo 2-3 días).
Otra solución son las inyecciones de toxina botulínica en la zona conflictiva (axilas, manos, pies), la única opción no quirúrgica capaz de bloquear la hiperactividad de las glándulas que generan el sudor. El conocido como botox paraliza la actividad de las glándulas sudoríparas dificultando en gran medida que puedan expulsar el sudor (no todos los expertos aconsejan esta técnica porque hay que recordar que el sudor es un método de regulación del propio organismo).
Desde hace más de 20 años el botox es utilizado en especialidades como oftalmología y neurología en tratamientos de larga duración en niños y en cantidades 10 veces superiores a las utilizadas en el tratamiento de la hipersudoración. Así que, como conclusión, podemos destacar que la cantidad que se usa en este tipo de tratamiento es muy pequeña y adecuada para que el botox actúe contra el sudor.
También es un método temporal, siendo capaz de inhibir entre seis y dieciocho meses el neurotrasmisor responsable de la sudoración. El paciente puede incorporarse a su vida diaria de forma inmediata. El resultado podrá apreciarse a partir del tercer o cuarto día y con el paso de los días se observará una reducción progresiva del sudor en la zona tratada.
Por último, el tratamiento más extremo es la cirugía laparoscópica, encaminada a anular la acción de los nervios que emiten la señal para que las glándulas sudoríparas entren en acción. Por supuesto, es una operación que requiere para su correcta realización cirujanos especialistas en la materia.
La cantante y actriz Jennifer Hudson, delatada por su vestido.
Garima Parnami tuvo un descuido y no se percató de la gran mancha de sudor que lucía en su axila.
Tom Cruise parece sufrir un exceso de sudoración, solo hay que observar la gran mancha de sudor que luce en su axila.
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Cristiano Ronaldo en Madrid, luciendo músculo y mancha de sudor con su ajustadísima camisa.
El cantante, con los brazos abiertos durante la promoción de su disco "Mío", luciendo manchas de sudor en la axila.