Llega la Navidad y tenemos ganas de divertirnos, de celebrar con la familia, con los amigos, de reunirnos en una mesa con platos apetecibles. Estamos deseosos de disfrutar de esas espectaculares recetas especiales que se preparan para la ocasión, pero también tenemos miedo de perder la línea, esa que tanto nos ha costado guardar para lucir espectaculares en las fiestas.
Sin perder la perspectiva de que estos días son para ser lo más felices que podamos, se puede ser un buen comensal sin echarle un gran pulso a la báscula. Según la nutricionista Rosa Ordoyo, si nos descuidamos y nos entregamos a cócteles, aperitivos y postres, además de suculentos menús, podemos llegar a engordar hasta cuatro kilos durante la Navidad. Para evitarlo, la clave está en tener presentes estos consejos sobre lo que debemos y no debemos comer en estas fiestas:
Abusar del dulce es lo peor que puedes hacer cuando se trata de mantener la figura y no engordar. Si hemos comido bien, estaremos en disposición de ese pequeño sacrificio que supone rechazar la tarta, el helado, el plato con más azúcar, en definitiva. Qué decir de los dulces típicos navideños, una bomba calórica, el mazapán, turrones y polvorones. Para no fallar a la tradición, la recomendación es tomarlos solo en los días señalados y sin abusar. ¡Nada nos obliga a acabar con la bandeja de delicias navideñas!
Mucho cuidado con ese plato de entremeses que luce en la mesa con embutidos de primera calidad. A pesar de la etiqueta de ibérico, o sin ella, tienen demasiada grasa. Los fritos y precocinados de los entremeses calientes que pueden acompañar tampoco son aconsejables por su riqueza en grasas saturadas.
El alcohol es el gran enemigo, puesto que nos acompaña desde el aperitivo casi hasta la cena en los días clave. Al margen de si debemos o no conducir o de cómo nos siente, suma y suma calorías "vacías". Esa copa de champagne o cava para brindar es ineludible, pero atentos a los vinos dulces, el vermut, los preparados con dos tipos de bebida alcohólica y los cócteles con azúcar, engordan, y mucho.
No debemos saltarnos ninguna comida, a pesar de que estemos llenos, llenísimos de pavo, cordero o marisco. Siempre es mejor tomar algo ligero en la siguiente ingesta.
La generosidad bien entendida empieza por uno mismo. No llenes los platos. Una buena comida no se mide sólo por la cantidad. La calidad importa. Siempre es mejor quedarse con un poquito de ganas de repetir.
Lo que "sí" debes comer
Ten presentes los antioxidantes en el diseño del menú. Contrarrestarán los efectos adversos del azúcar, la grasa y el alcohol en tu organismo. La mejor manera de introducirlos es en las ensaladas. Son antioxidantes la granada, el aguacate, los arándanos, uvas rojas, cerezas, nueces y las pasas, entre otros.
Por supuesto, otra manera de incluir la vitamina C y otros elementos como el selenio y el zinc de estos alimentos antioxidantes es adornando tu mesa con una bonita fuente de fruta. Por ejemplo, con uvas rojas y cerezas. La manzana verde con piel aportará el contraste.
El color en tu plato será fundamental para todos los sentidos y en este caso sinónimo de salud. Las hojas verdes de lechuga, canónigo, rúcula, endivia, como base a un plato de marisco frío, harán las delicias de tus invitados.
La carne que menos calorías aporta es la de ave, por lo que puedes servir un buen pollo o pavo, y por supuesto, un pescado, al vapor o al horno, con toda la proteína y los minerales. Sin apenas calorías.
Si somos los cocineros de cenas o comidas importantes, reduce la sal. Ya sabemos que favorece la retención de líquidos y la hinchazón.
Come despacio, disfruta de los manjares y aprecia cada bocado. La ocasión lo merece.