"Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina tu alimento", afirmaba hace alrededor de veinticinco siglos el sabio griego Hipócrates de Kos, considerado por los libros de historia como el padre de la medicina moderna en el mundo occidental.
Su concepto se sigue aplicando actualmente, sobre todo en la vertiente más naturista de la medicina, que ha hecho de la "terapia de la nutrición" uno de sus pilares fundamentales.
La medicina convencional se ha rendido a los efectos beneficiosos que proporciona la alimentación. La cocina se ha transformado en la botica para remediar dolencias de una manera natural con los productos que tenemos más a mano. Puedes darte un festín gastronómico y cuidarte al mismo tiempo.
Según la médica nutricionista Esther de la Paz, "mantener una dieta de la que formen parte el vino, el pescado, el chocolate negro, frutas, verduras, almendras y ajo, ha aumentado la esperanza de vida una media de 6,6 años en los hombres, y en las mujeres unos cinco años”. "Estas comidas no sólo aumentan las defensas inmunológicas, sino que además revitalizan todo el cuerpo porque la sangre lleva el oxígeno, así como las vitaminas, minerales y nutrientes a los tejidos, además de transportar los desechos y toxinas que recoge nuestro sistema linfático", explica la doctora De la Paz.
Para Virginia Ruipérez, miembro de la Sociedad Europea de Medicina Naturista Clásica, y con un postgrado en Medicina Naturista por la Facultad de Medicina de Zaragoza (España), una de las pocas donde se puede cursar esta especialidad, "cada vez más gente se dirige a la medicina naturista para curar sus dolencias ya que, día a día, demuestra su efectividad".
"Los naturistas respetamos la fisiología del cuerpo, mientras que la medicina convencional quita el síntoma, pero no va al origen de la enfermedad. Sin embargo, nosotros partimos de la causa que la provoca", añade Ruipérez.
La especialista afirma que enfermedades de asimilación como la hipertensión, el colesterol o cardiovasculares "que vienen derivadas de los cambios en el estilo de vida" se corrigen con una sana alimentación y ejercicio físico.
Ruipérez es especialista en ginecología y fertilidad, y asegura que con una alimentación adecuada "parejas que no han conseguido un embarazo ni siquiera tras varios intentos de fecundación asistida, lo han logrado gracias a una terapia de depuración del organismo".
"Si el hígado de una persona va lento y eso le hace aumentar el colesterol una correcta alimentación le hará corregir esa alteración", comenta. "Lo interesante también es que se trata de una medicina preventiva que puede aliviar las consultas médicas".
Virgina Ruipérez asegura que, en estos momentos, existe una fusión entre las nuevas investigaciones médicas y científicas con el pasado. "Las recomendaciones de nuestras abuelas o filoterapia no se sabía por qué se hacía, pero ahora sí, de ahí que se establezca conexión entre la medicina natural y la convencional". De hecho, no hay consulta médica que se precie que su principal recomendación no sea una alimentación sana y ejercicio físico.
La medicina natural consiste, ante todo, en optimizar la fisiología del organismo. Cualquier ser vivo sabe qué hacer para equilibrarse y ante todo no dañar. "Contempla al ser humano como un todo. Todo se puede curar mediante este sistema. Sólo hay una enfermedad, la espondilitis anquilosante, una enfermedad autoinmune que no se puede curar, pero que, llevando una alimentación hipoalérgica, los síntomas se reducen", comenta Ruipérez.
El profesor naturista Nicolás Capo fue el primero que estudio las propiedades de estos alimentos y un auténtico defensor de la trofología, la ciencia de la alimentación que combina los alimentos según su compatibilidad química y que alcanzó su máxima popularidad a finales de los años cincuenta. El naturista aseguraba que el ajo y la cebolla ejercen como antibióticos naturales para aniquilar los gérmenes patógenos y los depósitos reumáticos, además de problemas cardiacos, ya se recetaba en el siglo I en la India, sin olvidar que griegos, romanos y egipcios también lo utilizaban para paliar algunas dolencias.
¿Quién no tiene en la cocina ajo o una cebolla? Son elementos estrella para dar aroma, sabor y textura a una buena salsa, pero también para prevenir y curar enfermedades. El pomelo, la naranja, la mandarina y, especialmente, el limón, aportan importantes cantidades de vitaminas y enzimas que destruyen las impurezas y la acidez de la sangre.
Ciertos alimentos pueden ayudarte a vivir más y mejor. Descubre los que no deben faltar en tu mesa semanal, si quieres cumplir muchos años y con la máxima vitalidad:
La acción germicida del ácido alílico que contiene el ajo, junto con la cebolla, puede ayudar a combatir enfermedades como el artritismo, la sífilis, la colitis, la anemia, la bronquitis crónica y la tuberculosis. Disminuye el colesterol, reduce la tasa de azúcar en el organismo y consigue dar mayor fluidez a la sangre. Es estimulante, diurético y expectorante.
El ajo crudo es el que mantiene todas sus propiedades medicinales, no así los precocidos o los preparados de ajo. Crudo destruye las bacterias patógenas, tiene una fuerte acción inhibidora sobre los virus y reduce el riesgo de cánceres. Contiene una variante de vitamina B1 indicada en caso de estados de nerviosismo y depresión. Tiene un alto porcentaje mineral como el potasio, magnesio, hierro y azufre.
A pesar de su efecto beneficioso, no es recomendable que tomen ajo las madres en época de lactancia, ya que transmiten su sabor a través de la leche y tampoco el aparato digestivo del bebé está preparado para asimilar algunos de los principios activos del ajo. Está desaconsejado también a personas con problemas intestinales y estomacales, problemas en el hígado o los riñones.
Si tu paladar no acepta este condimento natural, puedes encontrar un compuesto en pastillas en las farmacias.
La cebolla es una de las hortalizas más populares en el mundo, ya que crece sin problemas en todo tipo de climas, aunque proceda de Asia. Utilizada para aliviar y combatir las enfermedades respiratorias, es también un alimento antiinfeccioso y anticancerígeno. Como el ajo, tiene un alto componente en azufre y, precisamente por ello, se recomienda su uso crudo ya que el calor elimina gran parte de las sustancias azufradas y de los aceites esenciales.
Aporta gran cantidad de fibra, minerales como el potasio, fósforo, calcio, magnesio o sodio y vitaminas B3, B6, B9 (ácido fólico), C y E también, pero en menor cantidad. Tiene propiedades analgésicas, vasodilatadoras, antiartríticas, antibacteriales, antiinflamatorias y antiherpéticas.
Como buen flavonoide tiene propiedades antioxidantes y una importante cantidad de quercetina, que también podemos encontrar en el té verde, la manzana, las cerezas, las peras y el ajo, que protege el hígado, ejerce de antigripal y combate las úlceras, el asma y la diabetes.
Favorece la digestión y equilibra el organismo al actuar como laxante o astringente, según sea necesario; elimina los fermentos e impurezas del sistema digestivo, lo que redunda en beneficio de la tensión arterial.
Para paliar resfriados, gripes, catarros bronquiales, laringitis o catarros de nariz con violentos estornudos nada mejor que beber caliente una mezcla de jugo de una cebolla y de un limón con dos cucharadas de miel.
Desde hace más de cuatro mil años se considera que el limón tiene propiedades terapéuticas. Si quieres elegir uno bueno evita los de piel rugosa, porque tienen menos jugo.
Sus propiedades saludables se centran en que es un alimento muy rico en vitamina C lo que favorece que sea un magnífico antioxidante y fortalecedor del sistema inmunológico. Posee una sustancia llamada "terpenos" que resultan anticancerígenos. Fluidifica la sangre y aumenta el número de glóbulos blancos, los cuales combaten y previenen infecciones. No menos importante es su poder diurético y purificador, limpiando el organismo de toxinas.
Uno de sus componentes más importantes son los flavonoides, que son pigmentos vegetales que en las plantas ayudan a atraer a los polinizadores para que puedan dispersar mejor las semillas. Los flavonoides son anticancerígenos, beneficiosos para el sistema cardiocirculatorio, reducen el colesterol, protegen el hígado y el estómago y son antiinflamatorios, analgésicos y antimicrobianos.
La mayoría de los flavonoides de las frutas se encuentran concentrados en la piel y las capas más externas, es decir, en las zonas accesibles a la luz. Se cree que es para proteger las partes internas de la oxidación de su vitamina C.
El limón ayuda a combatir la colitis; disuelve el ácido úrico, con lo que se convierte en un remedio eficaz del reumatismo y la gota; purifica la sangre y la fluidifica, sirviendo de sedante para el corazón; ayuda a regularizar la menstruación, a prevenir los dolores de cabeza y los desequilibrios del sistema nervioso pues origina en las células nerviosas una rápida desintoxicación que genera bienestar; combate la vejez prematura.
No dejes de tomar limón en caso de bronquitis; es un claro antigripal; antes de cada comida estimula el apetito y su corteza en infusión caliente entona el estómago y ayuda a eliminar gases, siendo ideal para luchar contra el cansancio después de realizar algún deporte.
Solo, sin azúcar o con un poco de miel, en medio vaso de agua mineral fría, en ayunas se convierte en un elixir vital.
Su sabor ligeramente amargo, denota la presencia de sustancias que poseen efectos desintoxicantes. Gran contenido en vitamina C y "licopeno", el cual ofrece una protección eficaz frente a una gran variedad de cánceres.
Fuente de fibra vegetal y vitaminas, los vivos colores de las frutas se deben a su riqueza en pigmentos antioxidantes, que pueden ayudar a protegernos de las dolencias como el cáncer, así como los infartos y la hipertensión. Es preferible tomarlas frescas y de temporada.
No sólo aportan fibras, vitamina y minerales. Sus compuestos protegen las membranas celulares de los daños que originan las principales dolencias y el envejecimiento precoz. Hay que ingerir al menos 5 raciones diarias de frutas o verduras (en total unos 400 gramos), lo más variadas posible, cada ración del tamaño de una pelota de tenis, de alimento compacto y listo para comer.
Sus propiedades antioxidantes, convierten a las coles en la verdura anticancerígena por excelencia.
Su consumo fresco posee propiedades que estimulan el proceso digestivo, favoreciendo la absorción de nutrientes, evitando flatulencias y permitiendo una mejora general de la digestión.
Destacan sus efectos antidepresivos, mejora la circulación sanguínea y reduce las inflamaciones que provocan enfermedades como la artritis.
Sus beneficios a nivel cardiovascular están comprobados, debido a su riqueza en grasas monoinsaturadas, ácido oleico y vitamina E, aumentan la tasa de colesterol bueno y reducen el malo, contribuyendo además al equilibrio de la presión arterial.
Las almendras son una “bomba nutritiva”. Es el fruto seco con mayor densidad de nutrientes, al ofrecer magnesio, proteínas, cobre, riboflavina, fibras, calcio y grasa monoinsaturada. Son una excelente fuente de vitamina E, un antioxidante que ayuda a retrasar el envejecimiento y a prevenir enfermedades cardiacas.
Casi todos son ricos en vitamina B12, vital para el sistema nervioso, y en yodo, esencial para la glándula tiroides. Sus proteínas se asimilan muy bien, pero conviene tomarlo sin piel, donde se acumulan los residuos tóxicos del mar, y congelarlo tres días antes de comerlo, para eliminar sus parásitos.
Un tercio de su grasa es ácido oleico, el cual disminuye el colesterol en la sangre. Además, es muy rico en flavonoides con un efecto cardioprotector y preventivo de la arteriosclerosis. Por si fuera poco, ¿sabías que comer chocolate ayuda a adelgazar y quemar grasa?
Permite prevenir algunas enfermedades cardiovasculares y determinados cánceres, gracias a la acción antioxidante de sus polifenoles y del resveratrol. El más saludable es el tinto, pues son sus colorantes naturales los que le confieren sus cualidades saludables.