Empezaremos por calentar la nata y la leche en un mismo recipiente, sin llegar a ebullición.
Seguidamente trituraremos 150 gramos de avellanas tostadas en la picadora y reservaremos los 50 gramos restantes para más tarde.
Añadiremos el aceite de oliva a la arena de avellanas hasta formar una pasta.
Después separaremos las claras de las yemas y batiremos éstas últimas hasta conseguir una consistencia cremosa.
Pondremos la nata y la leche en una cazuela y añadiremos las yemas, la miel y la pasta de avellanas y lo mezclaremos todo muy bien. Dejaremos reposar la mezcla a fuego lento, removiendo constantemente, hasta que la crema espese.
La dejaremos enfriar para pasarla a un recipiente y la meteremos en la nevera un mínimo de 3 horas.
Terminación del helado (en heladora):
Si tenemos heladora, (el recipiente de ésta debe haber pasado al menos 12 horas en el congelador para que esté bien frío), romperemos el hielo de la masa mientras removemos y vamos introduciendo aire en la mezcla.
Luego batiremos la crema con una espátula y cuando tenga consistencia de manteca añadiremos las avellanas que teníamos reservadas, previamente picadas.
Ahora solo nos queda poner el helado en el congelador 3 o 4 horas más y a disfrutar…
Terminación del helado (sin heladora):
Si no disponemos de heladora, podemos usar una batidora de varillas y deberemos batir la masa (que habremos tenido también unas tres horas en la nevera), durante 10-15 segundos, en tres ocasiones diferentes, separadas por un intervalo de 30 minutos cada una, para romper la cristalización.
Al final añadiremos las avellanas picadas y lo dejaremos en el congelador durante 3 o 4 horas.
Observaciones
Las avellanas son uno de los frutos secos con más propiedades y beneficios para la salud y el helado de avellanas es un postre o una merienda ideal, cremosa y nutritiva, que hará las delicias de todos los miembros de la familia.