Aunque los expertos señalan el exceso de sol como uno de los principales factores del envejecimiento prematuro de la piel, más del 90% de las mujeres quiere broncearse, a pesar de que saben perfectamente los riesgos que conlleva una exposición inadecuada. De hecho, más del 75% de las líneas de expresión de la piel son debidas a la exposición solar, y sólo un 20% de ellas corresponden a la edad. No obstante, los expertos dermatólogos afirman que el sol es indispensable para la síntesis de la vitamina D (importantísima para los huesos y para prevenir ciertos tipos de cáncer). Por lo tanto, sol, sí, pero con una protección adecuada.
Ahora es el momento de empezar a preparar la piel para recibir el sol en verano. Conseguir un bronceado 10 es posible siempre y cuando preparemos nuestra piel antes de las exposiciones solares y sigamos unos consejos que nos permitan disfrutar del sol y de un bronceado más rápido de forma segura.
La piel se broncea porque algunas células de nuestro organismo (los melanocitos) reaccionan ante la luz de los rayos solares segregando melanina, una sustancia que no sólo incluye los pigmentos responsables de nuestro bonito color sino que, además, ayuda a proteger la piel.
Este proceso lleva su tiempo, su ritmo natural, por lo que si quieres un bronceado más rápido, el secreto está en estimular esas células para que la producción de melanina se acelere e incremente. Llegar blanca como un papel a la tumbona y pasar horas a pleno sol intentando coger color lo antes posible es un disparate que solo puede traer malas consecuencias: enrojecimiento general, quemaduras, o algo peor. Y es que, aunque tomar el sol posee muchos beneficios, tales como la mejora del estado de ánimo o la producción de vitamina D, la exposición en ciertos horarios y sin protección, produce desde fotoenvejecimiento cutáneo, arrugas, manchas solares, flacidez cutánea y deshidratación de la piel, hasta quemaduras e, incluso, melanoma, debido a que el daño producido es irreversible y acumulativo.
Es necesario preparar el cuerpo antes de las exposiciones solares propias del verano. Una serie de medidas preventivas para conseguir un bronceado uniforme, atractivo y seguro. Como viene siendo habitual en materia de belleza, preparar la piel antes del verano es fundamental, comenzando por realizar una exfoliación profunda y mantener una correcta hidratación. Es conveniente intensificar estos cuidados unas semanas antes de la exposición solar. Hidratar y nutrir la piel al máximo los días anteriores es fundamental para que tu bronceado sea rápido, pero progresivo y duradero. Elige cremas que contengan ingredientes humectantes, colágeno y vitamina E (especialmente efectiva a la hora de potenciar la acción de los melanocitos).
Además, antes y durante el periodo estival, en el que más tomas el sol, cuídate y ayuda a tu piel a broncearse de manera natural con la ingesta de alimentos capaces de acelerar y proteger el bronceado, como los ricos en carotenos (estimulan la producción de melanina), vitamina C (te protegerán de la acción de los radicales libres, evitando el envejecimiento prematuro de la piel) y vitamina E.
El consumo habitual de frutas, verduras y hortalizas ricas en estos elementos es la mejor garantía de un bronceado rápido y seguro, a la vez que cuidas tu figura y mantienes tu peso a raya. Apuesta por un delicioso y refrescante zumo de cítricos: naranja, pomelo, lima; de frutas rojas: arándanos, sandía, fresas, o de frutas tropicales como papaya o mango, actuará como un excelente "bronceador natural" desde dentro de tu organismo.
Otros alimentos a incluir en tu dieta "especial moreno" son los que te aportan altas dosis de carotenos y betacarotenos: tomate, brócoli, lechuga, acelgas, calabaza, zanahorias… y los que incluyen en su composición un alto contenido en vitamina E: aguacate, cereales integrales y aceites vegetales como el de oliva o de girasol.
En estas fechas, prepara refrescantes ensaladas, zumos vegetales u originales menestras y además de cuidarte estarás potenciando un envidiable bronceado.
La forma en la que disfrutes del sol también influye en el resultado de tu bronceado. La protección adecuada frente a la acción nociva de los rayos solares es fundamental (y no tiene porqué retrasar el bronceado). Elige el factor de protección idóneo según tus características (si tienes dudas, elige el factor más alto) y toma el sol de manera progresiva para evitar las quemaduras y la posterior descamación (si te quemas, el moreno te durará muy poco porque la piel se renovará y caerá a los pocos días). Evita además el uso de productos que contengan alcohol y perfumes, colonias, desodorantes (pueden aparecer manchas), y aplica el fotoprotector solar 30 minutos antes de la exposición al sol, sobre la piel bien seca. Olvida la idea de darte un “atracón de sol” el primer día. Hidrata la piel en profundidad y realiza una exposición al sol progresiva, en sesiones cortas durante los primeros días, evitando siempre la exposición en las horas centrales del día (12h - 16h). Los primeros dos-tres días, limita el tiempo de exposición a unos 15 o 20 minutos (tienes que dejar que la melanina llegue a las capas exteriores de la piel para que, no sólo te broncee con un bonito dorado, sino que además proteja tu piel).
Pasado este "primer contacto" puedes prolongar la exposición siempre renovando tu protección solar (especialmente después del baño) y preferiblemente nunca en las horas en las que los rayos UVA ejercen todo su poder (desde las 12:00 hasta las 16:00). En esta hora punta, busca la sombra porque seguirás bronceándote sin darte cuenta y sin que tu piel sufra daños. Además, procura moverte para conseguir un bronceado más uniforme y natural ¡nunca te quedes dormida al sol! (salvo que cuentes con la complicidad de alguien a tu lado que te despierte a los pocos minutos).
Por último, recuerda la importancia de la hidratación. Bebe abundantes líquidos, agua especialmente, para mantener tu temperatura corporal y para que el bronceado no implique una piel reseca que aceleraría el proceso natural de descamación.
Olvídate de poner excusas, son fundamentales para prolongar al máximo ese buen color que tanto te favorece. Una ducha con agua templada (¡ojo con los cambios bruscos de temperatura!) y una buena crema específica son el mejor método para potenciar y prolongar ese bonito tono en tu piel.
Un aftersun, debe ser más que una crema hidratante, ya que, tiene que contener ingredientes que calmen, refresquen y aceleren la regeneración celular de la capa externa de la piel.
Otra opción, perfectamente compatible con las cremas para después del sol, es recurrir, una vez por semana, a un baño reparador que minimice los efectos de la "agresión" solar incorporando, al agua de tu bañera, sales de baño específicas o unas gotas de algún aceite esencial. Por ejemplo, con el aceite de almendras o con el de rosa mosqueta conseguirás resultados espectaculares.