El emperador chino Shennong, cuyo nombre significa "El Divino Granjero", dado que con él se dio el primer impulso a la agricultura, descubrió el té hace cinco mil años. Tuvieron que pasar otros tres mil años para que el consumo de esta infusión se popularizase: en sus comienzos servía como tributo, moneda o negocio entre China y otros países junto con la seda y las cerámicas.
En el siglo XX, estudios científicos demostraron que una sola hoja de té contiene alrededor de 500 tipos de elementos beneficiosos para la salud. Entre otros, los polifenoles (antioxidantes) y la teína, que pueden incrementar o fortalecer la inteligencia, la belleza y actuar como un elemento antiedad, antiradiación y anticancerígeno.
"El té se ha convertido en una bebida tan popular como el agua y algún día llegará a serlo más que ésta, además de convertirse en uno de los más importantes elementos de ayuda para la salud física y mental", asegura el presidente de la Asociación del Té de los Estados Unidos, Joseph P. Simrany.
Según Simrany, "el té sabe bien, satisface la sed, calma los nervios y alivia el estrés". Además, continúa, "fomenta las relaciones sociales, vigoriza a unos, relaja a otros y es bueno para la mente y el cuerpo".
La universidad estadounidense Rutgers University de New Jersey elaboró un estudio durante cinco años de duración sobre las propiedades anticancerígenas del té. Llegaron a la conclusión de que la ingesta de esta infusión tuvo efectos positivos para combatir el crecimiento de tumores malignos.
Numerosos estudios posteriores han concluido que el té tiene muchos efectos positivos en la salud, relativos a los tumores o el estrés. Tanto es así que la manera de relajarse de los japoneses es consumiendo té.
Pero también se ha popularizado el concepto del té como un producto que elimina el cansancio, eleva la eficiencia en el trabajo, evita la retención de líquidos, promueve una circulación de la sangre más fluida, alivia la tos y el asma, lucha contra las infecciones de garganta, boca y dolores de estómago, ayuda a adelgazar y protege los dientes.
Existen cuatro tipos principales de té: el verde, el blanco, el oolong y el negro. Tan solo uno de ellos es fermentado, el negro, y el semifermentado, el oolong.
Las infusiones fermentadas tienen un sabor más suave, aunque el proceso por el cual las hojas están tratadas disminuye la potencia de los compuestos beneficiosos para la salud, como son los polifenoles. El té no fermentado conserva su sabor natural y sus componentes amargos, así como preserva los elementos saludables que se pierden en el té negro.
Por ejemplo, el té verde con crisantemo ayuda a enfriar el cuerpo y a eliminar toxinas. El blanco "Yinzhen" (de aguja de plata) es antioxidante, tiene componentes antibacterianos y vitaminas.
Una de las variedades más demandadas por los numerosos beneficios que conlleva su consumo es el té negro, entre otros beneficios, por su aporte en aquellas personas que siguen una dieta para perder peso.
El té negro es una clase de esta infusión con características realmente destacadas, si bien procede de la misma planta, la camellia sinensis, de la que se extraen otras variedades, como la del té verde o el oolong, antes mencionados.
Entre otras cosas, es la variedad que más teína aporta, entre un 2 y un 4%, la cual se libera en su preparación. Esto consigue que el cuerpo humano funcione mejor y aumente el metabolismo.
Además, sus bajos niveles de calorías y sodio hacen que sea un producto diurético y depurador; todo esto hace que los expertos nutricionistas cada vez incluyan más el té negro frecuente en las dietas para adelgazar.
Es un gran aliado para aquellas personas que necesiten mantenerse activas, con una mejora en el pensamiento y el estado de alerta, así como la producción de orina, evitando la retención de líquidos.
Pero hay mucho más. El té negro es el producto de la oxidación de la hoja del té, un proceso que logra que sus células se oxiden y, por tanto, haga perder los antioxidantes propios del té, conocidos como polifenoles. No obstante, se ha descubierto recientemente que en este proceso se generan teaflavinas, las cuales se absorben en un 95% en la digestión, ayudando en la lucha contra el cáncer, la diabetes, los trastornos del corazón o distintas infecciones.
El té negro también es un aliado en la prevención de las caries al contener grandes dosis de flúor.
Los antioxidantes del té negro estimulan el sistema inmunológico, impidiendo así la acción de problemas como diarrea o gastritis.
Se trata de un producto que actúa como vasodilatador, favoreciendo un incremento del riego sanguíneo y una nutrición más integral de todo el cuerpo.
La mayor densidad mineral ósea también es otra ventaja de la toma de té negro, lo cual se puede entender como un aporte en caso de padecer problemas de osteoporosis.
El té negro se encuentra dentro de las infusiones estimulantes, por su contribución para mantener despierto el cerebro, lo que le convierte en un gran aliado para mantener en buen estado la memoria, tanto a corto como a largo plazo.
Otro de los alicientes del té negro es que cuenta también con componentes que fortalecen el aprendizaje, en relación con la gran ayuda que supone para la atención y la concentración.
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