La operación bikini ha vuelto. Año tras año por estas fechas los expertos se echan las manos a la cabeza al descubrir que todavía muchas personas creen que las dietas milagro funcionan, que saltándose la cena se adelgaza o que lo único que importa son las calorías. Todos queremos lucir nuestra mejor figura en traje de baño, lo que nos hace leer y escuchar muchos consejos y recomendaciones de todo tipo sobre nutrición y dietética. A veces es tanta la información a procesar que no somos capaces de detectar los datos erróneos.
Es por ello que, con la ayuda del experto en nutrición Ata Pouramini y el equipo médico de la Clínica de Adelgazamiento del Hotel Talaso Atlántico, hemos elaborado una completísima lista de falsos mitos para adelgazar, con el objetivo de que te alejes de ellos y consigas perder peso sin perder la salud. Una serie de consejos para despejar dudas y olvidar de una vez por todas los peligrosos mitos y creencias que no solo no te harán adelgazar, sino que podrán hacerte ganar más peso, generar una resistencia al adelgazamiento y producir problemas de salud.
Una de las últimas tendencias contra la que luchan dietistas, médicos y nutricionistas es la de eliminar por completo los hidratos de carbono de la dieta, acusados de ser los causantes de la acumulación de grasa. Es por ello que las dietas hiperproteicas se han convertido en una de las opciones preferidas a la hora de adelgazar. La Semidieta, adelgaza sin ansiedad
A este respecto, otra falsa creencia es pensar que el pan queda totalmente descartado de nuestra dieta alimenticia cuando queremos adelgazar. El pan es necesario e imprescindible. Si bien no podemos abusar de él, una rodaja de pan aporta tan sólo 50 calorías, con lo que, de forma controlada, es bueno para el desayuno, la merienda o la cena.
Es cierto que es necesario quemar más energía de la que se ingiere para adelgazar, sin embargo no es lo mismo consumir 500 calorías de un bollo azucarado y un refresco que un plato de pollo a la plancha con verduras. Mientras la primera elección apenas aporta nutrientes, provoca reacciones hormonales en el organismo que favorecen el almacenamiento de esas calorías en forma de grasa, y se sentirá hambre en poco tiempo dado que no sacia, en el segundo caso se estarán cubriendo las necesidades nutricionales, aumentando el metabolismo y alimentando la musculatura, de modo que se quemará más grasa, se evitará su acumulación y se permanecerá saciado durante más tiempo, necesitando un menor volumen de alimento a lo largo del día.
Es uno de los grandes errores. La báscula no deja de ser un instrumento “orientativo”, y se debería utilizar mejor. El peso cambia de un día para otro por diferentes variables, como la menstruación en las mujeres, además de que no se puede olvidar la importancia de que el músculo pesa más que la grasa si se practica ejercicio con frecuencia, es por ello que la báscula puede arrojar datos erróneos con respecto al adelgazamiento, que significa “perder grasa”. Sin duda, lo ideal es acompañar el peso (1-2 veces por semana) con la medida de circunferencias (cadera, cintura, pecho, muslos…) para comprobar los progresos.
Desde luego, es posible estar delgado sin hacer ejercicio, pero para tener un cuerpo en forma hay que tener una musculatura fuerte y un porcentaje de grasa bajo que sólo se construye gracias al ejercicio físico. Además, un cuerpo con una buena musculatura tiene un metabolismo basal alto, lo que se traduce en quemar más calorías diarias en estado de reposo.
Lo cierto es que, aunque a veces pueden gastarse auténticas fortunas en este tipo de productos, tienen un efecto placebo: una crema puede alisar el aspecto de la piel, una pastilla diurética favorece la expulsión de los líquidos retenidos, pero en general para perder grasa no hay más opción que llevar una dieta equilibrada, hacer ejercicio, descansar adecuadamente, evitar el estrés y, ante todo, ser constante. Los milagros, no existen.
No comer lleva a adelgazar, pero no grasa, sino líquido y músculo, con lo que se consigue ralentizar el metabolismo y para mantener el peso habrá que comer todavía menos, con lo que el organismo se adaptará a comer cada vez menos, hasta que el metabolismo basal sea tan bajo que con poco que se ingiera, se engordará. El temido “efecto rebote” estaría asegurado con esta táctica.
El cuerpo no está preparado para perder más de un kilo por semana, por lo que si se baja más peso, se estará perdiendo músculo y líquido, el metabolismo se volverá lento, la pérdida de peso se frenará y al dejar la dieta se recuperará todo el peso perdido.
Cabe resaltar que en algunos casos de obesidad severa puede darse el caso de adelgazar un poco más rápido al principio.
Es falso. Saltarse comidas puede provocar mayores necesidades de ingesta de alimentos en la siguiente comida y producir un efecto boomerang. Si se hace debe ser controlado. La recomendación es adelantar la hora de la cena para conseguir ayunar durante más horas seguidas, lo que beneficia al organismo.
La base de una dieta equilibrada es comer de todo en su justa medida, sin tener la necesidad de pasar hambre, de lo contrario, más tarde o más temprano, se acabará por abandonar. Para adelgazar, realiza cinco comidas diarias.
Falso en el caso de las frutas y verduras, verdadero en el de la carne. En este último supuesto, si el ganado está alimentado en pastos limpios y se alimenta de forma natural, su grasa será buena. La producción masiva para suministrar carne a toda la población no garantiza, de otro modo, que la grasa que produzca el animal sea saludable. Ni siquiera en el caso de los pollos y pavos.
Es falso. Se trata de una nueva moda muy peligrosa. Los alimentos sin gluten están indicados para personas con intolerancia al gluten y problemas asociados a la celiaquía. Si no se padecen y dejas de consumir gluten puedes enfermar por déficit de nutrientes, además de engordar.
Falso. El agua no aporta calorías y produce sensación de saciedad. No está contraindicada en ninguna dieta para adelgazar seria y rigurosa. Podemos beber agua tranquilamente mientras degustamos nuestros platos. De hecho, se recomiendan de 2 a 3 litros diarios, independientemente de la hora y momento en que se beba. Y es que el agua es imposible que engorde porque no tiene calorías y es la mejor bebida de todas.
El agua es imprescindible para el organismo, pero ni mucho menos tiene la capacidad de adelgazar. De hecho, beber demasiada agua puede llegar a ser muy contraproducente para el metabolismo, forzando al riñón a filtrar más líquido y llegando a producir retención. Descubre aquí las realidades y mitos sobre el agua.
Es falso, depende de cada alimento y de la manera que es absorbido. Las verduras cocidas se digieren mucho mejor, ya que son alimentos que contienen moléculas que fermentan en el tubo digestivo. De ahí lo de que las verduras hinchan y producen gases. Algunas más que otras, por ejemplo, repollo, coliflor y pequeñas coles. Al hervirlas, degradamos sus fibras. En el otro lado, “lo verde”, debe ser ingerido crudo. Valgan como ejemplo, el brócoli y la espinaca, que contienen importantes enzimas que desaparecen con la cocción y que protegen nuestro sistema cardiovascular.
De nuevo, falso. Los brotes de la soja o la alubia entera son sanos, no el resto. Al contrario, si abusamos de ellos pueden favorecer la aparición de problemas de tiroides y desarreglos menstruales, ambos causantes del aumento de peso. Descubre aquí las verdades y mentiras sobre la soja.
Es falso. El organismo necesita un equilibrio entre proteínas, grasas, azúcares, minerales… La tendencia detox tiende a sustituir un menú completo por la ingesta abusiva de los zumos de color. Son un complemento, con ellos pierdes líquido por su efecto diurético, pero no grasa. Incluye la piel de las frutas dentro del zumo para conseguir un buen aporte de fibra.
Falso. Los alimentos integrales son ricos en hidratos de carbono, suman calorías y deben controlarse para adelgazar. Eso sí, los productos integrales no provocan picos de insulina tan potentes como lo hacen los hidratos refinados como la bollería industrial, de manera que ayudan a mantener equilibrados los niveles de azúcar en sangre, evitando los ataques de hambre.
Para nada. Es cierto que el aceite de coco aporta calorías, pero no tanto como se pensaba. Los triglicéridos de cadena media presentes en su composición activan el metabolismo produciendo un considerable gasto energético. Se ha demostrado su efectividad en la lucha contra la obesidad y la grasa abdominal.
Varios estudios demuestran que aquellas personas que comen margarina tienen dos veces más posibilidades de sufrir enfermedades del corazón que aquellas que consumen mantequilla. Se debe a que la margarina es un producto muy procesado.
A la hora de hacer dieta, buscamos todo tipo de alimentos que pensamos que van a ir mejor para adelgazar. Los llamados productos light pueden ser una ayuda, pero no son la panacea. La dieta no va a servir de nada sólo comiendo este tipo de productos, muchísimo menos, si abusas de ellos. De hecho, no todos los alimentos clasificados con esta distinción tiene realmente pocas grasas. Los productos light, pese a tener menos contenido de azúcares, grasas, sal o calorías que las versiones normales, no implica que sean bajos en estos nutrientes. Lo importante es tener en cuenta los valores absolutos presentes en los productos light.
Evita los productos ricos en azúcares, grasas y edulcorantes. Pásate a los productos algo más naturales que siempre son mejores, tales como los yogures naturales o el queso fresco. Una combinación de éstos junto a los light dará mejores resultados.
Otro de esos mitos que hay que desterrar, pues es cierto que el estrés puede llevar a comer menos, pero eso no quiere decir que se esté perdiendo peso de forma saludable, de hecho, lo más probable es que ese peso se recupere. Además, el estrés libera hormonas como el cortisol, que hace que el cuerpo acumule grasa en la zona abdominal.
No es necesario hacer horas y horas de ejercicio aeróbico, como correr o spinning. De hecho, un exceso de aeróbicos puede ser contraproducente, desgastando el cuerpo y perdiendo, además de grasa, músculo, por lo que se ralentiza el metabolismo. Lo ideal es hacer un máximo de una hora diaria de ejercicio aeróbico, no más de 4-5 días a la semana. Es primordial combinarlo con entrenamiento de fuerza. Por supuesto, no hay que temer los ejercicios de fuerza pensando que practicándolos el cuerpo adoptará formas musculosas poco femeninas. Lo cierto es que lograrlo sería realmente difícil. Entrenar la musculatura de forma localizada, con máquinas o pesas, no pondrá a ninguna mujer como una culturista, pero sí construirá un cuerpo más tonificado, firme y “duro”, con menos porcentaje de grasa y con un metabolismo más elevado.
Tampoco hace falta dedicar muchísimo tiempo al ejercicio, la clave es la constancia y la intensidad: 30-45 minutos de ejercicio intenso 3 días a la semana pueden hacer milagros.