El sudor es el compañero inseparable del verano. El calor de esta época del año obliga al organismo a bajar la temperatura interna, y la sudoración es la manera de hacerlo. Aunque depende de la persona, su condición física, edad, sexo y su nivel de actividad física, en verano podemos llegar a sudar el doble de lo habitual en condiciones normales (que es aproximadamente medio litro diario), llegando a alcanzar incluso entre 2,5 y 3 litros al día en casos de una mayor actividad física, y si realizamos ejercicio muy intenso, hasta entre 1 y 2 litros por hora. Eso se puede traducir en las antiestéticas e incómodas manchas de sudor en la ropa y en el característico olor corporal.
Los antiguos egipcios fueron los primeros en aplicarse aromatizantes en las axilas para combatir el mal olor, y en la actualidad, la mayoría de nosotros los usa a diario en el aseo personal y cuidado de la piel. Se trata de los desodorantes y antitranspirantes. Estos productos se han convertido en imprescindibles, especialmente en verano, pues ayudan a controlar la transpiración (sudor) y el olor corporal.
Las axilas poseen alrededor de 50 mil glándulas sudoríparas, y se encuentran entre las regiones cutáneas con características fisiológicas específicas, pues su valor pH de 6,5 se encuentra por encima del de otras zonas de la piel. Lo cierto es que la transpiración humana es totalmente inodora en sí misma. El sudor está formado en un 99% por agua, y el resto son sales y otras sustancias que generan las glándulas sudoríparas. El mal olor aparece cuando el sudor es fermentado por las bacterias, que descomponen ciertas sustancias del sudor, como las proteínas y las grasas. Es aquí cuando entran en juego los desodorantes, que trabajan combatiendo esta situación.
Cabe resaltar que la transpiración o el sudor se produce en todo el cuerpo, pero no en todas partes llega a oler mal. Eso se debe a que la piel tiene dos tipos de glándulas sudoríparas: las ecrinas y las apocrinas. Las glándulas ecrinas están repartidas prácticamente por todo el cuerpo, aunque predominan en las palmas de las manos y en las plantas de los pies. Las glándulas ecrinas segregan un tipo de sudor que no huele al descomponerse. Las glándulas apocrinas se localizan en las zonas con abundantes folículos pilosos como las axilas, las ingles, la región genital y el cuero cabelludo. El sudor de las glándulas apocrinas contiene agua, minerales y sebo, componentes que sí producen olor al degradarse. Una curiosidad, las mujeres tienen más glándulas sudoríparas que los hombres, pero las de ellos son más activas.
Afortunadamente, además de seguir una correcta higiene, como ya hemos comentado, contamos con los desodorantes y antitranspirantes para combatir el mal olor y el sudor.
¿Desodorante o antitranspirante? Lo cierto es que no es lo mismo, como tampoco lo es su capacidad para combatir el sudor. Su principal diferencia radica en su forma de actuar.
Los desodorantes actúan sobre la transpiración reduciendo eficazmente el olor corporal. En ellos se utilizan diversos principios activos (antisépticos, perfumes, antitranspirantes) y combinaciones de los mismos para hacer frente a los inconvenientes del sudor. Desde el punto de vista médico, lo que tiene sentido es la combinación de antisépticos y antitranspirantes con un valor pH fisiológico, es decir ácido.
Para aquellas personas que transpiran mucho o realizan una gran actividad física, un antitranspirante es lo más útil para mantener bajo control el exceso de sudor, ya que reducen la secreción del sudor en las zonas en las que son aplicados y se evita la molesta humedad de las axilas, en caso contrario, si no eres de esas personas que sufren de sudoración excesiva, el uso del desodorante será suficiente para el día a día.
La palabra desodorante proviene del latín y ya explica la tarea del producto: significa "quitar el olor", así que estos productos se aplican, básicamente, para eliminar el mal olor. Su función principal es camuflarlo con fragancias agradables, aunque algunos desodorantes también contienen activos que impiden el crecimiento de las bacterias cutáneas que producen el mal olor. Son aquellos desodorantes con ingredientes como el citrato de plata, el citrato de zinc o el triclosán. Por lo que el desodorante no impide que sudemos, solo evita el mal olor, ya sea camuflándolo, o reduciendo las bacterias que descomponen el sudor o de ambas maneras.
Son productos que comienzan un paso antes, regulando la humedad de la axila y reduciendo la formación del sudor. Los antitranspirantes utilizan sales de aluminio para reducir el flujo de sudor. Este ingrediente, fundamentalmente el clorhidrato de aluminio (ACH), reduce temporalmente la secreción de las glándulas sudoríparas y el tamaño de estas. Estas sales se depositan en la parte superficial del conducto de las glándulas para reducir de manera temporal la producción del sudor. De esta forma, las bacterias de la piel no tienen nada que descomponer, por lo que no se genera el mal olor.
Por este motivo, la protección antitranspirante es más completa, ya que actúa contra el olor, como un desodorante, al tiempo que reduce la cantidad de sudor.
Existe la creencia de que los antitranspirantes no se deben usar porque alteran la sudoración normal del organismo. Sin embargo, se debe tener en cuenta que el sudor de la axila, la zona donde normalmente se aplican los antitranspirantes, supone menos del 1% de la superficie corporal, por lo que apenas afecta al mecanismo de transpiración de nuestro cuerpo. No obstante, para aquellas personas que no suelen sudar de forma muy intensa, bastará utilizar un desodorante.
Además de la eficacia contra el olor y el sudor, para un desodorante o antitranspirante es decisiva su tolerancia cutánea, tal y como advierten los expertos de Eucerin. Ello es especialmente importante en personas con piel sensible (intolerancias a los desodorantes convencionales, alcohólicos, perfumados o con aluminio) o previamente dañada (psoriasis, dermatitis atópica), donde la piel tiende a la formación de eccemas de contacto debido al debilitamiento de su función barrera. Este efecto se refuerza especialmente en caso de componentes como el alcohol y el aluminio, ambos responsables de gran parte de irritaciones y picores, por ello desde el punto de vista médico hay que evitar los alcoholes y perfumes en los desodorantes y antitranspirantes.
Los expertos recomiendan tener especial cuidado de las zonas sensibles de nuestro cuerpo donde aplicamos este producto y, especialmente, ser muy exigentes con los ingredientes de los productos que penetrarán de manera directa en la piel. Pero ¿cómo distinguir un desodorante natural saludable de otro que no lo es? Con la ayuda de Freshly Cosmetics te damos varios “tips” para identificar el verdadero desodorante saludable:
Los compuestos químicos sintéticos no tienen cabida en el proceso de elaboración de un desodorante natural. El uso de antitranspirantes de sales de aluminio en muchos desodorantes convencionales no solo puede implicar un impacto negativo por la absorción del aluminio, sino que, además, tapona las glándulas sudoríparas impidiendo que funcionen con normalidad e inhibiendo el sistema de la piel de eliminación de toxinas. Ningún producto debería intervenir de manera negativa en la biología de la piel y este es uno de los motivos que explica por qué los productos naturales están ganando más terreno en la sociedad.
Si un desodorante lleva la etiqueta de natural, pero en sus ingredientes aparecen compuestos químicos, ¡no te fíes! Identifica el aluminio en un desodorante mediante el sufijo –alum.
Las sales de aluminio no son el único ingrediente capaz de reducir el sudor. Existe un elemento de origen natural con muchos beneficios para la piel: el magnesio.
El magnesio se encuentra en la naturaleza (por ejemplo, en la sal marina) y es indispensable para el buen funcionamiento del organismo. Los aficionados al deporte seguro que conocen sus beneficios para combatir la humedad: los gimnastas utilizan magnesio para empolvarse las manos y así evitar el sudor y reducir la fricción de la piel.
Además de todo eso, el magnesio tiene múltiples beneficios para el cuerpo: aumenta el rendimiento físico, ayuda a relajar los músculos tensos y doloridos, tiene propiedades regeneradoras y antiinflamatorias, mejora la calidad del sueño y reduce la presión arterial. Es indispensable para unos huesos y músculos fuertes y un sistema inmunitario sano.
Gracias a sus propiedades antihumedad, el magnesio es un buen sustituto natural de las sales de aluminio en los productos para combatir el sudor y el olor corporal, tal y como informan desde NIVEA, que acaba de lanzar sus nuevos desodorantes MagnesiumDry. Combinado con el ácido esteárico, un componente de muchos aceites vegetales, consigue frenar la secreción de las glándulas sudoríparas al tiempo que respeta la piel, pues el magnesio tiene capacidades regeneradoras que la ayudan en sus procesos de reparación natural.
Si el desodorante está etiquetado como natural, su fórmula y elaboración también debe tener una base de activos naturales. Eliminar el olor eficazmente es lo que buscan la mayoría de los consumidores cuando compran un desodorante. Si la descripción del producto asegura un cuidado de 24 horas y, además, está anunciado como natural seguro que nadie tarda ni un segundo en meterlo en el carrito de la compra. Pero ¿realmente comprobamos que sea así?
Este tipo de conservantes suelen estar presentes en los desodorantes convencionales y en muchos otros productos de la industria cosmética, pero varios estudios científicos salieron a la luz alertando sobre el posible peligro de estas sustancias. Los parabenos se han relacionado con el cáncer y las marcas de cosmética natural han cerrado sus puertas a estos conservantes. Asegúrate de que tu desodorante natural no los contenga.
En un desodorante natural saludable no se utilizan fragancias químicas para eliminar eficazmente el mal olor. Los perfumes creados a partir de componentes artificiales han sido los más usados en los desodorantes convencionales durante muchos años para enmascarar el mal olor. El problema es que esos componentes se van acumulando en el cuerpo y no son eliminados. A la larga, podrían ser perjudiciales por ser disruptivos hormonales y alergénicos.
Aunque el boom de los productos de belleza y cuidado de nuestro cuerpo es una realidad en nuestra sociedad, no te dejes engañar por los anuncios publicitarios de marcas que promueven artículos elaborados a partir de fórmulas químicas revolucionarias. Estos aseguran un efecto inmediato y unos resultados visibles en nuestro cuerpo al poco tiempo de utilizarlos, pero ¿a qué precio? Lo que realmente es importante es el cuidado adecuado de nuestra dermis a largo plazo y que en un futuro se mantenga saludable.