La Navidad es sinónimo de comidas copiosas en las que solemos ingerir alimentos que no acostumbramos a comer en otros momentos del año. Deliciosos platos vuelven a nuestras mesas: turrones, polvorones, corderos, mariscos, jamón... y todo regado de un buen vino. En esta época del año, se acumulan las reuniones en las que nos juntamos para comer y beber con amigos, sin olvidar las comidas y cenas familiares de Navidad y fin de año. Excesos culinarios que pasan factura a nuestra salud digestiva. El estreñimiento, la hinchazón, los gases, el dolor y acidez de estómago, así como las digestiones lentas y pesadas son algunos de los inconvenientes que traen consigo comidas y cenas con demasiadas grasas, azúcares y bebidas alcohólicas. En definitiva, durante las fiestas desequilibramos nuestra alimentación, alejándonos de una dieta saludable. Tanto es así que, de media, se engordan unos tres kilos en estas fechas.
Los siguientes problemas digestivos son bastante habituales en este tipo de eventos. Suelen ser leves, pero muy molestos:
Suelen ir de la mano, pues se producen por el mismo motivo: un exceso de ácido en el estómago. Después de una comida copiosa, el estómago trabaja más de lo habitual y llega a producir más ácido de lo normal. La acidez son las molestias que ese exceso causa en la parte alta del abdomen. Es habitual que el dolor se acentúe al agacharse o recostarse.
Además, es posible que los ácidos lleguen hasta el esófago. Este órgano cuenta con una válvula (llamada cardias) que se cierra para evitar que los jugos del estómago lleguen a la garganta; sin embargo, en algunas ocasiones, esa válvula no cierra adecuadamente (por ejemplo, si hay un exceso de ácido tras una digestión pesada). Cuando los ácidos llegan a la garganta, notamos esa sensación de quemazón, tanto en la garganta como en el pecho, que es lo que se denomina ardor. Estas molestias son más habituales e intensas entre personas con sobrepeso y embarazadas.
Otro problema muy ligado a la acidez y el ardor. Después de una comida abundante, es posible tener un sabor agrio en la boca, una sensación similar a como si la comida volviese desde el estómago. Esta molestia, junto con la acidez y el ardor, suele ser algo puntual. Sin embargo, si se convierte en frecuente (dos veces por semana o más), es conveniente visitar al médico. Por ejemplo, la enfermedad por reflujo gastroesofágico causa acidez y otras molestias, por lo que estos síntomas pueden ser un primer aviso si se vuelven habituales.
Durante las comidas navideñas, hablamos mientras comemos y bebemos, y eso implica tragar mucho aire. Ese exceso de aire se acumula en el esófago y tiene que salir a través de los eructos. La acidez también puede provocar la necesidad de eructar con frecuencia. Por su parte, las flatulencias son comunes cuando se toman ciertos alimentos, como las judías, el repollo o las bebidas gaseosas.
Por otra parte, el molesto hipo son contracciones involuntarias del diafragma, un músculo situado en el abdomen. Tragar demasiado aire, tomar alcohol o bebidas gaseosas o comer mucho son algunos de los factores que lo producen.
En ocasiones, el escape de los ácidos del estómago hacia el esófago puede producir ganas de vomitar. Hay otros motivos por los que aparecen, como una intoxicación alimentaria, una alergia o intolerancia a algún ingrediente.
Es una molestia en la parte superior del abdomen acompañada de la sensación constante de tener el estómago lleno, incluso aunque no hayamos comido demasiado. La indigestión también suele acompañarse de acidez y náuseas.
Los empachos son muy habituales en las fechas Navideñas ya que solemos comer más de lo que nuestro estómago puede procesar en condiciones normales. Lo suelen provocar, además, los alimentos con mucha grasa, las carnes, frituras, dulces, el alcohol y las bebidas gaseosas, que no suelen faltar en las mesas durante esos días. Los síntomas van desde dolor estomacal, acidez, gases, estreñimiento, diarrea, vientre hinchado, falta de apetito e incluso vómitos.
El consumo de alimentos en mal estado, crudos o poco cocinados son las causas principales de las intoxicaciones alimentarias en las Navidades. Mariscos, pescados crudos y carnes poco cocinadas son las comidas más afectadas por virus, bacterias y parásitos, por lo que siempre es muy recomendable que seamos nosotros los que cocinemos o cozamos los mariscos, congelemos los pescados y nos aseguremos de que las carnes están bien hechas, además, siempre hay que guardar la comida que compremos en la nevera y tener mucho cuidado con las mayonesas caseras, limpiando los huevos antes de utilizarlos y desechando la que no hayamos consumido de un día para otro si ha estado mucho tiempo fuera de la nevera. ¡Mejor preparar otra!
Se trata de otro síntoma típico de las Navidades, normalmente es debido a las intoxicaciones alimentarias y a los cambios bruscos en la alimentación. Deberemos reponer líquidos y sales minerales bebiendo agua y zumos y recurrir a los medicamentos antidiarreicos que nos recete nuestro médico en caso de ser necesario.
Para evitar que el estómago y el intestino se resientan a causa de una “sobrecarga de trabajo”, estos alimentos ayudarán a conseguir un mayor confort digestivo:
Si seguimos unos hábitos alimentarios adecuados y mantenemos un estilo de vida saludable, se puede prevenir la acidez de estómago. Ficha estos sencillos y eficaces consejos:
Hinchazón, ardor, estreñimiento o diarrea son algunos de los síntomas más comunes de una mala digestión, un problema que padece una de cada tres mujeres españolas. Ten presentes una serie de consejos que, pasan por modificar hábitos alimenticios y estilo de vida, a fin de que tu digestión sufra lo menos posible y las digestiones pesadas y lentas no te amarguen el día:
Si aún teniendo presentes los consejos anteriores se sufre hinchazón, dolores de estómago y malas digestiones, te recomendamos tomar estos remedios e infusiones que pueden aliviar los síntomas y hacer que sea más llevadero:
La infusión de canela es un buen remedio para estas fechas ya que alivia flatulencias y estimula las digestiones lentas. Media cucharadita de canela en polvo es suficiente, se echa en una taza de agua hirviendo y se bebe lentamente.
El jengibre mejora las digestiones pesadas y alivia las posibles náuseas. Un par de rodajas de jengibre fresco ayudará a sentirse mejor tras una comida demasiado copiosa y aliviará la hinchazón estomacal y los gases que pudieran producirse. Se pueden masticar directamente o prepararlas en infusión.
Un vaso de agua templada ayuda a relajar el estómago y a reducir posibles inflamaciones. Si, además, la indigestión se transforma en descomposición o diarrea, beber agua a pequeños sorbos nos ayudará a reponer los líquidos perdidos.
Es conveniente en estas fiestas tener semillas de chía. Hay que dejar la noche antes un puñado en remojo y al día siguiente de la gran comilona desayunarlas con leche o agua. Ayudará a regular el tránsito intestinal de forma más rápida.
Desde siempre, cuando a uno le duele la tripa se toma una manzanilla, pues para estos casos también es bueno ya que reduce la posible inflamación, relaja los músculos estomacales y hace que la hinchazón mejore, esto es debido a un principio activo llamado bisabolol.
El anís ayuda a reducir eficazmente los gases estomacales, así que es bueno tomarse una infusión de anís verde tras una comida copiosa.
La pimienta es otro de los ingredientes estrella esta Navidad, contiene piperina que estimula la secreción de jugos gástricos que hacen que la digestión se haga de una forma más fácil, así que es un buen ingrediente para los platos de estos días.
La posición corporal antes, durante y después de comer también afecta significativamente al proceso de digestión. Pedro Torreño, personal trainer de Nutrición Center, ofrece las siguientes recomendaciones:
Si las molestias son muy incómodas, una opción fácil y rápida es con la ayuda de medicamentos sin receta. Para el ardor y la acidez hay diversos productos que se encargan de neutralizar el ácido del estómago o crean una barrera protectora para impedir el paso hacia el esófago. Otra opción son las sales de frutas, un remedio conocido por todos para aliviar los problemas estomacales. También hay suplementos alimenticios con probióticos.
Un estudio publicado en la revista American Family Physician, asegura que el aceite de menta puede ayudar a aliviar los síntomas del intestino irritable.
Los investigadores afirman que el 79% de los pacientes con intestino irritable que toman un suplemento de aceite de menta tres veces al día experimentan una notable mejoría. Se debe a que esta sustancia relaja los músculos gastrointestinales que producen los espasmos.
El omeprazol es el segundo medicamento más consumido del mundo después del paracetamol. En 12 años su uso se ha multiplicado por cinco, según los datos ofrecidos por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. Se trata de un fármaco inhibidor de la bomba de protones que evita la formación de ácido en el estómago por lo que protege de problemas tan comunes como la irritación por reflujo gástrico o las úlceras. También se utiliza para la protección gástrica frente a medicamentos.
Durante estos años, este medicamento ha sido prescrito de forma un tanto airada por médicos y se ha consumido de manera abusiva por los pacientes. Lo que hay que tener claro es que este protector de estómago se debe tomar únicamente cuando se necesite y no como método preventivo. Recientes estudios han comprobado que el abuso de este tipo de medicamentos impide una normal asimilación de la vitamina B12 que puede derivar en demencia, daño neurológico o anemia.
Las investigaciones confirman que las personas que durante dos o más años han tomado diariamente este principio activo, tienen un 65% más de probabilidades de tener niveles bajos de vitamina B12 que quienes no han ingerido estos fármacos de forma tan continuada. Lo aconsejable es disminuir la cantidad de ingesta del medicamento tan pronto como sea posible. Llevando un consumo responsable, no correremos el riesgo de padecer los problemas neurológicos derivados de su uso abusivo.