El masaje deportivo manual es un medio para mejorar el rendimiento, prevenir lesiones o acelerar su recuperación. Sin embargo, entre los deportistas “amateur” existe cierto miedo a recibirlo, ¿tiene que doler un masaje deportivo? Sí.
“Depende mucho del tipo de masaje que se esté realizando y del umbral del dolor que tenga la persona. Pero es cierto que, a veces, el dolor es necesario para localizar la contractura muscular”, explica Milagrosa Flores, responsable del SPA de Barceló Montecastillo Golf & Sport Resort. Sin embargo, si no recurrimos al masaje deportivo solo como un sistema paliativo, sino como mantenimiento con una constancia, será mucho más probable que no lleguemos a la contractura. Según Milagrosa, “lo indicado sería tener un mantenimiento regular y programado de los músculos usados en un determinado deporte, con lo cual se mantendría la mejora del movimiento y la flexibilidad muscular”.
Los masajes descontracturantes están destinados a reducir una contractura focalizada de manera intensiva, con movimientos y técnicas que atacan directamente al núcleo de tensión, por lo que es natural que produzcan dolor.
Pero además, cuando nos encontramos en una situación concreta como puede ser un lumbago o una contractura cervical, estos masajes duelen por la intensidad con la que se realizan, que es, por otro lado, la única vía para acabar con el dolor localizado.
En cuanto a las contracturas más habituales, derivadas por ejemplo del estrés o las rutinas diarias, Toñi Leal, Wellness Personal Assistant de Royal Hideaway Sancti Petri, aconseja: “hacer cada mañana estiramientos para evitarlas, por ejemplo en lumbares, dorsales y cuello. De todas maneras, si nos quedamos bloqueados por una contractura concreta, hay muchas técnicas para reducir la tensión. Lo ideal es combinar el tradicional masaje descontracturante mediante técnicas de amasamiento y nudillos, con aplicación de calor, con movimientos de estiramiento que pueden provenir, por ejemplo, de masajes tradicionales como el tailandés”.
Los expertos explican que una rutina de estiramientos y respiración es fundamental “tanto para evitar las contracturas como para solucionarlas después. Determinados ejercicios respiratorios nos ayudan a relajar o tensar determinadas zonas sobre las que queramos trabajar”, añade Leal. Es por ello que debemos dejarnos aconsejar por especialistas en estas técnicas e incluir en nuestro día a día posibles actividades como el yoga o el pilates, que mejorarán nuestra condición física y ayudarán a evitar malestar muscular.
Rotundamente, no. en la mayoría de las ocasiones el receptor de un masaje, ya sea energético o de recuperación, siente punzadas más o menos agudas en la zona tratada durante los días posteriores, ¿es fruto de la lesión o del propio masaje? Milagrosa aclara que “cuando se realiza un masaje descontracturante se producen cambios a nivel térmico-muscular que dan lugar a una dilatación de los vasos sanguíneos y distensión muscular, provocando agujetas”.
Toñi Leal puntualiza que esto ocurre también “por el trabajo que se ejerce sobre los músculos durante el masaje. Al trabajarlos se mueven, en cierta medida, como cuando hacemos ejercicio, aunque sea de forma pasiva y anaeróbica. Es por ello que el proceso de distensión genera una sensación similar a la de agujetas durante los días posteriores al masaje”.
El masaje con piedras calientes es una de las técnicas más empleadas en los últimos años para tratar numerosas afecciones tales como el estrés, la ansiedad, los dolores musculares y las molestias articulares, impartiéndose en numerosos balnearios y spas.
En el masaje suelen utilizarse más piedras calientes que frías y una piedra a temperatura ambiente. El terapeuta coloca piedras sobre los puntos energéticos del organismo y las utiliza también para masajear otros puntos.
Los efectos beneficiosos que produce se deben a la temperatura de las piedras, la cual actúa por exceso o por defecto, dando o absorbiendo energía.