Un virus catarral nos ha cambiado la vida en pocos días. Lo que parecía una enfermedad común más o menos inocua se ha convertido en una pandemia mundial que nos obliga a mantener unas medidas extraordinarias de seguridad e higiene.
La decisión de decretar el estado de alarma en todo el territorio nacional es la última medida destinada a contener la expansión del coronavirus y viene a sumarse a un goteo de resoluciones que han tenido toda la semana en vilo a la ciudadanía.
Primero fue la decisión de las autoridades sanitarias centrales de cerrar los centros escolares y recomendar el trabajo, a la que se sumó la de algunas comunidades autónomas en las que la propagación de la enfermedad sufrió un incremento alarmante. En Madrid, donde se concentra el mayor número de casos tanto de contagiados como de fallecidos, se ha venido pidiendo a los ciudadanos que se queden en casa y se han suspendido todo tipo de actividades relacionadas con el deporte y el ocio.
Calles desiertas, comercios, cines, y terrazas cerrados, parques infantiles vacíos y, de momento, incertidumbre en cuanto al final de la crisis.
Cabe resaltar que el Real Decreto para declarar el estado de alarma ante el Covid-19 que ha aprobado este sábado 14 de marzo de forma extraordinaria el Consejo de Ministros, incorpora dos cambios fundamentales con respecto al borrador inicial difundido a última hora de la mañana: permite movimientos limitados restringidos de forma individual en todo el país y entra en vigor la misma noche del sábado, y no el lunes. Las Fuerzas de Seguridad y hasta la Fuerzas Armadas, si fuera necesario, serán las encargadas de que se cumpla.
El Gobierno permite que los ciudadanos salgan de sus casas con una serie de "requisitos", entre los que no se contempla "irse a cenar a la casa de un amigo o el ocio". "No podrán ir a una terraza, a la montaña o a una estación de esquí".
De acuerdo al Real Decreto, se permite salir de las casas para ir y volver al trabajo, asistir a centros sanitarios, comprar alimentos, medicamentos o productos de primera necesidad, cuidar de las personas que lo necesiten por su dependencia o también para ir a entidades financieras o de seguros. Aquí se incluyen también necesidades como pasear a un perro.
La Organización Mundial de la salud (OMS) ha hecho público un documento en el que se contemplan cuatro escenarios de transmisión del virus, entre ellos promover el autoaislamiento de personas que puedan presentar síntomas (fiebre, tos, dificultad respiratoria, fatiga, dolor de cabeza o dolor de garganta). Después de haber declarado el estado de pandemia, toda medida es poca para evitar la propagación.
El número diario de contagios crece sin precedentes en España. Sin duda, es necesario extremar las precauciones y obedecer las recomendaciones expertas. Es importante tener en cuenta que los síntomas del coronavirus aparecen entre 2 y 14 días después de contraerlo, por lo que podemos estar dispersándolo sin ser conscientes de ello.
Por eso no es exagerado extremar las precauciones para evitar contagiar o ser contagiado. En esta situación es fundamental evitar las aglomeraciones donde se puede concentrar mucha gente. De los sitios que se pueden saturar, como el metro, instalaciones deportivas, eventos musicales… destacan los centros de salud, porque la cantidad de personas que presentan patologías aumenta significativamente. De hecho, las autoridades sanitarias recomiendan no acudir a los hospitales si se presentan los primeros síntomas del contagio.
Las personas mayores y/o aquellos que presentan un sistema inmunitario deprimido debido a diferentes patologías son los más propensos a contagiarse del coronavirus, la enfermedad que ocupa todos los titulares de la prensa mundial.
A la espera de que la comunidad científica encuentre una vacuna, la solución a este problema sanitario, que ha sido declarado pandemia, la tiene nuestro sistema inmunológico. De él, de su fortaleza y de su capacidad para luchar contra todo tipo de amenazas víricas depende nuestra salud.
Al margen de las indicaciones propias de cómo prevenir el contagio de coronavirus (lavarse las manos con jabón, estornudar o toser en la flexura del codo, evitar el contacto con personas ya infectadas, protegiendo especialmente ojos, nariz y boca, y mantener una distancia de al menos 1 metro entre personas), es importante pensar en un decálogo de actuación a largo plazo enfocado a reforzar nuestro sistema inmunológico.
El doctor Luis López Tallaj, miembro de la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad, SEMAL, y basándose en los tres pilares del antiaging -alimentación, sueño y ejercicio-, nos deja estos consejos para reforzar nuestro sistema inmunológico:
No sólo contra el coronavirus, sino también contra cualquier patógeno que amenace nuestro sistema inmunitario. No debemos olvidar lo que las estadísticas globales nos señalan: la mitad de la población mundial tiene niveles deficientes de vitamina D3.
Prevenir antes que curar ha sido una de las grandes máximas de los responsables sanitarios a nivel global. Dependemos de su ayuda para dejar atrás las enfermedades, pero somos nosotros los primeros responsables para evitar, en la medida de lo posible, contraerlas.
En este sentido, debemos preocuparnos de que nuestro organismo tenga siempre niveles adecuados de Vitamina D, puesto que interviene en tres procesos fundamentales relacionados con la enfermedad. El ya mencionado del sistema inmunitario, un segundo relacionado con el envejecimiento y un tercero asociado a la protección antitumoral.
¿De qué niveles de Vitamina D estamos hablando? Según el doctor Tallaj, de los que proporciona una alimentación adecuada y equilibrada, además de una suplementación de Vitamina D3 en una dosis de 5000 UI al día en adultos y 600 UI en niños. Para una mejor absorción, la recomendación es tomar el suplemento después de la comida o la cena.
Estos índices, explica el experto en medicina antienvejecimiento, contribuyen a nuestro bienestar en los siguientes aspectos:
Por estos y otros motivos, el experto considera que la suplementación de Vitamina D debería prescribirse en las consultas médicas a los mayores de 40 años, cuando el organismo comienza a presentar déficit.
Ahora, en estos momentos de confinamiento domiciliario, la medida puede hacerse más necesaria si cabe puesto que esta vitamina, se sintetiza también mediante la exposición al sol. Para aquellas personas que tengan una terraza o pequeño balcón donde salir a tomar el aire, López Tallaj recomienda exponerse a diario directamente durante veinte minutos. Eso sí, cuidando la piel con el factor máximo de protección solar. Es importante advertirlo, los rayos ultravioletas no traspasan el cristal, con lo que, aunque tomar el sol tras la ventana ofrece beneficios como la relajación, no es útil para aumentar los niveles de Vitamina D.
Otro apunte del experto: quienes habitualmente pasan muchas horas del día en interiores, sin exponerse a los beneficios solares corren más riesgo de envejecer prematuramente.
En cuanto a los alimentos, no nos será difícil encontrar este “escudo inmunitario” en una lista de la compra sencilla: salmón, huevos, aguacate, mantequilla, leche y champiñones tienen buenos niveles de Vitamina D.
Recomendaciones que son muy útiles para alimentarnos bien, cuidarnos y protegernos durante la actual crisis sanitaria del coronavirus, pero que también advierte López Tallaj, debemos seguir el resto del año, sin importar las circunstancias.
En tiempos de crisis como el actual, en donde el planeta sufre una pandemia que nos obliga a mantenernos en cuarentena, hay que saber qué medidas tomar para estar lo más saludable posible. En un día a día en el que solo se permite salir a la calle para la adquisición de bienes primarios, como la comida o medicamentos, es importante que sepamos cómo cuidarnos para evitar lo máximo posible los efectos del virus, y para que cuando volvamos a nuestra rutina diaria estemos en las mejores condiciones posibles.
La ruptura con nuestra rutina diaria, la obligación de tener que estar aislados, el miedo al contagio y al padecimiento del virus pueden provocar estrés y ansiedad. La comida es muy recurrente en estas situaciones, pero no es la mejor solución y, en menor medida, si lo que consumimos son productos precocinados o ultra procesados.
Fran Sabal, nutricionista licenciada por la Universidad de Valparaíso, Máster en Enfermedades Crónicas por la Universidad de Chile y Trainer de Programación Neurolinguística (ITA), habla de la importancia de mantener una dieta sana y equilibrada, más si cabe en este momento en el que nos encontramos. “Es necesario seguir una alimentación que nos proporcione los nutrientes que nuestras células necesitan. De esta forma reduciremos la ansiedad, ya que nuestro cuerpo estará satisfecho” afirma Fran.
Uno de los principales problemas de la ansiedad es que se usa la comida para saciarla, y de esta forma lo único que se consigue es ganar peso y reducir nuestra salud. Lo mismo ocurre con el estrés, se recurre a la alimentación, que tiende a ser ultra procesada ya que contienen azúcares refinados y conservantes que producen una falsa sensación de felicidad en el cerebro y que no aportan los nutrientes necesarios para el cuerpo. “Muchas veces esta reacción que produce es equiparable a la que efectúan las drogas, el tabaco o el alcohol”, comenta la experta.
Está comprobado que seguir un patrón alimentario poco saludable basado en la ingesta de productos ricos en grasas de poca calidad y azúcares refinados (presentes en los alimentos ultra procesados) puede interferir en el sistema inmunitario haciendo que este reaccione como si de una infección bacteriana se tratara.
Además, mientras más altos sean nuestros niveles de estrés más debilitamos a nuestro sistema inmune, el cual, hoy más que nunca, cumple un rol fundamental para protegernos.
Al final, el consumo de productos procesados lleva a una cadena en la que se come, sin alimentar al cuerpo, por lo que nunca termina de saciarse y produce una inestabilidad mental y aumento de peso.
Es por ello, que, para evitar que nuestra mente y cuerpo sufran durante el estado de alerta, Fran Sabal hace las siguientes recomendaciones para que sepamos cómo gestionar la despensa y qué productos comprar para mantener nuestro sistema inmunitario en las mejores condiciones:
Con el objeto de potenciar el refuerzo inmunitario de manera natural, comiendo sano, se recomienda tomar alimentos ricos en quercetina como medida de prevención. Se trata de un flavonoide natural que ha demostrado anteriormente su eficacia contra virus responsables de enfermedades respiratorias y que se encuentra en una serie de alimentos como las uvas, el brócoli, la piel de las manzanas y, sobre todo, en la cebolla roja. Por tanto, en estos momentos se recomienda aumentar el consumo de uno o varios de estos alimentos.
Hay que cuidar la alimentación no solo para mantenerse saludable y en un peso adecuado, sino también para paliar posibles déficits o estados que pueden darse como consecuencia de no salir a la calle.
Las restricciones y las nuevas pautas de adquisición de alimentos implican la necesidad de hacer una compra razonable y, sobre todo, responsable, que cubra todas las necesidades nutricionales a ser posible con el menor número de productos. Y, en este sentido, la opción más recomendable es la dieta mediterránea, ya que está basada en alimentos fáciles de conseguir en el supermercado y, además, aporta muchos de los nutrientes necesarios en un contexto de confinamiento.
Que no falten en tu lista de la compra: fresas y naranjas (ambos, productos de temporada), verduras de hoja verde (ricas en betacaroteno, un antioxidante fundamental para la inmunidad de la piel y las mucosas), tomates (ricos en licopeno, un potente antioxidante), legumbres (frescas o envasadas), cereales (preferiblemente integrales), pescados (grasos y azules)…
Lo mejor es planificar compras en las que se prioricen los alimentos frescos, locales y de temporada combinados con otros menos perecederos, de los que siempre puede echarse mano en la despensa: conservas, legumbres, cereales o congelados. Es importante ceñirse a los productos necesarios, evitando improvisar con alimentos más calóricos y también dejando de lado los ultraprocesados.
Por otro lado, es normal que la sensación que produce el confinamiento unida a la preocupación, la incertidumbre y el estrés generado por la situación que estamos viviendo desencadenen de forma puntual o mantenida estados de ansiedad y tristeza, los cuales se asocian a la apetencia de alimentos que proporcionan una gratificación inmediata pero que suelen ser hipercalóricos, muy ricos en azúcares y escasamente nutritivos. Por tanto, hay que intentar, en la medida de lo posible, no buscar en la comida la solución a un bajo estado anímico y controlar el hambre emocional, que lleva a comer de manera impulsiva y a escoger alimentos rápidos de comer, tipo snacks, chocolatinas o bollería, que no son los más recomendables desde el punto de vista nutricional.
Por el contrario, elige alimentos que pueden tener un efecto positivo en el estado de ánimo, como los pescados grasos, ricos en ácidos omega-3 (asociados a un menor riesgo de depresión), el chocolate negro, con compuestos que activan la química cerebral relacionada con el bienestar, o las semillas de lino, perfectas para el buen funcionamiento del sistema nervioso central. También son muy recomendables los alimentos fermentados (kéfir, yogur, kombucha, chucrut, kimchi…), pues son muy ricos en probióticos, garantes de una buena salud intestinal, un efecto muy importante teniendo en cuenta que hasta el 90 % de la serotonina (u hormona del bienestar) se produce en el intestino.
Como aperitivos, y para esos momentos de ansiedad, lo mejor es elegir frutas como los plátanos, una fuente de azúcar natural, vitamina B6 y fibra prebiótica, nutrientes que trabajan de forma conjunta para mantener estables tanto los niveles de azúcar en la sangre como el ánimo. Las bayas, los arándanos y los frutos rojos (todos ellos ricos en antocianinas, antioxidantes que protegen el sistema nervioso) y los frutos secos (con moderación) son también buenas alternativas.
En cuanto al momento de hacer la compra, el decreto que regula el estado de alarma establece unas normas a las que hay que unir las emitidas por las distintas cadenas alimenticias, dirigidas a sus usuarios.
Pero, además, es muy importante respetar y tener siempre en cuenta unas pautas de higiene, fundamentales en un escenario de pandemia, y que explica Laura Soler, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC y experta en seguridad alimentaria: “antes de salir de casa, desinfectarse las manos; una vez en el establecimiento, mantener una distancia de uno-dos metros entre los consumidores y los trabajadores; utilizar guantes de un solo uso (que debe proporcionar el establecimiento) para tocar alimentos frescos, como la fruta y la verdura. También es importante evitar la contaminación cruzada entre los alimentos y cualquier fuente contaminante potencial como las superficies, el dinero, los teléfonos móviles… Y hay que recordar siempre que, si se tocan los carros, los estantes, las neveras y congeladores, en definitiva, cualquier superficie o el dinero al pagar (la mayoría de los establecimientos ya solo permiten hacerlo con tarjeta), no hay que tocarse después la cara y, siempre, limpiarse las manos con gel desinfectante o agua y jabón al finalizar la compra”.
Por fortuna, encontramos una serie de superalimentos y otros ingredientes que nos permitirán hacerle frente al confinamiento:
El uso de mascarillas y guantes como medio de protección contra el coronavirus no está siendo el correcto en muchos casos, convirtiéndose en un riesgo potencial dar al usuario una falsa sensación de seguridad que puede favorecer el contagio que precisamente se pretende evitar.
Cabe resaltar que en la infección por Covid-19, el mecanismo principal de transmisión es por gotas respiratorias que se liberan al toser, estornudar o hablar, que por su tamaño permanecen suspendidas en el aire y se depositan a menos de 1 o 2 metros.
El contagio se establece bien por contacto directo de las gotas con las mucosas de nariz y boca y la conjuntiva ocular o de forma indirecta al tocarse esas zonas de la cara con las manos contaminadas por las gotas presentes en diversas superficies. El virus no atraviesa la piel intacta.
La supervivencia del virus en las superficies está en función de diversos factores, principalmente de las condiciones de temperatura y humedad, pudiendo permanecer desde minutos u horas hasta pocos días. En condiciones experimentales, se ha observado que la permanencia viable del virus en superficies de cobre, cartón, acero inoxidable y plástico ha sido de 4, 24, 48 y 72 horas.
Respecto a lo anterior, cabe resaltar que los virus son muy sensibles al calor, desinfectantes con cloro (lejía), jabón, alcohol…
La utilización de barreras como los guantes o las mascarillas puede ser un método eficaz para reducir la transmisión de la enfermedad, pero siempre que se utilicen correctamente:
El hecho de pensar que llevando guantes estamos protegidos es un enorme error, ya que los guantes se contaminan igual que las manos y al entrar en contacto con la boca, nariz y ojos producen la infección del organismo. De manera que, como la enfermedad no se transmite a través de la piel intacta, en situaciones de riesgo bajo, es mucho más eficaz el lavado frecuente de manos.
Eso sí, el uso de guantes es obligatorio cuando se va a entrar en contacto con pacientes o posibles infectados.
Además, tras la retirada de los guantes, se deberá siempre realizar un lavado de manos con agua y jabón o gel hidroalcohólico.
Las mascarillas deben ser utilizadas por aquellas personas infectadas, a fin de evitar la transmisión de los gérmenes al medio y la contaminación de objetos al toser, estornudar o hablar.
Igualmente, debe utilizar mascarilla el personal sanitario en su asistencia a enfermos o posibles enfermos de Covid-19. En estos casos se recomiendan las máscaras del tipo FFP2 y FFP3. El resto de las personas utilizarán mascarilla cuando no sea posible mantener las distancias recomendadas (2 metros) o cuando la interacción con un paciente o posible contagiado sea demasiado próxima.
En función de su grado de protección, estas mascarillas se clasifican en tres tipos:
Por último, cabe resaltar que la fiabilidad de las mascarillas higiénicas o hechas en casa depende en su mayoría de los materiales con los que estén fabricadas. No obstante, numerosos estudios demuestran que las mascarillas de tela protegen menos que las quirúrgicas y no son consideradas EPI.
Recuerda que las mascarillas no proporcionan por sí solas la suficiente protección. Sólo serán eficaces si se combina con el lavado frecuente de manos.
Así, las medidas más eficaces para prevenir el contagio son:
El Dr. Luis Montel trabaja actualmente en las provincias de Madrid y Toledo, en la primera línea de lucha contra el coronavirus. Es colaborador médico del club Atlético de Madrid, y comparte unas medidas que, a su criterio, salvan vidas:
El documento emitido con fecha del 26 de marzo por el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias mediante el que se informa de esta crisis incluye a las embarazadas dentro de la población de riesgo del Covid-19. Del análisis de dos grupos de madres gestantes infectadas y el estado de sus bebés, el organismo adscrito al Ministerio de Sanidad se extraen las siguientes conclusiones:
No obstante, el informe advierte de los pocos casos con los que se ha realizado el estudio, por lo que dichas conclusiones deben tomarse con la máxima precaución. La misma que debe tomar el resto de la población, pues, según se explica también en dicho documento, parece, de momento, que las embarazadas no son más susceptibles de contraer la enfermedad que otras personas. Es más, se señala al varón como más proclive al respecto.
Así las cosas, la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia ha publicado las recomendaciones habituales para evitar el contagio, también para las embarazadas. Así, a extremar la higiene de manos, cubrirse con el codo flexionado la boca y la nariz al estornudar y evitar tocarse la cara se suman las de evitar las visitas al hospital (muy comunes ante cualquier síntoma de alarma durante la gestación) si no son realmente imprescindibles.
Por supuesto, si se comienza a tener síntomas, informa la SEGO, es imprescindible aislarse y tratar de contactar con los teléfonos habilitados en cada comunidad autónoma y, sobre todo, con el equipo médico que le lleva el embarazo.
Por lo demás, y para mayor tranquilidad de las futuras mamás los ginecólogos expertos de Clínicas EVA, contestan a continuación a las preguntas que más están recibiendo estos días en las consultas telemáticas.
Un grupo de médicos-pediatras chinos, publicó en la revista Translational Pediatrics un estudio clínico de 10 niños recién nacidos de madres afectadas por el coronavirus. De los 10 recién nacidos (8 niños y 2 niñas) 4 nacieron al término del embarazo y 6 fueron prematuros. Dos nacieron con un tamaño menor al normal y uno con un tamaño grande para la edad gestacional. Del punto de vista clínico, 6 neonatos presentaban síntomas de dificultad respiratoria y 2 tenían fiebre. Otros dos neonatos presentaban, respectivamente, vómitos y taquicardia. Hasta la fecha de la publicación del artículo, 5 de los neonatos fueron dados de alta, 4 siguen hospitalizados en condiciones estables y uno falleció.
Estos resultados contrastan con los de otro estudio chino, publicado en la revista Lancet, que reporta el nacimiento de 9 niños, sin problemas graves, de madres en una situación similar. Además de la posibilidad de distintos niveles de atención sanitaria en diferentes regiones de China, estas diferencias se pueden explicar también por el número de casos, muy bajo en ambos estudios.
A pesar de estar en el origen de varias enfermedades de niños recién nacidos, la nueva versión del coronavirus, denominada 2019-nCoV o COVID-19, no parece pasar fácilmente de la madre al neonato, y todos los problemas de los bebés se deben a efectos indirectos, relacionados con la enfermedad de la madre. Por otra parte, las mujeres embarazadas son particularmente propensas a contraer la enfermedad, debido a la supresión parcial del sistema inmune que acompaña al embarazo.
Según este trabajo, la infección perinatal con el coronavirus parece causar varias patologías en los niños recién nacidos, incluyendo sufrimiento fetal, parto prematuro, dificultad respiratoria, trombocitopenia acompañada de anomalías de la función hepática, e incluso la muerte.
Como medida de precaución, el doctor Jan Tesarik, director de la Clínica MARGen de Granada, recomienda prestar una atención particular a mujeres embarazadas, incluyendo el cribado sistemático de la infección con el coronavirus en todas las que presentan síntomas sospechosos. “En caso de confirmación, el obstetra tendría que contactar de antemano con un pediatra especializado en neonatología para tener preparado el equipo completo de reanimación en la sala de partos”.
Varios estudios recientes subrayan el potencial curativo de la hormona melatonina administrada a pacientes con una fase avanzada de la infección con COVID-19. Hay incluso empresas que han empezado a fabricar preparaciones de melatonina para aplicación intravenosa, para pacientes en fases críticas de la enfermedad, incapaces de ingerir la hormona por la vía oral (la forma habitual del tratamiento).
Sin embargo, Jan Tesarik, director de la Clínica MARGen, asegura que “en medicina es mejor prevenir que curar”. El científico granadino recuerda que “la melatonina pudo salvar vidas en fases terminales de diferentes enfermedades virales precedentes, como SARS, MERS o gripe aviar, pero sería un error esperar estos extremos para iniciar el tratamiento”.
El doctor Tesarik ha utilizado el tratamiento con melatonina durante años en casos de diferentes patologías de mujeres, incluyendo la menopausia precoz, adenomiosis, endometriosis, fallos repetidos de fecundación in vitro (FIV) o abortos involuntarios espontáneos. Según Tesarik, los mecanismos de estos problemas son básicamente los mismos implicados en el desarrollo de la infección por COVID-19 y es muy razonable utilizar el tratamiento agresivo con la melatonina en casos muy graves para salvar las vidas in extremis.
“Sin embargo -afirma- un tratamiento con la melatonina, en dosis más bajas (5-10 mg/día para un adulto) podrían tener un efecto preventivo o, por lo menos atenuante, en personas expuestas al riesgo de infección o en las ya infectadas, asintomáticas o con problemas leves. Esto podría reducir el número de personas que precisan ser ingresadas en las unidades de cuidado intensivo, y así aligerar la presión actual sobre la capacidad de hospitales españoles”.
Además, Tesarik recomienda encarecidamente la administración de la melatonina (5-10 mg al día) a todas las mujeres embarazadas, así como a las personas (personal sanitario, policía) expuestas al riesgo elevado de contacto con la gente afectada por COVID-19. “Aunque los resultados neonatales de madres infectadas por COVID-19, no son muy alarmantes, hay una tendencia hacía diferentes tipos de problemas de los neonatos”, añade.
Jan Tesarik ha publicado trabajos sobre los efectos beneficiosos del tratamiento con melatonina en mujeres infértiles y en las en riesgo de cáncer. Asimismo, otros estudios han demostrado un efecto preventivo de la administración de melatonina en las personas mayores para frenar la demencia del tipo Alzheimer. El hecho de que la secreción de la melatonina disminuye con la edad puede explicar la mortalidad elevada de nuestros mayores por COVID-19 en comparación con las personas más jóvenes. “Por lo tanto, hay que utilizar preventivamente la melatonina en toda persona mayor para evitar consecuencias graves en caso de una eventual infección. En cuanto a mujeres jóvenes, aparte de retrasar la edad de la menopausia, la administración de la melatonina también tiene un efecto protector contra el cáncer del cuello uterino causado por el virus HPV”, concluye Tesarik.
En caso de presentar síntomas de contagio de coronavirus, acudir en persona a la consulta del médico no es recomendable porque los centros de salud son focos de contagio en sí mismos, pero podemos utilizar herramientas alternativas para recibir atención médica.
Evitar el contacto directo, lavarse frecuentemente las manos, eludir las aglomeraciones de personas o los sitios cerrados en los que confluye mucha gente o mantener una distancia de seguridad son algunos de los consejos sanitarios que nos facilita la comunidad médica. Muchas empresas están empezando a teletrabajar para evitar un contagio masivo, que podría repercutir muy negativamente a nivel humanitario y económico.
Hospitales saturados, médicos que no dan abasto, teléfonos de emergencias que no dejan de sonar… todo esto un gran problema para los profesionales sanitarios y para los pacientes. Afortunadamente, la tecnología está ahí para ofrecernos facilidades cuando se presentan problemas como este, y debemos aprovecharla.
Es el caso de la videoconsulta médica, que se postula como una alternativa eficaz para obtener un primer diagnóstico evitando la propagación del virus y un complemento al médico tradicional que podría ayudar a controlar el crecimiento de infectados.
Incluso si no se presentan síntomas, puedes contactar con el médico para aclarar las dudas sobre cómo protegerse contra el contagio, información general sobre el brote u otras consultas que te preocupen.
Se acerca el buen tiempo que acompaña a la primavera y con ella la alergia que miles de españoles sufren cada temporada y este año, con las recientes lluvias, puede que venga con más fuerza que otros. Se calcula que en España hay unos 14 millones de alérgicos y más del 60% de los trastornos que ocasiona la alergia son de tipo respiratorio. Y en el momento que estamos viviendo a causa de la pandemia provocada por el COVID-19 muchos alérgicos pueden ponerse un poco hipocondríacos y nerviosos al confundir los típicos síntomas de la alergia con los que produce el virus, puesto que ambas son enfermedades que afectan al sistema respiratorio.
Toma buena nota de los principales síntomas que diferencian ambas dolencias:
Y si alguien piensa que, por ser alérgico, tiene más papeletas para contraer el coronavirus, el Ministerio de Sanidad ya ha dicho que no hay que preocuparse por eso, que el sistema inmune de los alérgicos puede defenderse de las infecciones igual de bien. Los que sí deben tener más cuidado son los asmáticos, porque el asma inflama los bronquios y puede complicar la clínica del coronavirus.
Esta situación de interrupción de la vida cotidiana, que no se vivía en España desde la guerra civil, produce una sensación de irrealidad, que, unida al miedo al contagio, puede producir ansiedad y pánico social. Dos desenlaces, advierte la psicóloga Pilar Conde, que debemos evitar a toda costa.
Preocupación sí, ansiedad no. Esta sería la máxima bajo la que actuar con la mayor responsabilidad individual y colectiva. La angustia es normal y lógica, puesto que pensamos que al contagiarnos podemos transmitirles la enfermedad a nuestros seres queridos y hacerles daño. No hay que mortificarse tampoco por sentir angustia o miedo, tranquiliza la experta, sólo hay que intentar racionalizar nuestros temores.
Una manera útil es pensar en cuál va a ser nuestro comportamiento y sus consecuencias derivadas en esta crisis del coronavirus si nos dejamos llevar por la ansiedad. Para ello nos propone estos tres ejemplos negativos:
Por el contrario, si es la preocupación y no la ansiedad la que rige nuestra conducta durante el tiempo que tengamos que cambiar nuestras rutinas contribuiremos a un ambiente de calma, tranquilidad y civismo. ¿Cómo?
La convivencia en el hogar durante un tiempo indeterminado puede ser, por otro lado, difícil y puede dar lugar a pequeños roces, conflictos, además de fomentar la ansiedad y el miedo antes mencionados. Con el fin de evitarlo, la psicóloga nos deja estas pautas para la organización del trabajo y del ocio:
Es importante, además, darnos cuenta de la realidad. Cierto es que no podemos salir de casa excepto para cosas muy determinadas, pero hay que ser objetivos y ver que estamos en nuestra casa, con todas nuestras comodidades y sin que nos falte nada de lo necesario para llevar una vida relativamente cómoda.
Si tomamos en consideración este punto de vista, nos podremos preguntar: ¿de qué me quejo? Simplemente llevo unos días en mi casa, con mis seres queridos y sin ningún tipo de necesidad.
Seamos objetivos, veamos lo que tenemos y dejemos de centrar nuestra atención en lo que nos falta.
La situación que estamos atravesando nos hace susceptibles de padecer el llamado Síndrome de la Cabaña, en el que se advierten síntomas tales como ansiedad y miedo, además de una incertidumbre superior a lo normal ante el desconfinamiento progresivo.
Este trastorno, no reconocido todavía en los manuales de psicología, viene a consistir en un conjunto de reacciones de temor e inquietud que suscita a un individuo ante un cambio inminente de entorno, del aislamiento a un ámbito de movimiento y relación normales.
La definición nos representa en la actual situación de confinamiento y vuelta a la normalidad por fases, en un entorno controlado de Covid-19. Estas circunstancias, nos explica la psicóloga Pilar Conde, no sólo suponen nuestro aislamiento en casa, (a veces total si vivimos solos) sino que puede que hayamos padecido perdidas significativas. Si a esto le sumamos el miedo a que a alguien de los nuestros le suceda algo o a contagiarnos nosotros mismos, somos candidatos ideales a padecer alteraciones anímicas, estados ansiosos y otros problemas de conducta.
Cabe resaltar que sufrir este síndrome no excluye a las personas que nunca hayan tenido problemas psicológicos. Una situación de pandemia puede ser un detonante para que comiencen a dar la cara problemas como la hipocondría, la tendencia a la depresión o sencillamente la falta de tolerancia a la incertidumbre y la frustración.
Los siguientes consejos resultarán muy útiles para todos en general, y en especial, para superar el Síndrome de la Cabaña:
No son consejos que, en principio, parecen difíciles de seguir. Así que, si nos encontramos ante un nivel considerable de impedimento para reintegrarnos a la vida de manera escalada, lo mejor es solicitar siempre la ayuda de un profesional.
El confinamiento forzado puede representar un verdadero desafío incluso para las parejas más estables. Ficha estos consejos para superar la cuarentena sin que tu relación de pareja se vea afectada:
El primer consejo de los psicólogos es reconstruir una vida similar a la que teníamos fuera de la condición de aislamiento: arreglarnos y cuidar la apariencia, como si tuviéramos que salir a trabajar; no comer lo primero que encontremos en la nevera, sino cocinar comidas completas y nutritivas. De esta manera, también seremos de apoyo e inspiración para nuestra pareja.
Es importante compartir las emociones y preocupaciones con la pareja. Este triste momento puede ser una buena oportunidad para profundizar o recuperar una interacción que tal vez ya no estábamos acostumbrados a tener, abrumados por los compromisos de la cotidianidad.
Para mantener la relación de pareja, es importante crear un espacio individual en el que puedas dedicarte al autocuidado, a la actividad física, a la lectura de un libro o a cualquier otra cosa que te haga sentir bien. Lo importante es que sea un lugar y un momento completamente privado.
Es muy importante seguir interactuando, aunque sea a distancia, con amigos y parientes, solos o en pareja. Es esencial compartir las propias emociones y hablar sobre esta condición particular con el fin de sentirnos acompañados.
Durante los momentos de discusión, que pueden surgir fácilmente en una condición de aislamiento forzado, el consejo es no perseverar en el conflicto para evitar una escalada de la ira.
Una clara división de tareas ayuda a organizar el día, pero también puede convertirse en un divertido juego de rol. Cada una de las partes debe tener labores que cumplir dentro del hogar, tratando de que estas sean equitativas. Pero también podemos probar a hacer algunos cambios como, por ejemplo, si normalmente es el padre el que juega con los niños, pasarle el rol de animador a la madre ayudará a romper la rutina.
Es agradable redescubrir a los compañeros de juego tratando de colorear la emergencia con un poco de diversión sana. Además de los juegos de mesa y los videojuegos, podemos probar a hacer karaoke y clases de baile en línea. La liberación de endorfinas ayudará a afrontar mejor la crisis.
Si se producen momentos de particular incomodidad o ansiedad inmanejable, no debemos avergonzarnos de pedir ayuda a un psicólogo a través del servicio de psicoterapia en línea. Recibir consejos de los profesionales puede ayudar a superar esa etapa de crisis.
Ficha estos consejos básicos de convivencia para poder llevar el confinamiento de la mejor manera posible:
Debemos entender que una buena negociación es en la que todo el mundo gana. Se trata de que ambas partes salgan beneficiadas y ambas hagan concesiones. Para que la convivencia sea positiva, ambos tendrán que poner de su parte y negociar unos mínimos; los organizados tendrán que ceder en lo que realmente no sea imprescindible y los desorganizados aceptar que no todo puede estar manga por hombro.
Negociar con empatía y respeto siempre será mejor que imponer nuestro criterio sin más. Ya que vamos a pasar una temporada encerrados en casa con nuestros seres queridos, mejor que hagamos las cosas bien para que sigan siendo “seres queridos” cuando todo esto acabe.
Hay una diferencia entre ser limpio y ordenado o tener una neurosis obsesiva. En este caso, si somos un tanto neuróticos, habrá que hacer por relajarse porque obligar a los demás miembros de nuestra familia a vivir según nuestras normas es injusto e intrusivo, además de, probablemente, inútil.
Las zonas comunes son el caballo de batalla en el que debemos centrarnos. Intentar que todos los miembros de nuestra familia tengan sus habitaciones como a nosotros nos gustaría es una imposición poco justa. Tampoco debemos sobrecargarnos de trabajo ordenando y limpiando las habitaciones de los demás para dejarlas a nuestro gusto, porque además de ser injusto, genera que esas personas descuiden sus quehaceres y se impliquen menos en la responsabilidad colectiva de atender un hogar.
Lo ideal es que cada uno se haga cargo de limpiar su cuarto y establecer un día semanal para hacerlo. En cambio, las zonas comunes deben recogerse a diario para que todo el mundo esté cómodo y no haya que lamentar accidentes ni discusiones evitables. Además, se debe hacer entre todos y se podrán establecer rotaciones para que no tengamos que ocuparnos siempre de lo mismo.
En toda negociación hay que poner por delante las necesidades de las personas que lo tengan más difícil. Es sencillo hacer que todos los miembros de la familia lo entiendan cuando lo expresamos con lógica y no como una imposición. Por ejemplo, si tenemos un familiar que sufre algún tipo de deterioro cognitivo relacionado con la capacidad de recordar. En estos casos, el orden debe ser estricto para ayudar a que la persona afectada pueda desenvolverse con normalidad y eficiencia y no olvide cosas esenciales, como tomar su medicación.
Otro ejemplo son los problemas respiratorios, que suelen aumentar cuando se alcanza la tercera edad, y que actualmente suponen un riesgo extra, por lo que una casa con mucho polvo o sin buena ventilación puede agravar el problema.
También está la cuestión de que un objeto fuera de lugar puede suponer un grave problema si, por ejemplo, alguien se levanta por la noche para ir al baño y tropieza con él. Una caída con 80 años no es igual de leve que una caída con 8 y, por eso, debemos explicar a los implicados por qué este tipo de orden es importante.
No hay que confundir el orden con la limpieza. Una creencia extendida es que las personas desordenadas limpian menos, pero no siempre es así, las hay que no aguantan la suciedad y que, aunque tras usar cualquier objeto no sean capaces de devolverlo a su sitio, luego no toleren una mota de polvo entre sus libros amontonados por el suelo.
Por otra parte, un orden estricto tampoco es sinónimo de limpieza. Aunque la tarea de limpiar sea más sencilla cuantos menos objetos haya por en medio, puede que la persona ordenada no sea amiga de coger el plumero a menudo, por lo que podemos encontrar viviendas organizadas y las camas hechas desde primera hora, pero con una capa de polvo de cuatro centímetros y unas alfombras rígidas como planchas de uralita. Llegar a un consenso en “orden vs limpieza” es fundamental para una convivencia saludable.