El truco que te ayuda a comer menos ¡sin darte cuenta!

El tamaño y la forma de los platos también influyen en la ingesta de calorías, utilizar un plato llano en lugar de uno hondo puede llevar a comer un 22% menos de cantidad.

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¿Sabías que a diario tomamos de media más de 250 decisiones relacionadas con la comida? Así lo aseguran los investigadores del comportamiento alimentario. Desde elegir el desayuno, hasta la porción que se va a tomar de cada alimento, y así a lo largo de toda la jornada, cada día de la semana.

La cantidad de comida que se toma no sólo depende del gusto, olor o textura de los alimentos. La iluminación, la música y el ruido del lugar donde se come y las cualidades de la propia comida (temperatura, color, aroma…) marcan la diferencia entre comer más o menos. Del mismo modo, la disponibilidad, la comodidad y la cercanía de los alimentos facilitan su mayor consumo, aunque éstos sean poco recomendables. Los condicionantes familiares y culturales, la compañía o incluso el tamaño tanto del alimento como del envase o la vajilla donde se sirve son factores que también determinan el resultado de la elección. De hecho, se estima que pasar de un plato hondo a uno llano puede llevar a servirse y comer hasta un 22% menos. Recurrir a platos pequeños para comer resulta una ayuda inestimable cuando se desea comer menos y adelgazar.

Plato grande, mayor consumo

Científicos de la Universidad de Illinois (EEUU) confirman la teoría de que cuando se sirve más cantidad en un plato o se escogen porciones más grandes, se tiende a comer más. Aunque no se tenga hambre o se esté saciado se come hasta un 45% más, según han comprobado en recientes estudios.

La “ilusión óptica” hace que se subestime la cantidad consumida si se sirve en un plato hondo, en comparación con otro de menos capacidad (o en un bol de mayor volumen respecto a una taza), pese a que se haya tomado el mismo número de cucharadas en ambos supuestos. Esto se ha comprobado en diversos ensayos, entre ellos los desarrollados por el doctor Brian Wansink, reconocido por sus numerosos trabajos sobre el comportamiento alimentario.

También influye la percepción visual con respecto a las dimensiones vertical y horizontal de los objetos donde se sirve comida o bebida. Diversos investigadores han demostrado que cuando las personas observan un objeto cilíndrico, como un vaso de vidrio, tienden a centrarse más en su dimensión vertical (altura) que en la horizontal (anchura). Para probar esta curiosa teoría, los doctores Wansink y Van Ittersum realizaron un estudio con adolescentes en campamentos de pérdida de peso. Observaron este sesgo visual al comprobar que los adolescentes vertieron y bebieron hasta un 88% más de zumo en los vasos anchos. Lo más sorprendente es que estaban convencidos de que habían añadido la mitad de bebida de lo que realmente habían echado. En otro estudio con adultos sanos, los mismos autores descubrieron que los participantes se servían más bebida en los vasos anchos que en los altos y estrechos.

Los resultados de estas investigaciones ponen de manifiesto que el tamaño de la vajilla puede ser una herramienta muy útil para un mejor control de la cantidad de comida que se debe consumir. En particular, quienes tienen necesidad de perder peso y también en el caso contrario, personas que tienen bajo peso o desnutrición y se muestran inapetentes.
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Come menos sin darte cuenta

El objetivo es comprobar que se puede comer menos y mejor sin apenas darte cuenta. Para ello, estos consejos te ayudarán a lograrlo, influyentes en el comportamiento alimentario como lo es el tamaño de la vajilla:
  1. Servir la ración y retirar la cazuela es un truco muy eficaz para evitar tentaciones, como lo es aliñar lo justo y reservar la vinagrera y el aceitero. En ambos casos, la facilidad, el acceso y la comodidad con la que se toma el alimento favorece su consumo.
  2. Utiliza aceite en spray para aderezar los platos y cocinar a la plancha. El aceite se reparte mejor por todo el alimento, y por consiguiente se utiliza en menor medida.
  3. Come con palillos siempre que puedas. Además de divertido, ayuda a comer más despacio y mejora la digestión. Al mismo tiempo, se ingiere menos cantidad de comida porque se percibe antes la sensación de saciedad.
  4. Comparte entrantes o postres con el resto de comensales, pues ayuda a comer menos. No hay duda de que se come por la vista, por lo que el simple hecho de ver todo el alimento en el plato individual hace más difícil resistirse a comer solo una parte.
  5. Evita comer del propio envase. Es preferible pasar la comida a un plato con el fin de tener una estimación más consciente de la cantidad real de la comida y separar una ración.
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