El sol tiene una gran importancia para la salud, destacando el papel que desempeña en la prevención de algunas avitaminosis. Sin embargo, la exposición inadecuada produce diversos efectos nocivos que pueden manifestarse a corto o largo plazo como las quemaduras solares, engrosamiento de la piel, fotoenvejecimiento prematuro, alteraciones de la pigmentación e incluso cáncer de piel, estando este último relacionado en el 90% de los casos con la exposición al sol. A este respecto cabe destacar que el número de afectados se ha incrementado hasta un 10% en el último año, convirtiendo al cáncer de piel en uno de los problemas sanitarios de primer orden en España -se calcula que cada año se diagnostican hasta 78.000-. Además, hay que prestar especial atención a las personas mayores y los niños: se estima que durante la infancia y la adolescencia recibimos hasta el 80% de toda la radiación solar de nuestra vida.
"Nacemos con un capital solar que se debe administrar desde que se es un bebé. Bajo ningún concepto se puede exponer al sol a un niño menor de tres años", advierte el doctor Miguel González Nebreda.
"Al niño se le tiene que proteger con una camiseta, un sombrero y unas gafas, además de la crema con factor de protección, que, por obligación se debe renovar cada dos horas y hacer hincapié sobre rostro, nariz, orejas y nuca", dice el especialista en dermatología general y prevención de cáncer cutáneo.
Bajar la guardia ante el sol tiene sus consecuencias, pero parece que aún no sabemos cómo protegernos. Saber cómo convivir y disfrutar sin riesgos del sol es la asignatura que verano tras verano nos queda pendiente.
A veces nos olvidamos del cuidado de la piel durante el invierno, sobre todo a nivel corporal, y al acercarse el verano nos preocupa como si nunca antes hubiera estado ahí.
La primera exposición solar supone un impacto inmediato para la piel, que ha permanecido oculta durante los meses anteriores. Una inadecuada exposición inicial conlleva notables desventajas, tales como un fotoenvejecimiento prematuro de la piel, pero además peligros a largo plazo debido a que los rayos UVA penetran en la dermis provocando efectos nocivos y acumulables.
En contra a lo que se pueda pensar, el cielo nublado deja pasar los rayos UVA y UVB del sol, ya que las nubes únicamente detienen los rayos infrarrojos, por lo que una exposición solar en esas condiciones puede producir quemaduras serias, ya que no se tiene sensación de calor.
Sin duda, la clave para mantener la piel sana y bonita consiste en hidratarla y nutrirla convenientemente tanto de día como de noche. De este modo conseguirás fijar un tono bronceado de larga duración.
Elige una loción hidratante para el día que incluya filtros solares de amplio espectro UVB y UVA, conseguirás retrasar el envejecimiento de la piel y prevenir posteriores alteraciones irreversibles.
Podemos preparar nuestra piel antes de la exposición solar para mejorar su estado, obteniendo un bronceado en las mejores condiciones. Por ejemplo, un aporte extra de betacarotenos, que preparan y potencian el bronceado, también tocoferoles, como fuentes de vitamina E antioxidante, y ácidos grasos esenciales, pueden ser una buena elección.
Los alimentos que consumes pueden ayudarte a reforzar las defensas de la piel y ayudarla además a broncearse de manera homogénea y prolongar el color. Ante el sol, el único mecanismo natural de defensa de la piel es la melanina, sustancia que se produce en los melanocitos y que son los responsables del color de la dermis y de su protección. En función de la cantidad y de la calidad de la melanina, la piel tendrá mejor o peor defensa.
Por lo general, las pieles oscuras disfrutan de mayor cantidad de melanina que las blancas. La alimentación rica en carotenos y la vitamina C colaboran en la producción de melanina. "Las zanahorias, los melocotones, los kiwis, las naranjas, las fresas, la calabaza, las judías verdes y las verduras de hoja ancha protegen a la piel de los efectos nocivos de los rayos ultravioletas", dice Leticia B. Carrera, experta en nutrición clínica.
Las zanahorias, ricas en betacaroteno, pigmentan la piel desde el interior y la mantienen hidratada, no te olvides de ellas y cómelas en ensalada, licuadas, en zumo... Consume también alimentos ricos en ácidos grasos esenciales como el pescado azul, el aguacate, los frutos secos y aceites vegetales. Además, no olvides incluir en tu dieta diaria frutas y verduras, pues son ricas en antioxidantes y te ayudan a combatir los efectos de los radicales libres.
Igualmente, no debemos olvidar realizar una exfoliación facial y corporal, una o dos veces por semana dependiendo de nuestro tipo de piel, para estimular la regeneración celular por eliminación de las células de la última capa de la epidermis. De esta manera, el bronceado que obtendremos será más uniforme.
Los productos autobronceadores, las cremas hidratantes con factor de protección, los cosméticos que refrescan y actúan como bálsamos y los propios protectores solares ayudan a disfrutar del sol con responsabilidad.
Lo cierto es que un suave y delicado bronceado favorece mucho. Por lo que, si se quiere lucir un piel canela, no queda más remedio que tomar el sol de manera inteligente y protegiendo las zonas más sensibles como la nariz, el contorno de ojos, el cuello, la parte posterior de las rodillas y el empeine de los pies.
El pecho y los glúteos son áreas corporales delicadas y muy sensibles que hay que proteger en extremo, si se desea hacer "topless" o nudismo integral. Ante el astro sol, el cabello es el gran olvidado. "Naturales o teñidos, durante la exposición hay que aplicar un fotoprotector adecuado al tipo de cabello. Tras su lavado, aplicar hidratación y nutrición", dice el peluquero y estilista Michel Meyer.
Los protectores solares son productos capaces de disminuir la penetración de los rayos solares en la piel, los más eficaces son aquellos que reúnen los filtros adecuados para evitar la agresión de los rayos ultravioleta UVB y UVA.
Cabe destacar que las formulaciones más novedosas en cosmética solar, incluyen activos de tratamiento con propiedades antiedad y reductoras de la grasa corporal y la celulitis, además de poder encontrar innovadores envases que facilitan su aplicación como emulsiones, geles, lociones, sticks, brumas, espumas y aguas pulverizadoras que se absorben inmediatamente o que incluso repelen la arena.
El factor de protección (FPS) indica el número de veces que el producto aumenta la capacidad de defensa natural de la piel frente al sol, dividiéndose en Bajo (6, 10), Medio (15, 20, 25), Alto (30, 50) y Muy Alto (+50).
Antes de exponerse al sol hay que elegir el factor de protección (FPS) adecuado teniendo en cuenta el fototipo cutáneo al que se corresponde.
El fototipo es el conjunto de características físicas con las que nace cada persona y que determinan su capacidad de broncearse, además de la cantidad de protección que precisan. Conocer cuál es nuestro fototipo permite protegernos de forma adecuada y segura frente a las radiaciones solares.
La clasificación de los fototipos se realiza en función de la capacidad individual para broncearse junto con el color del cabello, los ojos y la piel:
Fototipo I
Fototipo II
Fototipo III
Fototipo IV
Fototipo V
Lo ideal es disfrutar del sol, que no tomarlo de manera salvaje. Una fotoprotección alta, aplicada 30 minutos antes, es la única forma de pasear segura por la ciudad, la playa o disfrutar de una jornada en la montaña, lugar donde los rayos ultravioletas tienen mayor protagonismo.
Los filtros solares están dirigidos a diferentes consumidores y tipos de piel. Ellos son los que nos previenen de las quemaduras y los cambios degenerativos de la piel que causan los rayos ultravioleta.
Se suele perder de vista la clase de filtro con la que cuenta el protector solar: físico o químico. Respecto a los primeros, las cremas que cuentan con ellos no penetran en la piel, sino que permanecen en la superficie. Actúan sobre la radiación reflejando la luz y se puede decir que actúan a modo de pantalla. Las lociones con filtros físicos más utilizados son el óxido de zinc, el dióxido de titanio y la mica. Se las identifica fácilmente: cuando salimos del agua lo hacemos completamente blancos. Ahora bien y al margen de este desagradable efecto que algunas firmas cosméticas ya han logrado minimizar, resultan muy eficaces. Son perfectas para los fototipos más sensibles y para los pequeñines de la casa.
Los químicos lo que hacen es absorber la radiación solar y captan la energía transformando su estructura molecular.
En los últimos años el concepto de fotoprotección ha venido desarrollándose ante la necesidad de complementar los fotoprotectores tópicos. Y es que, aunque se utilice correctamente un fotoprotector con un alto índice de protección, no se está completamente protegido.
Además, el problema de algunas cremas solares es que es difícil conseguir una aplicación uniforme en todas las zonas del cuerpo. Por eso, aunque los fotoprotectores tópicos son siempre necesarios para evitar las quemaduras y prevenir el envejecimiento cutáneo, es conveniente en ciertas situaciones tomar complementos dietéticos vía oral que aumentan la resistencia al sol, ofreciendo efectos beneficiosos para la piel. Estos productos protegen la totalidad de la piel y no están sujetos a la forma de aplicación, la eliminación por el agua o la necesidad de reaplicación.
Así pues, para conseguir una fotoprotección segura y eficaz, los expertos aconsejan complementar el fotoprotector tópico con otro oral siempre que exista una exposición solar intensa y prolongada.
Una investigación llevada a cabo por expertos del Instituto para la Investigación del Cáncer de Montebello en Oslo (Noruega), demuestra que tan malo es tomar el sol por exceso como por defecto. Y es que los beneficios que la exposición al sol puede producir sobre la salud puede superar a los riesgos debido a que la radiación solar es la mejor vía para que el organismo produzca de forma natural las cantidades necesarias de vitamina D, indispensable para ralentizar el proceso de envejecimiento.
La clave para obtener beneficios sin riesgos es tomar el sol siempre con fotoprotección y en pequeñas dosis, exponiendo sólo un tercio de la superficie corporal unos 10-15 minutos al día.
¿Cómo es posible adquirir exclusivamente la virtudes y bondades del sol? "Es muy sencillo, tan sólo se requiere utilizar fotoprotectores, evitar las horas centrales del sol, hidratar muy bien la piel y vigilar los nevus y lunares", explica el médico estético José Antonio de Iturriaga.