Una de las señales de envejecimiento en la piel, es la pérdida de volumen y elasticidad en zonas como el rostro, cuello y escote con la aparición de arrugas, las cuales pueden ser genéticas, de expresión o debidas al paso del tiempo. Acabar con ellas es el objetivo, sin embargo, no quieres que este afán, y al mismo tiempo, pleno derecho que tienes a quitarte algunos años, te deje la cara de Nicole Kidman, Uma Thurman o Meg Ryan, así que te haces la gran pregunta: ¿cómo puedo rejuvenecer mi rostro sin terminar pareciendo una muñeca sin expresión? La solución se llama “mesoplastia facial”.
Se trata de un tratamiento sin cirugía de por medio que repone el volumen allí donde se ha perdido, tratando las arrugas y reestructurando el tejido de base a través de unas inyecciones en la dermis. Es capaz de mejorar notablemente el aspecto de la piel sin necesidad de pasar por las manos de un cirujano.
Esta técnica introduce en la dermis mediante unas finas agujas intradérmicas, sustancias que podríamos llamar milagrosas. Consisten en dosis de ácido hialurónico -usado por su gran capacidad de retención de agua-, toxina botulínica -más conocido como Botox- y ácido hialurónico reticulado -para rellenar los surcos de los labios-.
El Botox trabaja relajando los músculos y reduciendo sus movimientos, lo cual impide que se formen arrugas en la piel. Ofrece resultados inmejorables para las arruguitas que aparecen en la frente, entrecejo y patas de gallo.
El ácido hialurónico se usa porque es perfecto para dar volumen en los surcos que han dejado las arrugas y porque igualmente es genial para estimular el fibroblasto (células que estimulan la producción de colágeno); junto a las vitaminas, oligoelementos y minerales que se añaden para pronunciar su efecto. En realidad, el ácido hialurónico es una sustancia de relleno que se encuentra presente de forma natural en nuestro cuerpo y se encarga de absorber y retener agua en la piel evitando el descolgamiento y la pérdida de volumen. Con el paso del tiempo esta sustancia disminuye. El gel de ácido hialurónico se infiltra en la piel sin alterar su textura natural y ofrece resultados visibles desde el primer día manteniéndose hasta 12 meses después aproximadamente. Se trata de una técnica muy efectiva en el contorno de labios, cuello y escote, ofreciendo resultados sorprendentes.
Otra sustancia que se utiliza en la mesoplastia facial es el ácido poliláctico, que "resulta perfecto para combatir la flacidez", asegura la doctora Inmaculada Sánchez Bejo, responsable del Departamento de Medicina Estética Facial de Planas Day Madrid.
En realidad, todas estas sustancias actúan sobre la dermis y la epidermis, restaurando volúmenes y retensando la piel, de modo que se consigue estimular, regenerar y rejuvenecer la piel, pero también aumentar su densidad, aportar nutrientes y antioxidantes para mejorar la silueta facial.
Se trata de un procedimiento totalmente ambulatorio que tiene como objetivo nutrir la piel al máximo para estimular los fibroblastos, construir las columnas tensionales, reparar e hidratar los tejidos, regenerar y corregir volumen, surcos y atenuar las arrugas.
Es ideal para mujeres que lo necesiten y cuyas edades oscilen entre los 30 y los 50 años de edad. Según los expertos, a menor edad, el procedimiento sirve para una mayor prevención, revitalización e hidratación, y a mayor edad, servirá para regenerar y bioestimular.
A diferencia de otros procedimientos, como el peeling o las cremas que actúan superficialmente, la mesoplastia facial es un tratamiento que cuida la piel desde dentro.
La técnica se lleva a cabo en dos sesiones que suelen durar de 30 a 45 minutos y bajo anestesia local (sólo para evitar las molestias de los pinchazos). Después, en una segunda sesión, es cuando se aplican las vitaminas y los implantes. Eso sí, no dura para siempre. Cada cuatro o seis meses requiere de ciertos retoques.