El verano es la temporada estrella de bronceado, de calor, de noches eternas, de playa… no habría que apuntar más para apresurarse a asegurar que es la época preferida por muchos, pero también es la estación en la que se disparan los casos (no tan apetecibles) de cistitis, una infección urinaria que afecta especialmente a las mujeres y cuyos síntomas más habituales son las ganas constantes de orinar y el escozor.
La cistitis es un problema más común de lo que muchas mujeres se piensan. El 30% de la población femenina la sufren a lo largo de su vida y el 20% la vuelve a padecer a los dos meses de haberla sufrido.
Aunque las razones por las que se produce este tipo de infección son muy variadas, las principales son los pobres hábitos de higiene, la alteración de la flora vaginal por el uso de anticonceptivos, la práctica de relaciones sexuales, la resistencia a los antibióticos o una mala curación de una cistitis anterior.
Además, la cistitis es más frecuente durante el verano porque la humedad de los bañadores o el agua fría favorecen su aparición, así como por el aumento de las relaciones sexuales; todos estos factores alteran la flora regional y sus mecanismos de defensa.
Como es bastante común que la cistitis vuelve a manifestarse, nunca está de más tomar ciertas precauciones y cuidados, con el fin de desterrar lo más lejos posible a esta molesta dolencia. Reunimos los mejores consejos y recomendaciones:
Al tratarse de una infección del tracto urinario, mantener una adecuada ingesta de agua asegura un buen volumen de orina y ayuda a la eliminación de gérmenes. Por ello, no deben restringirse los líquidos en la dieta, calculando un litro y medio diario de agua aproximadamente. 10 consejos sobre higiene íntima
Hay que lavar los genitales desde la zona anterior a la posterior para evitar que los gérmenes localizados en el área anal lleguen a la uretra y puedan provocar infecciones. Se desaconseja el uso de jabones que pueden ser irritantes y contraproducentes, para ello, lo ideal es utilizar geles específicos de higiene íntima o neutros, que respeten y equilibren la flora vaginal. Además, para conseguir una limpieza extra y una mayor sensación de higiene cuando nos encontramos fuera de casa, es recomendable utilizar toallitas de higiene íntima.
Pueden modificar el pH de la vagina y hacer que proliferen las bacterias y que la zona íntima esté más desprotegida.
Con el fin de evitar que las bacterias proliferen en la vejiga y las vías urinarias, es conveniente ir al baño cada cuatro horas como máximo durante el día, aunque no se tengan ganas para no retener orina, salvo el momento de ir a dormir. También, antes y después de mantener relaciones sexuales.
No lleves prendas demasiado ajustadas y utiliza ropa íntima de algodón. Ambas acciones favorecen la transpiración y evitan que la zona esté húmeda y acumule bacterias.
Hay que evitar permanecer mucho tiempo con el mismo bañador porque la humedad facilita la proliferación de bacterias, como la Escherichia coli, un tipo de bacteria que vive en el intestino, responsable más frecuente de la cistitis.
Si las infecciones aparecen durante el periodo menstrual, evita el uso de tampones y cambia las compresas o salvaslips con frecuencia. Además, las relaciones sexuales frecuentes pueden favorecer una infección de este tipo, aunque no se transmiten por esta vía. Se recomienda el uso de preservativo y una correcta higiene antes y después del coito.
Los orgasmos son buenos aliados para mantener tonificada la musculatura del suelo pélvico, de esta forma, la vagina permanecerá más cerrada y protegida de posibles infecciones externas. Con una musculatura debilitada es muy difícil llegar al clímax; el ejercicio del suelo pélvico aumenta la sensibilidad vaginal, la sangre llegará más rápidamente al clítoris, erectándolo. Para asegurar una musculatura tonificada, se recomiendan los archiconocidos ejercicios de Kegel y los hipopresivos, una gimnasia reprogramadora de la postura y que aporta muchísimos beneficios holísticos.
Comer frutas, verduras y productos integrales con un alto contenido en fibra contribuye a regular el tránsito intestinal y así, evitar el estreñimiento que dificulta la expulsión de bacterias.
Son irritantes para la vejiga y pueden agravar los síntomas propios de la cistitis como son el picor y el ardor en la zona genital.
Un buen aliado frente a las infecciones de orina es el arándano rojo por su contenido en proantocianidina tipo A, que actúa de dos formas: elimina el E.coli a nivel intestinal e impide que el germen se pegue a la pared de la vejiga. Se recomienda tomar un comprimido por la noche, ya que es cuando se acumula más orina; en mujeres con infecciones reiterativas, se aconseja tomar un comprimido justo antes o justo después de la relación sexual.
A este respecto cabe resaltar una revisión publicada en "The Cochrane Library", que señala que el zumo de arándanos evita las infecciones de orina recurrentes en las mujeres siempre que se tome durante un mínimo de 12 meses. No obstante, los investigadores reconocen que han de descubrir la cantidad exacta que se necesita beber diariamente, además de cuánto tiempo debe consumirse antes de que el zumo comience a hacer efecto.
En caso de infecciones recurrentes, hay que determinar si se trata de una cistitis de repetición (varios episodios al año) o una recidiva, cuando reaparecen los síntomas de la infección causados por el mismo organismo. Lo ideal es realizarse un estudio médico individualizado para determinar el tratamiento, ya que hay veces que se habla de cistitis cuando en realidad se trata de la bacteriuria asintomática que no requiere medicamentos salvo en mujeres embarazadas.