¿Sabías que no hay nada mejor que tomar una ducha bajo un chorro de agua fresca? Te lo demostramos:
Cuando pasamos 10 minutos bajo la ducha con agua caliente, las venas se dilatan. Por el contrario, el agua fría conseguirá contraerlas y activará la circulación sanguínea notablemente.
El agua fría sobre la piel favorece la circulación sanguínea, lo que producirá una mejor oxigenación de los músculos, tonificándolos y revitalizándolos.
Con el agua caliente se logran dilatar los poros y eliminar toxinas. Utilizando agua fría para tu ducha, obtendrás un efecto tensor inmediato en la piel.
Científicos de la Virginia Commonwealth University (EE.UU), han demostrado que puedes mejorar tu calidad de vida con una larga sesión de ducha de agua fría. Se debe a que los chorros de agua fría aumentan el nivel de noradrenalina, un neurotransmisor de poder euforizante. ¡Ya lo sabes! Cuando te sientas sin energía y decaída, date una ducha de agua fresca y verás las cosas de otra manera.
Uno de los trucos de belleza más antiguos que hay es el de terminar la ducha con agua fría. Después de estar unos minutos disfrutando de una cálida ducha, lo ideal es echar agua muy fría por todo el cuerpo.
De esta manera se consigue que las venas del cuerpo se contraigan y así se reactiva la circulación sanguínea. La práctica continuada de este consejo nos ayudará a tener unas piernas y un trasero más revitalizado y tonificado, además, ayudará a prevenir la aparición de varices.
También se realiza una técnica denominada "baños de contrastes", en las que te expones un minuto de agua caliente seguido de un minuto de agua fría, y lo repites varias veces. Además, está demostrado que el agua fría despeja y alerta los sentidos, por lo que si te duchas por las mañanas te sentará mejor que un buen café.
¿Sabías que con una ducha tonificante puede mejorar notablemente el estado de la piel? Convertirla en todo un tratamiento de belleza sólo te tomará unos pocos minutos y tu piel estará más suave y tersa que nunca. Ficha el paso a paso:
Comienza el ritual de la ducha tonificante aplicando una mascarilla corporal según tu tipo de piel, nutritiva si es seca, hidratante si es normal y de arcilla si es grasa. También puedes combinar dos mascarillas para cada necesidad, ya que es frecuente que algunas zonas de tu piel acusen la sequedad mientras otras pueden presentar granitos e imperfecciones. Deja correr el agua caliente para que el vapor inunde el cuarto de baño, dilatará los poros potenciando la absorción de la mascarilla además de los principios activos de los productos que se apliquen después.
Ya en la ducha y tras retirar la mascarilla, llega el momento de eliminar las células muertas empleando un producto exfoliante suave. Si te va lo natural, te recomendamos este exfoliante corporal casero de manzana. Con un guante de crin efectúa un masaje con movimientos rotativos y ascendentes, insistiendo en las zonas más ásperas como los codos y rodillas.
Para terminar, utiliza un gel suave tonificante (son ideales los elaborados con agua termal, algas y minerales) y deja correr el agua templada sobre el cuerpo, siendo ideal terminar con agua fría para beneficiarte de su poderoso efecto tensor, ¡ya conoces sus beneficios!
No olvides reponer el manto hidrolipídico de la piel utilizando una loción hidratante. Aplícala mediante un suave masaje circular y ascendente hasta su completa absorción.
¡Lista! Te recomendamos disfrutar de esta ducha tonificante una vez a la semana, o al menos una vez cada dos semanas para mantener tu piel tan tersa y suave como la de un bebé.