Resulta muy extraño encontrar a alguien que no haya sufrido jamás un dolor de cabeza, pues es una de las afecciones más comunes. El 90% de la población sufre cefaleas o migrañas ocasionales y entre un 10% y un 20% las padece crónicamente.
No todos los dolores de cabeza son iguales, algunos son sólo el síntoma de alguna enfermedad y otros constituyen por sí mismos verdaderas enfermedades. El dolor de cabeza, ya sea leve o serio, debe ser tratado por el especialista y observar cuándo ocurre, en qué momento y circunstancia, aprendiendo a reconocerlo y así colaborar con el especialista en la búsqueda del remedio adecuado.
Nos detendremos primero en la "migraña", dolor de cabeza que afecta a una gran parte de la población.
Se trata de un dolor de cabeza persistente y palpitante en el que se siente como si un martillo interior nos fuera destrozando poco a poco la cabeza. Su molesto y doloroso "golpeteo" o "latido" empeora al menor esfuerzo físico y cualquier movimiento que se realice es un verdadero calvario.
Cuando una migraña es muy intensa puede provocar náuseas e incluso vómitos, además de dejar a quien lo padece con una sensibilización a la luz y a los ruidos extrema, por lo que si alguien vocifera cerca puede ser terriblemente molesto. En ocasiones viene acompañada de temblores, manos frías y mareos.
Una crisis de migraña puede durar desde unas horas hasta días.
La migraña no es forzosamente hereditaria, pero sí que se trata de un asunto familiar y se extiende por unas familias más que por otras. Generalmente si los padres sufren de migrañas con frecuencia, probablemente los hijos la sufran, esto se debe a que se trata de un mal relacionado con los hábitos de vida, tipo de alimentación, carácter… a pesar de que no se transmita genéticamente.
Las causas de esta dolencia no están claras, aunque es un hecho que la migraña afecta mucho menos a los hombres que a las mujeres y un denominador común entre los migrañosos es la "ansiedad".
Otros factores como el estrés, dormir demasiado, saltarse comidas, permanecer en ambientes con mucho ruido, los cambios de tiempo y de presión atmosférica pueden desencadenar una crisis de migraña.
También el consumo de alimentos como el queso curado, chocolate, ahumados, vinagre, aditivos como el "glutamato monosódico", vino y licores, pueden resultar negativos y agravar la dolencia. En concreto, el chocolate negro y los quesos curados contienen sustancias "aminas vasoactivas", responsables de la cefalea por su efecto vasoconstrictor, por tanto, deberían evitarse o consumirse en pequeñas dosis en aquellas personas propensas a sufrir dolores de cabeza. Algunas bebidas también favorecen el dolor de cabeza, la leche, el vino, la cerveza y las bebidas alcohólicas en general, contienen las mismas sustancias. Además, deberían evitarse los embutidos y las espinacas por su contenido en "nitritos", sustancias que igualmente pueden desencadenar cefaleas.
Por otro lado, padecer dolores de cabeza, confusión mental e incluso falta de coordinación, pueden indicar sensibilidad al gluten. Varios estudios revelan que eliminar o disminuir la ingesta de gluten, presente en alimentos como el trigo, cebada, centeno, avena... reduce estos síntomas en adultos sensibles a dicha proteína.
En las mujeres, se da la "migraña menstrual", provocada por la fluctuación de los niveles de estrógenos que se producen en torno a los días de menstruación u ovulación.
Asimismo, la píldora anticonceptiva puede producir migrañas, si se nota un empeoramiento o agravamiento de la dolencia, conviene consultar con el ginecólogo/a.
En el caso de la migraña menstrual, se prevendrá restringiendo el consumo de sal durante el período y realizando algo de ejercicio. El especialista podrá valorar la toma de ciertos medicamentos tales como ergotamina o progestágenos dos semanas antes de la menstruación.
Síntomas, causas y tratamientos
El dolor de cabeza más común es el causado por la tensión, el estrés o el cansancio, denominado como "cefalea tensional", y el número de mujeres que lo padece va en aumento debido al ritmo de vida actual.
La gran mayoría de personas que sufren este tipo de dolor de cabeza, se sentirían mucho mejor con la modificación del estilo de vida. También es posible prevenir los episodios evitando el estrés o aprendiendo a convivir de un modo más relajado con él, entendiendo las situaciones que lo ocasionan y poniéndolas remedio.
Cuando la cefalea ya se ha iniciado, los masajes suaves en el cuello, los hombros y la cabeza pueden ser de gran ayuda, así como acostarse y relajarse durante algunos minutos con la luz apagada.
Tanto la modificación horaria que tiene lugar en verano como la que se realiza para cambiar al horario de invierno, provoca ligeras alteraciones en nuestras rutinas diarias que, aunque para una gran parte de la población son prácticamente imperceptibles, no lo son tanto para aquellas personas que padecen alguna enfermedad neurológica. Y es que los cambios en los horarios de comidas, de sueño o en el número de las horas que dedicamos a dormir, y que se ven modificados por el cambio horario, afectan especialmente a personas que padecen cefaleas, epilepsia, trastornos de sueño o enfermedades neurodegenerativas.
En el caso de las cefaleas, los cambios horarios en las rutinas diarias son una de los principales causas del dolor de cabeza. "El cerebro de una persona que sufre dolores de cabeza es hipersensible a cualquier cambio, por muy lógicos o momentáneos que parezcan. Por eso, una de las principales recomendaciones que hacemos a nuestros pacientes es que intenten mantener el mismo ritmo de comidas y sueño durante todos los días de la semana. Algo complicado de llevar a cabo si se producen cambios de horario, bien por la adaptación a los horarios de verano o invierno, o cuando realizamos viajes a países con distinta franja horaria", explica el Dr. Jesús Porta-Etessam, Director de la Fundación del Cerebro.
Por otra parte, la variación del ritmo de sueño, sea por exceso o por defecto, también se reconoce como desencadenante de crisis de dolor de cabeza. Y en el caso de la migraña, aún se hace más patente: un 35% de las personas que padecen migraña consideran los cambios en los tiempos de sueño como el principal desencadenante de sus crisis. "La mayoría de las personas, cuando duermen más o menos de lo habitual, al despertarse, suelen experimentar una ligera cefalea que suele desaparecer cuando iniciamos nuestra actividad. No obstante, en una persona predispuesta a tener dolor de cabeza, esto puede evolucionar en el desarrollo de una crisis", señala el Dr. Jesus Porta-Etesam. "Y en estos días, en los que nuestro cerebro aún se está habituando al cambio de horario, es muy habitual que durmamos más o menos de lo habitual y que surjan este tipo de trastornos".
En todo caso, lo habitual es que los efectos del cambio horario solo duren unos pocos días. Normalmente una persona tarda una media de entre 2 a 7 días en adaptarse al nuevo horario, que es lo que necesita el cerebro para reajustar su actividad y que nuestras funciones corporales y nuestra conducta sea la adecuada en cada momento. "Nuestro cerebro tiene mecanismos para autorregularse mediante un sistema hormonal y de neurotransmisores, vinculados sobre todo a la luz, y que son los que marcan los ciclos para tener sueño, hambre, etc.", explica el Dr. Jesus Porta-Etesam. "Aunque es verdad que no todos los días del año tenemos las mismas horas de luz, habitualmente este cambio es muy gradual, lo que permite a nuestro reloj interno ajustarse sin dificultades, pero si los cambios son más bruscos -como ocurre cuando se produce el cambio horario- la adaptación puede ser más difícil".
Los estudios que se han realizado hasta la fecha indican que, en personas sanas, niños y ancianos son los segmentos de la población que más dificultad tienen para adecuarse al nuevo horario porque las estructuras cerebrales encargadas de regular el ciclo vigilia-sueño se adaptan peor a los cambios. Para evitar los efectos secundarios derivados del cambio de hora es recomendable reajustar poco a poco el horario de comidas y sueño, evitar siestas, comer y cenar ligero, evitar el consumo de alcohol, cafeína y nicotina y hacer ejercicio.
En verano, con la inevitable llegada de las altas temperaturas, los episodios de cefalea y migrañas pueden agudizarse notablemente desencadenando crisis intensas, pues aunque resulte paradójico, el descenso del ritmo vital, el aumento de horas de sueño y otros cambios que se producen en verano y durante las vacaciones, pueden generar estrés en aquellas personas propensas a sufrir dolores de cabeza.
Si en verano sueles padecer dolores de cabeza intensos con más frecuencia, resultará muy útil tener en cuenta los siguientes consejos y recomendaciones, te ayudarán a mantener a raya el dolor de cabeza a pesar del calor: